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¿Quiere cerrar ciclos en el amor? Walter Riso le explica cómo lograrlo

El psicólogo de Estados Unidos cierra su ciclo de 10 libros sobre el amor con ‘Ya te dije adiós, ahora cómo te olvido’. El País habló con él y estos son los mandamientos para olvidar al ex.

11 de septiembre de 2016 Por: Redacción de El País

El psicólogo de Estados Unidos cierra su ciclo de 10 libros sobre el amor con ‘Ya te dije adiós, ahora cómo te olvido’. El País habló con él y estos son los mandamientos para olvidar al ex.

A su consultorio psicológico llegan maridos y esposas que quieren protestar. Lo culpan porque, a través de sus libros y sus terapias, Walter Riso ha hecho que muchas personas descubran que no deben ni quieren seguir adelante con una relación amorosa o matrimonial. Su primer libro sobre el amor lo escribió en 1988. Hoy tiene 25 obras publicadas, 5 técnicas, 10 sobre divulgación psicológica y  10 sobre el amor. Sus obras han sido traducidas a 12 idiomas y  presenta la más reciente: ‘Ya te dije adiós, ahora cómo te olvido’, una guía para sacarse al ex de la cabeza. A su paso por Cali, esto nos dijo:  Llega a su décimo libro sobre el amor. ¿Por qué consideró necesario sumergirse de forma tan reiterada en este tema?  Hace nueve años empecé a escribir sobre el amor, porque el 70 % de las personas que llegaban a mi consultorio tenían problemas relacionados con el amor. Mientras uno veía que toda la cultura promulgaba que el amor era extraordinario y fabuloso, ‘peace and love’, yo veía que, por el contrario, la mayoría de la gente sufría por amor. El concepto  lo revisé desde el punto de vista antropológico, filosófico, psicológico, y propuse un tipo de amor mucho más realista. Defendí más el desamor que el amor, y llegué a 10 temas que había que tocar. Con este libro cierro mi ciclo sobre el amor, y lo cierro con un postre.  Usted ha advertido sobre los amores altamente peligrosos. ¿Cómo saber si uno está inmerso en uno de ellos? Se refiere al hecho de amar a sociópatas, histriónicos, narcisistas. Y los esquizoides, que son los peores. Son personas tóxicas. Es como entrar a un agujero negro porque son personas que  te quitan la energía. Inviertes y no recibes nada a cambio. Porque el amor normal es recíproco. Tú das, y esperas recibir. No es como el amor que nada espera de la Madre Teresa, canonizada en estos días: si amas a los leprosos no esperas nada de ellos, pero si yo amo a mi pareja y le soy fiel sí espero que me lo retribuya de igual manera. El amor romántico sí espera. Si le doy amor espero amor, si le doy ternura espero ternura, si le doy sexo espero sexo. Eso de no esperar nada a cambio es el amor universal. Pero si usted tiene cédula el amor debe ser recíproco. Si estás con un narcisista el mundo gira alrededor de él y tú estás en la periferia. Hay personas que no debemos amar, pero el peor de todos es el esquizoide... ¿Por qué amar a un esquizoide es el peor plan de todos? Porque hace una propuesta inaceptable, en cualquier época de la humanidad. Lo opuesto al amor no es el odio sino la indiferencia. Para el esquizoide tú no existes, eres transparente, eres absolutamente indiferente. El esquizoide te necesita como un apoyo social, para ir a cine, para cocinar juntos, pero cuando entras al territorio de él y siente que se está enamorando te saca por la ventana. El esquizoide defiende su libertad y su autonomía por encima de todas las cosas, por eso es imposible, entre más lo quieras más se va a alejar, y entre menos lo quieras más se va a acercar. Quiere manejar su vida como le da la gana y para el esquizoide su territorialidad y su espacio vital está por encima del amor. ¿Cómo puedes amar a alguien que proponga eso? Es absolutamente loco.   También escribió un libro sobre la dependencia. ¿Qué concluye?  Es normal desear a alguien, pero el apego es decir: “No puedo vivir sin ti y no puedo prescindir de ti”. cualquier cosa imprescindible implica que ese alguien me controla. Es mejor decir: “No te necesito, te prefiero”. Cuando uno es capaz de decir eso, se soltó.   En otro libro habla sobre  los límites del amor. ¿Cuáles son algunos?  Cuando alguien ya no te quiere, vete. Cuando alguien impide tu autorealización personal, vete. Cuando alguien viole tus principios, vete. Cuando tu necesidad de afecto está en juego es mejor estar solo. No tomamos esa decisión porque no somos valientes para cortar una relación que nos destruye. Siempre nos han criado para pensar que el desamor es malo, terrible, y que más vale malo conocido que bueno por conocer. Yo les digo a los lectores de El País que no todo desamor es malo. Hay desamores buenos porque te liberan. A veces hay que decir “bendito desamor”. ¿Es posible celebrar el desamor? Es posible y necesario. Hay pacientes que dicen: “Ya no lo quiero y me dejó”. ¿Y cómo está usted? “Muy deprimida”. ¿Y cómo era la relación? “Horrible”. Entonces usted debería hacer una fiesta y enviar tarjetas que digan: “Te invito a celebrar mi separación, que se llevará a cabo tal día, en tal parte”. Es romper con una tradición que hace del amor lo mejor, y yo no creo que el amor sea el valor más importante, son más importantes la justicia, la libertad, la honestidad, que el amor. Celebrar el fin del amor es un buen ritual. Uno se alegra porque ahora podrá reencontrarse a sí mismo, reinventarse, liberarse. Es que no toda ruptura  implica un estrés postraumático, puede implicar un crecimiento postraumático. ¿Por qué cierra su ciclo con  los ex? Porque mucha gente sufre por los amores imposibles y se pregunta: ¿Cómo sacarme de la cabeza a esa persona que sigue metida en mi mente y en mi corazón? Cuando alguien  muere no te queda más que vivir el duelo y resignarte, pero con el amor imposible es diferente porque la otra persona está viva. Esta vivita y -lo peor de todo- coleando. Coleando con otro. Entonces queda una maldita cosa que nuestra cultura exacerba pero que en este caso es terrible: la esperanza. Si te vas por el lado de Jesús, te hablan de esperanza. Si te vas por el  lado de Buda, te hablan de desesperanza como el camino de la liberación. ¿Qué elegimos? Unas veces Jesús, otras veces Buda, y allí vamos dando tumbos.   Entonces muchas taras del amor tienen que ver con la cultura... El enamoramiento dura entre seis meses y un año.  Si te casas en la época del enamoramiento, es decir, en el primer año, llegará el desencanto. Una paciente mía se levantó un día a las 2:00 a.m., miró al tipo y dijo: “¡Qué hago aquí!” Entonces no basta con el amor  eros. Hay que engancharlo con  el amor filia,  que es la amistad. Y con el amor ágape,   que es la ternura y el interés por el otro. El solo deseo (eros) no define el amor, es una droga socialmente aceptada. En cambio  la amistad (filia) se construye haciendo cosas en común, como  conversar, ir al cine, filosofar juntos... el humor, eso debe estar para ser amigos. Si tienes que explicarle el chiste, déjalo. Y  el amor ágape es la ternura, el cuidado por el otro, que tu dolor me duela, que tu alegría me alegre, que si estas mal yo te cuide, que yo achique mi ‘yo’ para que puedas ser. Pero si para hacerte feliz debo autodestruirme, ese amor es una mierda. Y puedes poner así, mierda, porque no es una mala palabra.     ¿Cómo surgió la carrera de Riso, consejero del el amor? Su primer libro lo imprimió en el año 1988, de su propio bolsillo. Fueron 500 los ejemplares de ‘Aprendiendo a quererse a sí mismo’,  y en su Renault 4 salió a recorrer las librerías de Medellín y algún supermercado donde quisieran venderlo.  “Yo tenía que hacer fila junto a los proveedores de arepas”, dice Walter Riso con humor, pero el hecho es que a los dos meses lo llamaron a pedirle más libros. Ya  lleva casi 30 años en la labor de escritor  y ha publicado  25 obras que son un gran éxito en ventas.   Nació en  Nápoles, Italia, y tiene  dos hermanas argentinas porque su familia tuvo que migrar a Suramérica en los tiempos de la  posguerra. “En el año  52 dejamos Italia. Yo no hablé castellano hasta los 5 años. Hice la primaria y estudié psicología en la ciudad de San Luis, Argentina, pero  con el golpe de Estado cerraron las facultades de psicología y me faltaba la tesis. Con algunos amigos vinimos a Colombia y terminé mi carrera  en la Universidad de San Buenaventura, en Medellín”, relata el propio Riso. Su padre fundó varios restaurantes de cocina italiana en Argentina, pero siempre quebró. No obstante, Riso heredó su gusto y el de su familia por la cocina y conserva recetas de su bisabuelo escritas a mano.  Está convencido de que “el amor sí entra por el estómago”, y  sus técnicas culinarias han estado detrás de todas las conquistas amorosas que haya hecho en su vida. Cuando llegó a Medellín, poco o nada se sabía sobre comida italiana así que creó una pequeña fábrica de pastas frescas. En su casa prepara su propia ricotta, mozzarella, la verdadera pizza napolitana.  En el año 79 se casó con una paisa, con la que tuvo dos hijas y con la que compartió  12 años.  En la actualidad vive con su segunda esposa, con la que lleva 16 años de una relación que describe como “maravillosa”.    Tiene un lado femenino que no reprime. Le gusta decorar espacios armoniosos, y hasta las amigas de su primera mujer le pedían consejos sobre cómo adecuar sus casas.  Está rodeado de mujeres, esposa, hijas, hermanas, alumnas (el 80 % de sus pacientes son mujeres)   y  se considera “un hombre feminista, que no tiene problema en llorar si algo lo emociona pero tampoco   en convertirse en vikingo cuando la ocasión lo amerita”. Lee filosofía, ensayo y no se explica por qué le gusta tanto la música irlandesa antigua. Cuando escribe lo hace con un whisky en la mano. “Y si quieren otro dato sobre mí: calzo 41”, concluye con sano ego argentino.

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