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“Nunca soñé con ser Primera Dama, siendo negra ese sueño parecía imposible”: Michelle Obama

Firme y fuerte, la Primera Dama de Estados Unidos afronta problemas de sobrepeso y de familia, pero sigue adelante.

30 de octubre de 2016 Por: Meryt Montiel Lugo

Firme y fuerte, la Primera Dama de Estados Unidos afronta problemas de sobrepeso y de familia, pero sigue adelante.

Sin miedo al ridículo

En la recta final de su estancia en la Casa Blanca, los ojos del mundo se posan en Michelle Obama. El tabloide estadounidense National Enquirer aseguró que la esposa del presidente Barack Obama aumentó 20 kilos y que su marido le advirtió  que, o hacía dieta o vería pronto  los papeles del divorcio.  

Que, además, come desaforada por el estrés que vive a raíz de los escándalos que ha protagonizado su hija mayor, Malia. Uno de ellos se desató porque a la joven de 18 años la pillaron fumando marihuana en un festival de música en Chicago, en agosto pasado.

Sin embargo, tal actitud del mandatario  resulta difícil de creer porque muchos especialistas deducen que por el amor y la admiración que siempre le ha prodigado, él sería incapaz de humillarla por algo que podría resultar efímero.

Pasada de kilos o no, esta abogada de 52 años y 1,80 metros de estatura, pasará a la historia no solo por ser la primera mujer negra en pisar la Casa Blanca como Primera Dama, sino como una de las más inteligentes, de gran oratoria y firmeza, comprometida con variadas causas sociales, cálida y carismática.

Tal como  lo dijo en una pasada Convención Demócrata, acota el abogado y docente de la Universidad Javeriana de Cali,  Francesco Zappalá, ella y su esposo representan la materialización del sueño americano, de cómo siendo personas de raza negra pudieron llegar a ser Presidente y Primera Dama del país más importante del Planeta.

Además, se ha mostrado como una mujer genuina, moderna, pero a la vez como una buena mamá, siempre atenta a sus hijas, pendiente también de su desempeño  como persona pública, y de su marido, sin que ella llegue a opacarlo a él o viceversa. “Ambos, cual dos soles, se dan luz mutuamente”, dice  Zappalá.

Graduada en sociología y cultura afroamericana de la Universidad de Princeton y de la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard, Michelle no solo será recordada por pequeños asuntos como la puesta en marcha de la  primera huerta orgánica en la Casa Blanca;  por sus  inteligentes  y contundentes discursos como el de la pasada Convención Demócrata en la que hizo una férrea defensa de Hillary Clinton y lanzó  dardos a Donald Trump sin siquiera mencionarlo, sino también por sus campañas para promover la sana alimentación  y los ejercicios; el acceso a la educación de 62 millones de niñas y adolescentes en el mundo; los derechos de las mujeres, a no ser discriminadas, ni violentadas; contra el bullying...

Tal como lo corrobora  la periodista Lizzeth Díaz, colombiana nacionalizada en Estados Unidos, “Michelle Obama ha sido una extraordinaria Primera Dama. Ha trabajado intensamente en programas para combatir la obesidad infantil, uno de los problemas más grandes en esta nación, con una cifra del 30 % de niños obesos, especialmente entre las minorías hispanas y afroamericanas. Ella no solo consiguió impulsar programas para ayudarlos a bajar de peso  a través del ejercicio y la sana alimentación, sino que logró cambiar el menú de las escuelas públicas de  este país. Es una mujer brillante, elocuente y divertida”.

No le importa bailar, cantar, hacer coreografías o  ejercicios, mostrar sus habilidades en el baloncesto o hacer chistes, con tal de que los mensajes de sus campañas calen. Por eso ha estado en programas de gran sintonía como El Show de Ellen DeGeneres; o en el  Carpool Karaoke, con James Corden. Aceptó ser portada de la revista Variety y participó en series como Los Simpson, iCarly y Extreme Makeover Home Edition. Además,  creó una cuenta en Snapchat para llegarles a los más jóvenes.

Ella dice que no le teme al ridículo con tal de que le presten atención. “Yo pienso que primero los haces reír y luego logras que te escuchen. Así que siempre estoy dispuesta a hacer una buena broma. No soy tan formal”.

Y siendo así de fresca,  recoge buenos frutos. Su aparición en el Carpool Karaoke  produjo más de 40 millones de reproducciones de Youtube y Nielsen reportó que las ventas digitales del tema ‘This is for May Girls’, de su campaña ‘Dejemos que las niñas aprendan’, alcanzaron 1,6 % la semana en que el video salió al aire. 

Para Lina Fernanda Bucheli, directora del programa de Derecho e integrante del grupo de género de la Universidad Icesi, la intervención que Michelle Obama ha hecho en algunos programas específicos de promoción de los derechos de la mujer y sobre todo, de alertas a las violencias sexuales y a los acosos en sentido amplio, han sido bien importantes.

Además de salirse del rol doméstico-decorativo de las primeras damas norteamericanas,  comenta Bucheli, tiene una agenda y un discurso independiente de los intereses del esposo. Y transmite un buen mensaje:  una mujer que proviene de la clase media logró una movilidad social importante, gracias a sus estudios y trabajo. “En ella hay una intersección entre estos tres ejes de la desigualdad: la raza, el género y la clase, y Michelle Obama es un ejemplo de cómo en determinados contextos se pueden romper  estereotipos de esas clases dominantes o factores de vulnerabilidad  para tener una vida exitosa”.

Creciendo en pareja 

El pasado 3 de octubre el presidente Barack Obama publicó una foto en Facebook en la que se  ve bailando, sonriente, con su esposa Michelle. “Bailando desde hace 24 años. Feliz aniversario”. La imagen y la dedicatoria alcanzaron   más de un millón de reacciones   y se compartieron más de 30.500 veces. En Twitter, el hijo más ilustre de Hawaii, también envió a su esposa un  mensaje: “Uno al lado del otro por 24 años. Que sean muchos más. #feliz aniversario”, escribió el presidente Barack Obama.  Pronto el tuit tenía más de 200.000 me gusta y 89.000 retuits. Por  reiterados mensajes como este cada vez que cumplen un nuevo aniversario de bodas  y las muestras de amor que se prodigan en la Casa Blanca y fuera de ella,  la imagen del matrimonio Obama ha trascendido como una relación estable y sólida. Su historia de amor comenzó en 1989, en la firma de abogados Sidley & Austin, a donde Barack llegó contratado como abogado asociado y Michelle LaVaughn Robinson fue asignada como su consejera. Al principio ella se rehusó a salir con él, porque no quería mezclar su corazón con los asuntos laborales,  pero luego de una invitación a cine se ennoviaron. El 3 de octubre de 1992 se casaron en Chicago, tierra natal de ella. Sus hijas Malia y Sasha, tienen hoy 18 y 15 años, respectivamente. La primogénita, quien goza de un año sabático antes de entrar a Harvard, les está dando dolores de cabeza. No solo porque la captaron fumando marihuana, sino porque le está gustando mucho la rumba. En un festival en Chicago los paparazzi la vieron bailando con movimientos muy sensuales e incluso, según el Boston Herald, la Policía debió suspender una fiesta en la que ella se encontraba por exceso de ruido y las quejas de los vecinos. Para Michelle como para Barack Obama esto es una pesadilla. “El fin de su mandato se acerca y la imagen de la familia   Obama ejemplar se demorona ante sus ojos”, habría dicho una fuente cercana a la pareja,  a Radar On Line. Pero la verdad que esta no es la primera situación difícil que afronta Michelle Obama en su matrimonio.  Según el escritor Richard Wolffe, autor del libro Renegade: The Making of  a President, sobre la vida de Barack Obama, a los 8 años de casados estuvieron a punto de separarse porque a Michelle no le gustaba  que Obama participara en  política. Le parecía una pérdida de tiempo, más, cuando al hoy Presidente le fue mal la primera vez que intentó llegar al Congreso. Además, de que no lo invitaron a la Convención Demócrata y le tiraron las puertas  cuando quiso colarse en una sesión. Pero una vez consiguió destacarse en su debut político se omnubiló tanto con el poder, que se fue alejando de ella y de su primogénita, entonces de 2 años. Ya no tenía tiempo para ayudarla en el hogar y ella se sentía sola y estresada. “Había poca charla  y mucho menos romance”, escribió Wolffe. “Ella estaba furiosa con el egoísmo de él mientras que a Obama, ella le parecía fría e ingrata”. Cuando nació la segunda hija siguieron las  discordias y lo peor, sorteando problemas económicos, porque ambos tenían que pagar los grandes préstamos  que hicieron para poder estudiar en prestigiosas universidades privadas. El tiempo fue el mejor consejero. “Nuestras hijas crecieron, empezaron a ir al colegio y sus necesidades fueron otras. Eso me llevó a cambiar,  dejé de estar molesta con él y empecé a buscarle solución a los problemas. Además, tuve que admitir que yo necesitaba tiempo y espacio. Sentí que cuanto más tiempo pudiera tener para mí, menor sería mi estrés. Fue un proceso de crecimiento para mí y para los dos como pareja”. Michelle debió sacar entereza también, para soportar los rumores que en 2009 suscitó un hombre llamado Larry Sanclair al sostener que había sido amante del Presidente en su época de universidad. Pronto la supuesta verdad de ese hombre fue desvirtuada, porque no solo no pasó el polígrafo, sino que jamás mostró  una prueba contundente de lo que manifestaba.   Una jefe muy rígida  

Su esposo la llama “mi roca” porque ella es  una mujer firme, de carácter fuerte, que lo ayuda a mantener su norte y el de la familia.

Criada en el hogar de Fraser (ya fallecido) y Marian Robinson, padres amorosos, pero estrictos, que de niña solo la dejaban ver una hora de televisión al día,  es una ejecutiva muy exigente y organizada, tanto, que algunos de los exempleados de su staff en la Casa Blanca han descrito que trabajar para ella es un infierno, de acuerdo con información de The New Republic. “No lo hagas sino va a ser perfecto” es el lema que la Primera Dama de Estados Unidos maneja. “La mínima falla o un registro adverso  le puede costar el puesto a cualquier colaborador de la rígida Michelle”, relata el medio estadounidense. Así que cada evento al que asiste debe estar enfocado a un gran logro. No admite  improvisaciones  de ningún tipo y no acepta nada si no le entregan la suficiente información. Es tan obsesiva con la planeación de cada una de sus actividades que exempleados de la Casa Blanca dicen que nunca antes habían visto alguien igual.  “Cada actuación debe tener un cubrimiento positivo de la prensa y aceptación del público, pero ello cuenta  con un problema: un atuendo inadecuado de la Primera Dama puede ser tan malo como una política fallida”. De ahí que a la mujer que ha sido calificada como la nueva Jackie Kennedy, una de las mejores vestidas del mundo o ícono de la moda, también haya recibido reprimendas monumentales por ponerse un short que resalta sus gruesos muslos, o por lucir  peinados y maquillajes inadecuados. Miembros de movimientos afronorteamericanos escriben comentarios  en los que cuestionan su imagen física, por su apariencia blanqueada; no ven bien, por ejemplo, que siempre lleve su pelo liso o un maquillaje muy conservador que emula una estética de la Casa Blanca tradicional, comenta  Lina Fernanda Bucheli, directora del programa de Derecho e integrante del grupo de género de la Universidad Icesi. La periodista de moda Beatriz Miranda, escribió recientemente para el periódico El Mundo, de España, una irónica columna donde criticó a Michelle Obama por la indumentaria que lució en una  cena de gala.  “El exhibicionismo de Michelle (y el travestismo de su maquillaje y peinado, lleno de postizos) es hasta tierno. El otro día en la cena de Estado ofrecida en la Casa Blanca al Primer Ministro italiano y su esposa, la primera dama de EE.UU. puso toda la mortadela siciliana en el asador. Se plantó un vestido de color ídem firmado por Donatella Versace que la hacía parecer como cualquiera de las hermanas Williams en los premios Laureus o incluso peor: Lady Gaga con su vestido de filetes... De tanto combatir la obesidad en su país con súper alimentos y ejercicio, Michelle se ha puesto cuadrada...”. ¿Derrochadora y elitista?Medios como Rushlimbaugh.com  han comparado a Michelle y a su esposo con María Antonieta y Luis XVI por su derroche de dinero. Como en 2010 cuando viajó ella con su hija Sasha a España, acompañada de 110 personas, entre ellas, amigos y agentes del servicio secreto. La trataron de elitista por hospedarse en un hotel de Marbella que costaba más de US$2000  la noche.   Se especuló entonces que ella se obsesionó en comprar y comprar en España en venganza porque su marido invitó a su fiesta de cumpleaños a la presentadora Oprah Winfrey, de quien se ha dicho, que le ha coqueteado abiertamente al Presidente e, incluso, que tuvieron un romance. Celosa y vengativa, se especula que una vez Michelle invitó a la presentadora afroamericana a la Casa Blanca y la recibió fríamente.  Cuando esta la quiso saludar con un beso en la mejilla lo rehusó disimuladamente y durante la entrevista puso toda su atención hacia la otra entrevistadora, Gayle King, tal como divulgó The National Enquirer. Desde tribunas como The New York Time la han llamado mujer dominante y castradora, como lo hizo el columnista Maureen Dowd por ella comentar algunos rasgos personales de su marido como que es desordenado, pues deja las medias regadas por cualquier lado; que no guarda en la nevera la mantequilla una vez la usa o porque dijo que Barack Obama roncaba y que en las mañanas tiene mal aliento. Ella se defiende diciendo que lo único que ha hecho es humanizar al Presidente de Estados Unidos, presentarlo como una persona de carne y hueso. Así es Michelle Obama, auténtica, espontánea, ya que como ha dicho ella misma, “una de las lecciones con las que crecí  es que debía permanecer siempre fiel a mí misma”. 
Ícono de la moda Según un estudio  de Harvard Bussines Review cada vez que Michelle Obama luce una prenda de una marca, esa marca obtiene ganancias por US$14 millones. Su estilo tiene tantos fans que la página web mrs-o.org detalla diseñadores y precios de lo que luce. De acuerdo con el diseñador y asesor de imagen Juan Manuel Plazas,  Michelle Obama es un crisol de oportunidades para los diseñadores del mundo. Ella no es fiel a un solo estilo, es una mujer pluricultural también  en este aspecto, comenta. Se le ha visto a través de estos años lucir prendas de agujas como Ralph Lauren, Giorgio Armani,  Oscar de la Renta, Carolina Herrera, Vera Wang...   Una de sus estrategias  para estar a tono con la cultura a donde llega, agradar a la gente del país al que arriba o rendir tributo a sus invitados en la Casa Blanca es lucir ropa de un creador de la tierra que visita o del personaje que ella recibe. Así, cuando recibió al Primer Ministro italiano, lució diseños de la italina Donatella Versace.

Michelle en frases

“Nunca soñé con ser Primera Dama. Siendo negra ese sueño parecía imposible”.“Cuando llegué a Princeton recuerdo que  me llevé un choque emocional viendo estudiantes universitarios que conducían un BMW. Yo ni siquiera conocía padres que condujeran BMW”.“Las mujeres no deben estar en una relación con alguien que no las haga felices y las complete como pareja”.Hoy, me levanto cada mañana en una casa que fue construida por esclavos, y veo a mis hijas, dos mujeres negras, jóvenes e inteligentes, jugando en el césped de la Casa Blanca”.

 

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