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Rosas para Isabel, periodista del año en El País

La periodista dela sección Vé, Rosa Isabel Peláez, ganó el premio Rodrigo Lloreda Caicedo a Reportera del Año.

3 de abril de 2014 Por: Paola Guevara | Editora Vé

La periodista dela sección Vé, Rosa Isabel Peláez, ganó el premio Rodrigo Lloreda Caicedo a Reportera del Año.

Desde la noche del martes, Rosa Isabel Peláez no ha escrito noticias. Ella se ha convertido en ‘la noticia’. Todo gracias al Premio de Periodismo Rodrigo Lloreda Caicedo, que El País entrega a sus mejores talentos y que Isabel ganó este martes en la más importante categoría: Reportero del Año. Para esta discípula de Mafalda, con alma de poeta y agudeza de filósofa, el reconocimiento ha sido la ocasión para recordar los mejores momentos de su paso por esta Casa Editorial, a la que llegó siendo una niña de solo 15 años que leía los monitos dominicales y que soñaba con ser caricaturista. Recuerda que en aquella época fue su padre adoptivo, Manuel José Restrepo Peláez, quien la acompañó a las oficinas del periódico para entregar una muestra de sus dibujos, y recibió una respuesta diplomática que mantuvo viva su ilusión: “Gracias, niña, nosotros la llamamos”.Pasaron seis años, contrajo matrimonio con Euriel Millán, se graduó de Comunicación Social en la Universidad Autónoma y se presentó de nuevo a El País, pero por error fue aceptada como diseñadora y no como periodista. Por temor a que pudieran despedirla, Isabel aceptó el nombramiento y los editores, al descubrir el error, la enviaron a la sección ‘Regionales’, donde se cubrían las noticias más importantes del Valle del Cauca. Allí se formó al lado de periodistas veteranos y exigentes, hombres recios, entrenados en las lides del periodismo “puro y duro”, pero luchó hombro a hombro hasta ganar el respeto de todos. Tras un receso de dos años, que dedicó de lleno a su hijo David, se cumplió aquella promesa que el periódico le hizo a los 15 años: “Nosotros la llamamos”. Así, pues, fue llamada a integrar el equipo de periodistas de la sección de cultura y entretenimiento, que primero se llamó ‘Gente y Eventos’, ‘luego Vivir’ y actualmente, ‘Vé’. Aquí lleva más de una década demostrando su gran sentido de la reportería, de la oportunidad y de la sana ambición periodística. Como cuando uno de sus primeros jefes le pidió que escribiera un tema -aparentemente trivial- sobre personas vitales a pesar de la edad, sin prever que la recién llegada reportera lograría hablar en profundidad con gigantes de la talla de Álvaro Mutis, Germán Arciniegas y Fanny Mikey. Por su ‘confesionario’ ha pasado todo tipo de personajes a los que sabe llegarles al alma para desentrañar su esencia, como cuando -en una entrevista memorable- el maestro Omar Rayo, ya enfermo, le confesó entre lágrimas que no había podido volver a pintar. Sabe hallar en cada personaje aquella historia vital que merece quedar registrada en ese oficio de “historiadores del hoy” al que llaman periodismo. No en vano Diego Martínez Lloreda, director de información de El País, en el discurso de entrega del premio a Isabel Peláez, se refirió a ella como: “Una mujer extremadamente sensible, capaz de leerle el alma a quien tiene en frente. Esa virtud le ha permitido convertirse en una gran entrevistadora. Incluso me atrevo a afirmar que es una de las mejores que he conocido en mis 30 años de ejercicio periodístico. Aborda al entrevistado con un conocimiento casi agobiante. Investiga a fondo su vida y milagros y por eso no pocas veces lo sorprende con preguntas impensables. Y a ese conocimiento suma una imaginación y un desparpajo únicos, con los que logra sacar lo mejor, o lo peor, de cada personaje”. Isabel, por su parte, en su discurso de aceptación de este homenaje, agradeció a sus maestros, jefes, compañeros y a la directora general de El País, María Elvira Domínguez Lloreda, por “permitirme hacer parte de la evolución de esta casa periodística”.Y a su hijo David le dedicó palabras entrañables que quedaron grabadas en la memoria de quienes la oyeron con emoción: “Esta es la herencia que te dejo, la de los sueños. Soñar vale la pena. Aún recuerdo tu carita de dicha cuando llevaba premios a casa. Ahora mi sueño es verte soñar y construir tus propios sueños. Emprende tu camino, deja tu huella, sé tú mismo”. Recordó Isabel que, siendo muy niño, su hijo, que hoy tiene 17 años, le preguntó: “¿Para qué sirve una mamá periodista?”, así que aprovechó esta ocasión para responderle: “Un periodista, hijo, sueña. Vive con pasión la noticia y toma prestados los sueños de otros para mostrarlos al mundo porque vale la pena. Lo bello, hijo, ha sido, a través de una sección a la que acusan injustamente de ligera, conocer el lado más humano de la noticia. Ver a un maestro como Omar Rayo llorar porque ya no podía pintar; ver a Lucy Tejada, ciega ya, confesarme que seguía pintando en sus sueños; ver renacer como el Ave Fénix a Raphael; descubrir en una entrevista que el gran Polo Montañez, compositor de las más bellas canciones, era analfabeta, y oír hablar a Marcel Marceau sobre la importancia del silencio”. Sí, hijo, vale la pena que escribas tu propia historia”. De niña, Isabel jugaba a tener charlas imaginarias con los personajes que dibujaba, fundó con sus primitos el periódico ‘La Hormiguita Peláez’ y en el Colegio María Auxiliadora es recordada como “la poeta”, “la filósofa”, “la de los discursos”, “la que le daba letra a las canciones escolares”. Sus primeras crónicas fueron las cartas que le escribía a su madre biológica, en las que le contaba los detalles sobre su vida en Cali, casa de sus padres adoptivos. No era tiempo de redes sociales, así que el papel ha sido desde entonces su mejor confidente. Hoy se confiesa realizada: “Quise ser periodista y lo logré. Quise casarme y tener un hijo, y lo logré. Soñé con ganar este premio y lo obtuve”, y aunque no fue caricaturista seguirá dibujando -con la elocuencia de sus palabras- las situaciones y los personajes que podremos seguir leyendo en las páginas de El País -que así sea- por muchísimos años más.

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