Película caleña 'Siembra', un poema visual que recoge sus frutos
Premiada en Suiza, España, Francia y Colombia, esta película cuenta la historia de un pescador del Pacífico, desplazado por el conflicto, que añora regresar a su tierra.
Premiada en Suiza, España, Francia y Colombia, esta película cuenta la historia de un pescador del Pacífico, desplazado por el conflicto, que añora regresar a su tierra.
Diego Balanta, de 57 años, interpreta al Turco en la película Siembra que se estrenará en Colombia el 14 de abril. Allí hace un papel que eriza más que la piel, el alma, con sus miradas, sus silencios, su respiración y su canto de dolor y desahogo.
Sin ser actor, sino músico de Timbiquí, Cauca ( ha participado 17 veces en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez en el que ha ganado en cinco oportunidades, premios como el de Mejor Agrupación de Marimba y Voz Masculina), interpreta al Turco, un pescador de la Costa Pacífica colombiana que añora regresar a su tierra, la cual dejó hace tres años, debido al conflicto armado. Turco vive en la ciudad atrapado por el sentimiento de desarraigo, mientras su hijo Yosner busca allí un futuro en la música.
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Sin embargo, la ilusión del padre por regresar se rompe con la muerte de su hijo. Y se ve confrontado por el dolor y la impotencia ante el cuerpo inerte de Yosner, que se convierte en un obstáculo más para volver a su tierra. Mientras celebran los rituales de velación, Turco deambula por la ciudad para hacer su duelo, pero debe hallar dónde enterrar a su hijo.
La premier de Siembra, solo para suscriptores de El País, será el sábado 9 de abril en Cinépolis Limonar, a las 10:00 a.m. Los suscriptores se deben registrar por la página de Club Selecta el viernes 8 de abril a partir de las 9:00 a.m. y hasta agotar las boletas.
Es en ese punto donde las vidas de Diego y del personaje que interpreta se encuentran. A mi hijo lo desaparecieron un 11 de abril hace seis años, cuenta. A este que me pusieron en la película como mi hijo, hice como que lo enterré, se refiere a José Luis Preciado, un bailarín que encarna a Yosner. Eso me dio nostalgia, porque a mi hijo, de 19 años, que tocaba desde los 10 años instrumentos de percusión, marimba, guitarra, y fue desaparecido forzoso, yo no lo enterré, continúa.
Es así como al entonar alabaos y arrullos del Pacífico ante el actor que fingía estar muerto, Diego despedía a su propio hijo: Me tocó que llorar, porque hacía de cuenta que lo estaba viviendo. Cuando dijo el parlamento frente a los verdugos de su hijo en la película, se refería al suyo: Ese muchacho no le hacía daño a nadie, él solo tenía que ver con su música.
Balanta, quien cuenta ya con su propio grupo, Sonar de Marimba, con el que participará en agosto en el Petronio Álvarez, dice que pudo habérsele negado a los directores Ángela Osorio Rojas y Santiago Lozano Álvarez, cuando lo llamaron.
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Yo soy músico, si me hablan para tocar música ahí estoy, no me dan nervios, pero tanto como ser actor... podía echar pie pa trá, pero lo hice con amor y con orgullo por esas dos personas que tuvieron a bien escogerme. Y para mí fue bueno, mañana pueda que vengan ellos u otro, y me digan Don Diego, necesito que filmemos una película y ya tengo experiencia.
Los directores lo conocieron por un documental que hicieron sobre grupos del Pacífico, Viaje de Tambores. Balanta, quien participó allí, ganó en 2008 el Petronio con su primer grupo La Experiencia, al que pertenecían, dice él, casi todos los sabedores de la música tradicional. Luego trabajé con Santa Bárbara, de Inés Granja, cantautora, y ahora tengo mi grupo que ha participado dos veces en Petronio, pero la última vez que los mandé no vine porque me fui al rodaje, creo en Dios que ahora, que estamos ensayando, pase algo. Es mi orgullo, tengo 30 muchachos enseñándoles música del Pacífico, para que no se muera la tradición hay que dejar un semillero, dice este papá de un varón y cuatro mujeres quien sueña que su hijo que está en Bogotá, en el ejército, lo vea actuar.
Una poesía urbana
Según Carmen Gómez, directora de arte de Siembra la idea de la película partió de una tesis de pregrado de la Escuela de Comunicación de la Universidad del Valle, y un trabajo comunitario con el barrio Mojica, en el Distrito de Aguablanca en Cali. Ellos hicieron parte del proceso de construcción de la invasión a las afueras de la ciudad por Jamundí.
Siembra toca el problema del desplazamiento interno en Colombia donde la gente se enfrenta a tener que adaptarse a un sitio que no le pertenece. Que haya recibido premios en Suiza, España, Francia y Colombia se debe a que todo el mundo se siente identificado, esto se vive en Europa, en Asia, en otros lugares de Suramérica y en Estados Unidos.
Y la decisión de rodarla en blanco y negro obedece a que sentíamos que la poética de la película tenía una conexión más fuerte con el blanco y negro que con una cosa saturada de color, que podría ser distractor.
Para Ángela Osorio, codirectora junto a Santiago Lozano, Siembra inició desde la universidad. Estábamos con Juan David Velásquez, el director de fotografía; Santiago Lozano, codirector; Carlos Manuel Hoyos y yo, y empezamos a reflexionar sobre las migraciones y la manera en la que a partir del conflicto armado se transformaba el mapa del país, no solo en términos de tenencia de la tierra, sino el mapa cultural.
En el caso de los desplazados, esa migración es una herida abierta, se quedan flotando sin el lugar de partida y sin comprender bien el lugar de llegada. La historia terminó condensándose en el Turco, que a través de un ritual logra superar el duelo y comprende que ese lugar donde estaba de paso es su lugar de llegada, continúa la codirectora.
Buscaron personas de su confianza, actores músicos y bailarines, para que encarnaran bien el aspecto ritual. Diego fue un referente al escribir el guion, no porque compartiera la historia de Turco sino por su carácter, su fuerza y a la vez su silencio tan expresivo. Él comparte el sentimiento de pérdida y necesidad del duelo. Para él fue relevante hacer un canto y una despedida que no pudo hacerle a su hijo en Timbiquí, agrega Osorio.
José Luis Preciado encarna a Yosner, con el que tiene en común su pasión por la música, y por el krump (baile callejero) con el que se luce en Siembra. Él mismo a través de la danza superó la muerte de un amigo.
Otro de los actores, John Javier Ramos o Jota Ramos, rapero de Villarica, Cauca, siempre ha estado involucrado en procesos sociales de comunidades negras, como las migraciones. En la película él produjo el rap que baila Yosner y es el enamorado de la vecina, interpretada por la actriz Carol Hurtado, su esposa en la vida real y con quien tienen el grupo Haga que Pase. La realidad de él no es ajena a mí, dice Jota, a quien los paramilitares le cortaron los dedos con un machete: Esta historia no se cuenta desde el morbo, muestra como los desplazados se mueven de su tierra trayendo su cultura.
Carol que es Lizeth (la vecina) lleva 20 años actuando. Conocí el personaje en el que se basaron y rescaté su alegría y la lucha por la dignidad, cómo uno puede agarrarse de estas para tener una vida digna, donde la batalla no acaba en un contexto donde siempre te dicen no. Cuenta que en el rodaje en el Distrito vio a niños que jugaban a lanzarse una muñeca y a atraparla con un cuchillo. Si lo metieran en una película dirían que tan exagerado, pero la realidad siempre supera la ficción.
El apoyo
El capital base de Siembra partió del Fondo de Desarrollo Cinematográfico, en la pre producción se vinculó como productora la Universidad Autónoma de Occidente, y para la pos producción aplicaron al World Cinema Fund, fondo del Festival de Cine de Berlín y ganaron ese estímulo que les permitió finalizarla.
De la película salieron tres tesis de grado de estudiantes que participaron en el montaje, fotografía, asistencia de iluminación y que desarrollaron a partir de allí una reflexión. La comunidad estudiantil podrá ingresar a salas pagando un precio especial, $4500.
Los escenarios
Turco deambula por una Cali que no es la más turística, pero sí la más sustanciosa, desde un bar en el barrio Obrero, las iglesias del centro, el sector de la Luna. Una ciudad donde la cultura urbana la gestan los jóvenes en los parques a las 12 de la noche, donde los diablitos y las calaveras salen en diciembre a jugar con la gente. Una Cali urbana y rural a la vez, la de las periferias donde empieza a expandirse y llegan las personas de fuera y buscan integrarse con la ciudad.