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No para el debate sobre el reality 'Colombia's Next Top Model'

Para unos, hay que comprender que el reality ‘Colombia’s Next Top Model’ es formato entretenimiento y que las modelos participan allí por voluntad propia. Para otros, el programa degrada a la mujer.

14 de enero de 2017 Por: Redacción de El País

Para unos, hay que comprender que el reality ‘Colombia’s Next Top Model’ es formato entretenimiento y que las modelos participan allí por voluntad propia. Para otros, el programa degrada a la mujer.

“El mundo no es políticamente correcto”:  Yefferson Ospina Bedoya* 

[[nid:609471;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2017/01/yefferson-ospina.jpg;left;{Yefferson Ospina.Foto: El País}]]Lo dijo Bauman, ese anciano con cara de abuelo celestial que dedicó toda su vida a diseccionar el mundo y que murió la semana pasada:  nunca antes había existido una sociedad tan crítica como la nuestra y nunca antes esa crítica había sido tan inocua.  Es obvio que tiene la razón: en nuestro tiempo lo criticamos todo. Criticar ya no es un ejercicio de sabios, intelectuales, académicos, autoridades. No. Todos lo hacemos: criticamos la decisión del presidente, del alcalde, el discurso de la actriz, la jugada del futbolista, la canción del rockero, el nuevo libro que no hemos leído ni leeremos, el programa de anoche. Ah, sobre todo eso, la televisión. No sé si me equivoque, pero me parece que uno de los objetos sobre los cuales se dirige la crítica del mundo entero con mayor encono y apasionamiento es la televisión. 

El turno, ahora, es para el reality ‘Colombia’s Next Top Model’. En una columna publicada en este diario hace un par de días, un fotógrafo decía que lo que sucede en ese reality no es más que un espectáculo que nada tiene que ver con la realidad, en el que se aprovechan de un grupo de mujeres para generar rating. Tiene un poco de razón. Lo que no me explico es por qué se indigna. ¿Acaso ya no sabemos todos que así es como funciona? ¿Acaso ya no sabemos que así funciona el mercado? 

Me sorprende que aún nos indignemos porque la televisión busque ‘rating’ de formas que no creemos del todo ortodoxas. Me sorprende porque eso viene pasando, creo, desde que la televisión existe. Y nos seguimos quejando, pero la seguimos viendo y entonces, el rating sigue subiendo. 

Con franqueza, lo que a mí me parece absurdo es que le pidamos a un programa de televisión  comercial que sea tan políticamente correcto como para que eduque a nuestros hijos. 

Absurdo que sigamos insistiendo en que la televisión comercial satisfaga todas las exigencias éticas de todos los que la ven. Absurdo que aún no entendamos: la televisión comercial solo tiene un imperativo, el de la oferta y la demanda. Eso no significa que pueda admitirse cualquier atrocidad en la televisión, pero mientras no se infrinjan las normas, la verdad es que todo es válido. Sí, todo lo es. Y me parece que con ‘Colombia’s Next Top Model’ no se infringe ninguna, porque si, digamos, hay un niño viendo lo que no debe ver a esa hora, la responsabilidad no es del canal de televisión. ¿O sí?  Hay quienes dicen no estar de acuerdo con el trato que reciben las modelos por parte de los conductores del programa y con las pruebas a las que son sometidas, porque algunas atentan contra su integridad física. 

Yo conozco poco el mundo del modelaje, pero en cambio conozco bien el mundo real, el de todos los días, el que vivimos todos. Y, la verdad, me parece que lo que esas niñas viven por cuenta de los conductores del programa es básicamente lo que vivimos todos a diario.  Todos padecemos la presión de nuestro trabajo, todos hemos recibido malas palabras de nuestros jefes, de nuestros subordinados, de nuestros hijos, de nuestros amigos. El mundo es duro, es difícil. El mundo no es políticamente correcto.

 Si buscas un trabajo en el que te obligan hablar inglés y en la entrevista, intimidado, no lo puedes pronunciar bien, seguramente recibirás burlas y perderás el puesto.   Si James no hace el gol, ya sabemos lo que pasa. Si tu hijo no te lleva buenas calificaciones... No sé si eso está bien o mal, porque la discusión moral no tendría término, solo sé que es así. Que la vida actual funciona bajo presión, con durezas. Que el mundo, repito, no es políticamente correcto. ¿Que una modelo no necesita ser denigrada? Eso es cierto. El asunto es que la humillación está en todas partes, no solo en el reality, y no es solo con las modelos.  La alternativa más fácil es criticar un simple programa de televisión. La más compleja es criticar a la sociedad  que garantiza que ese programa sea un éxito. Por cierto, a la hora en que  se emitía el reality el miércoles pasado y varias de las niñas  caían contra el piso de la pasarela, en Señal Colombia podía verse un documental sobre lo que significa ser colombiano. Las simetrías de la vida...

P.D. Hay que exigirle un poco más a la sociedad y menos a la televisión. Lo único que se le debería exigir a ese reality es que entretenga. La verdad es que es terriblemente entretenido.

*Egresado de Comunicación Social de la Universidad del Valle. Cargo:  reportero de Gaceta y de la sección Vé de El País. Ganador del premio de periodismo alemán Ulrich Wickert 2016.

“Una modelo no necesita ser humillada”: Isabel Peláez*

 

[[nid:609472;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2017/01/isabel-pelaez.jpg;left;{Isabel Peláez.Foto: El País}]]

Si bien es cierto que la vida de una modelo no es fácil, que debe superar fobias, tener una caparazón para soportar críticas y pasar por entrenamientos físicos y psicológicos en los que su capacidad de resistencia se pone a prueba, no es real que, por dinero o fama, deba someterse a la humillación pública, a un trato despectivo o a la vulneración de su dignidad por  un contrato publicitario. 

En el programa de Caracol Televisión, ‘Colombia’s Next Top Model’ 2017, se les ha sometido a las participantes a pruebas surrealistas en las que deben desfilar por pasarelas con trampas giratorias, soportar varios minutos bajo el agua  para lograr una foto casi imposible, recibir la presión psicológica  de Franklin Ramos, quien se supone que está allí para ayudarlas, y aguantar las crudas críticas de los jurados y de  una entrenadora física,  que a una joven  puede conducirlas a problemas como la anorexia, la bulimia, la depresión o el suicidio.  

Maltratar para conseguir resultados fue algo que aplicó Donald Trump (hoy presidente de los Estados Unidos) en Miss Universo con Alicia Machado, a quien públicamente  avergonzó por estar pasada de peso. ¿Está mal si lo hace Donald Trump pero está bien si lo hace Franklin Ramos?

Poner en riesgo la integridad física de las jóvenes en un carro que viaja a toda velocidad mientras ellas intentan cambiarse, propinándose tremendos golpes y  exponiendo sus cuerpos desnudos ante miles de televidentes    no es algo  que corresponda a la realidad del modelaje en  Colombia. Si bien deben cambiarse rápido entre una pasarela y otra, en un evento de moda, no lo hacen  en un vestier rodante ni expuestas al público. Es real que muchas  han sufrido torceduras de tobillos y caídas en la pasarela, pero se trata de casos fortuitos, no del pan de cada día en esa profesión.

La forma en la que se les estimula para que den resultados en el programa  tampoco es la más sana. Ramos hace énfasis en  el dinero que ganarán por cada prueba y al final del programa, como si el factor económico fuera lo único que mueve a estas jóvenes más que   una profunda pasión por su oficio. Me consta que esto último es lo que  ha motivado las carreras de vallecaucanas como Mónica Castaño, Yuriko Londoño  y Johanna Ríos. La primera venció su timidez, la segunda salió adelante  sin un padre que la apoyara y la tercera, víctima de la violencia,  tuvo la  resiliencia   para hacer realidad el sueño de ser modelo.  

Qué pensarán los televidentes más jóvenes, en proceso de formación,  tal vez que esa que muestra el programa de Caracol es la realidad del modelaje en Colombia, que para ser modelo se necesita recibir golpes y maltrato verbal, y de paso sacrificar la dignidad. Fotógrafos de moda como Miky Calero lo ratifican. No es así. Ni más faltaba. 

Sabemos que los canales de televisión están en una guerra por el rating, no se justifica este circo romano en el que al televidente se le incita a burlarse del mal ajeno y  se juega con la magia de la  edición para convertir en ‘batalla campal’  una discusión normal en plena  convivencia en la Top House (allí viven las concursantes).

Aquí  las concursantes firman un contrato en el que aceptan las pruebas, pero en la vida real  hasta la propia Carolina Cruz, presentadora del reality, ha  rechazado propuestas jugosas que atentaban contra su amor propio. 

He sido seguidora de realities. Pero no me esperaba ese espectáculo grotesco en el que involucran a esas niñas para satisfacer el morbo de los televidentes. Si tiene hijos, analice el mensaje que el programa deja en ellos. En las niñas quedará la sensación de que hay que ser flaco para triunfar y en los niños, que todo maltrato (verbal o físico y dirigido a la mujer) se vale  para llegar al éxito. Contra estos estereotipos se lucha en las pasarelas del mundo donde  Ashley Graham  demuestra que las tallas grandes caben en esta profesión y que ser sexy no es sinónimo de ser flaca.

Prefiero a las modelos de carne y hueso que he visto en el Cali Exposhow, que se mueren de emoción y de nervios por salir a la pasarela y se dan ánimos entre ellas antes de cada casting. A las que comen sanamente y se cuidan en el gimnasio, pero por su propio bienestar y no por la presión de un entrenador. A esas que no son las más bellas ni las más delgadas, e incluso, las que no tienen piernas. Ellas   han demostrado que el modelaje es un oficio digno.

*Egresada de: Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Occidente. Cargo: Reportera de cultura, entretenimiento y tendencias de El País. Ha sido ganadora del premio Colprensa, reportera del año del Premio  Rodrigo Lloreda y nominada al Alfonso Bonilla Aragón.

Sobre el reality

Tercera temporada

El pasado 10 de enero  arrancó la tercera temporada de ‘Colombia’s Next Top Model’ por el canal  Caracol que tendrá en total 21 capítulos. 

Son en total  13 concursantes que compiten para convertirse en la nueva top model colombiana. Deberán  asumir retos como las pasarelas, los comerciales y sesiones  fotográficas. 

Trae en esta ocasión  a la presentadora Carolina Cruz.  Franklin Ramos es el guía de las modelos.

Los jurados de esta edición,  encargados de escoger a la mejor modelo del país, son  la modelo Karen Carreño (debutante), el fotógrafo Mauricio Vélez y la experta en moda Kika Rocha.

Cabe recordar  que en la versión de ‘Colombia’s Next Top Model’ del 2014 las ganadoras Yuriko Londoño, Lina Cardona, Lilibeth Romero y Juliana Moreno fueron elegidas  Chicas Águila, obtuvieron reconocidos contratos de modelaje y acompañaron a la Selección Colombia en el pasado Mundial de Fútbol en Brasil.

Yuriko Londoño  creó la marca Yuriko Swimwear de vestidos de baño.

Premio

El premio mayor  para la ganadora que logre destacarse  en la ‘Top House’ será de $200 millones y  un carro último modelo que también podrán disfrutar otras dos finalistas.

Duras pruebas

Las primeras pruebas  tuvieron una dificultad muy grande, en especial los primeros días. 

La pasarela con discos rotatorios fue altamente criticada porque varias de las modelos sufrieron duras caídas o se vieron en riesgo de sufrir esguinces o fracturas de tobillo.

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