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¿Quién es la madre Laura Montoya, la santa colombiana?

Internada en la selva, dedicó su vida a los indígenas olvidados por el Estado sin importar las críticas y la persecución de la conservadora sociedad de su tiempo.

10 de mayo de 2013 Por: Meryt Montiel Lugo, editora Equipo de Domingo.

Internada en la selva, dedicó su vida a los indígenas olvidados por el Estado sin importar las críticas y la persecución de la conservadora sociedad de su tiempo.

A ella y a esas primeras jóvenes que la acompañaron en su gran obra misionera por las selvas y regiones apartadas de Colombia las tacharon de ingenuas, locas, buscamaridos... pero a la Madre Laura, especialmente, la calificaron de desobediente, soberbia y vanidosa. Calumnias, críticas y persecución le llovieron incluso desde la Iglesia Católica, por eso hay que reconocer que para la Madre Laura, la religiosa antioqueña que se convertirá desde el próximo domingo 12 de mayo en santa, el camino terrenal que la condujo a los altares no resultó fácil. Su empeño fue luchar en favor de indígenas, negros y grupos marginales. Y también, en las primeras décadas del siglo XX, demostrar que las mujeres eran capaces de liderar causas grandes en el seno de la Iglesia. Por tamaña osadía, María Laura Montoya Upegui se ganó la antipatía de los más conservadores jerarcas.La fundadora de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena (1914), más conocidas como las ‘lauritas’, se ganó la enemistad de monseñor Miguel Ángel Builes (así lo recordó Mauricio Botero Montoya, pariente de la Madre Laura), porque el alto jerarca de Caldas intentó utilizar a las religiosas de la comunidad como empleadas domésticas. La Madre Laura las mandó entonces a servir a otros lugares. Muy enojado, monseñor Builes incitó a sus curas a “combatir esas mujeres soberbias capitaneadas por una madre que es la soberbia misma y que está plagada de vicios”.José Joaquín Arteaga, prefecto apostólico de Urabá -cuenta la hermana Ana Ruth Peña en un artículo para la Comisión Interclesial de Justicia y Paz- se quejaba de que la Madre Laura no obedeciera ni pidiera consejos a los sacerdotes y que no consultara a nadie cuando dirigía sus misiones en las selvas. Le criticaba, además, que en cartas a sus misioneras y a su público “hablara de sus hazañas”... “Su abnegación y heroísmo no tienen más móvil que la vanidad y el deseo de superar a los sacerdotes para ganar nombre”.En esa época, interviene la hermana Stella Lugo, coordinadora de la Casa Reina de los Apóstoles (hogar de reposo de religiosas mayores de la comunidad, en Cali) había pocas posibilidades para la mujer, pero ella llega a la convicción de que su obra sí era posible en manos de mujeres. “Entre los débiles y pequeños el triunfo es reservado a la mujer”, solía decir.Es así como, agrega la hermana Lugo, empieza la congregación en compañía de cinco mujeres, que a lomo de caballo llegaron a las selvas de Dabeiba, Antioquia, para evangelizar y brindar educación a los indios katíos sin atropellar sus tradiciones y cultura. “Fue pionera en hacer escuelitas para los indígenas. Junto a sus compañeras construyó el primer rancho de paja y de barro amasado por ellas mismas. La Madre Laura se sentía valiente y capaz de hacer muchas cosas, ‘así suba montañas a mordiscos lo haré por hacer lo que Dios quiere’, decía”.Conozca los dos milagros que harán santa a la madre Laura Montoya.El fenómeno de la madre Laura ha disparado el turismo religioso en Colombia.

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