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Ric O’Barry habló de su nueva creación, la miniserie ‘Océanos de sangre’

Hablamos con el célebre activista Ric O’Barry, cuyo documental sobre delfines ganó el Oscar en el 2010. Ahora presenta la miniserie ‘Océanos de sangre’ por Animal Planet. El ‘Flipper’ de Tv. murió en sus brazos.

23 de febrero de 2012 Por: Paola Guevara I Editora Ve

Hablamos con el célebre activista Ric O’Barry, cuyo documental sobre delfines ganó el Oscar en el 2010. Ahora presenta la miniserie ‘Océanos de sangre’ por Animal Planet. El ‘Flipper’ de Tv. murió en sus brazos.

Ric O’Barry lleva 60 años dedicado a los delfines, primero como entrenador de la serie de televisión ‘Flipper’, sobre un simpático animal que se hace amigo de un niño y ayuda a resolver complejos casos entre aleteos y piruetas. Luego, arrepentido para siempre de haber participado en un show que “apoya la vida de delfines en cautiverio”, dedicó el resto de su vida a mostrar que estos animales no son mascotas, y mucho menos juguetes infantiles o rarezas de circo que sólo sirven para jugar con bolas de playa, aplaudir y entretener familias sin plan. O’Barry participó en el documental ganador del Premio Oscar 2010, ‘The Cove’, financiado por el director francés Luc Beson (el mismo de ‘El Perfecto Asesino’ y ‘Azul profundo’), donde se denuncia la brutal matanza de 23.000 delfines al año en Japón. Siempre tiene una cámara cerca, pues está convencido de que sólo a través de la divulgación científica y la presión de los medios de comunicación sobre los gobiernos, el mundo cambiará de parecer en relación con la caza, el consumo y la explotación de los delfines. Ahora, el canal Animal Planet transmite una dramática miniserie dirigida por O’Barry y titulada ‘Océanos de sangre’. Allí, se muestra la lucha de este renombrado activista por detener el comercio de estos animales. “Los delfines son criaturas complejas, muy inteligentes y auto-conscientes, que deben nadar libres sin la amenaza de su sacrificio o cautiverio”, dice Ric O'Barry. “El sentido primario de los delfines se apoya en el sonido. Vivir en confines delimitados les produce privación sensorial y angustia, a la vez que también restringe extremadamente su campo de acción espacial. Lo más importante que puedo hacer..., que mi hijo puede hacer..., es mostrarle al mundo con proyectos como ‘Océanos de sangre’ la manera en la que están siendo tratados los delfines para que podamos tomar medidas al respecto”. Desde Los Ángeles, O’Barry habló así con El País: ¿Qué piensa de todas esas películas sentimentales de Hollywood sobre delfines? ¿Los delfines que vemos en las películas se parecen a los de la vida real? Es una buena pregunta. Para entender lo que pasa con los delfines en cautiverio uno debe verlos en libertad. Una vez que los has visto en estado salvaje y ves cómo operan y cómo viajan más de 40 millas cada día, entiendes mejor por qué tenerlos en cautiverio está mal. Sí, hay algunas películas sobre el tema, aparentemente los delfines se han vuelto muy populares. Pero los delfines, ya sea que los entrenen para una película o para hacer shows en uno de esos parques marinos, no representan a los verdaderos delfines, así como Mickey Mouse no representa a los ratones de verdad. Usted es muy crítico con Japón... Los delfines en cautiverio son… bueno, ‘lindos’. Y la ‘lindura’ se valora en Japón, por eso tienen 50 delfinarios en un país del tamaño de California. Si la gente ve películas como ‘The Cove’ o documentales como ‘Océanos de sangre’, lo va a pensar dos veces antes de comprar tiquetes para los shows de delfines, que están basados en la ley de la oferta y la demanda, como cualquier producto. Y eso también se aplica para el consumo de carne de delfín. ¿Por qué se opone con tanta fiereza a los shows acuáticos de delfines?Me opongo porque no creo que un show de ese tipo tenga ningún valor educativo. De hecho, creo que es una forma de mala educación. Si ves un show de delfines en el Sea World, en el Seaquarium, en Marineland o en cualquier parte del mundo, debes aceptar que estás siendo testigo de un espectáculo de dominación, y esa es una forma de mala educación. No solo me preocupan los delfines sino los niños, especialmente, pues ven estos shows y salen pensando: “Bueno, esto son los delfines, payasos de circo, allí es donde pertenecen”. ¿Cree que la única forma de salvar a los delfines es liberarlos?No. Lo que creo es que no hay caso en salvar a los delfines sin salvar su hábitat. El delfín es un símbolo del océano. Tal vez si logramos interesar a la gente en los delfines podremos interesarlos en salvar su hábitat: el océano. Usted entrenaba delfines en los años 60. ¿Qué lo hizo cambiar de opinión?En la década de 1960 capturaba delfines y los entrenaba. Y desde 1970 hago lo opuesto: los desentreno y los regreso al océano. Lo que me hizo cambiar de parecer fue la muerte de Flipper, que murió en mis brazos en el Seaquarium de Miami el 22 de abril de 1970, el Día de la Tierra. Entendí allí que los delfines no deben estar en cautiverio. Es un experimento fallido. Ellos tienen un cerebro más grande que el nuestro, y tienen conciencia de sí mismos como los grandes simios y el hombre: pueden verse al espejo y reconocerse a sí mismos en la imagen. Eso debe decirnos que no tenemos derecho a tenerlos en cautiverio. Cuando te das cuenta de esto quieres hacer algo al respecto. Y eso he hecho desde entonces.

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