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Mónica Lewinsky habló sobre el infierno que vivió por el matoneo 'online'

Mónica Lewinsky rompe el silencio y cuestiona la “Cultura de la Humillación” que expone a los individuos al juicio mediático y en redes sociales. S.O.S.

28 de marzo de 2015 Por: Paola Guevara | Editora de Vé.

Mónica Lewinsky rompe el silencio y cuestiona la “Cultura de la Humillación” que expone a los individuos al juicio mediático y en redes sociales. S.O.S.

Si usted busca el nombre “Mónica Lewinsky” en Google, a parecerán 7 millones 240.000 resultados. Una cifra intimidante si se tiene en cuenta que no es una cantante, ni una actriz ganadora del Óscar, ni inventó nada. Aunque con ella sí se  inauguró algo: el ciberbullying. 

Mónica Lewinsky ahora rompe el silencio que mantuvo por 16 años.  La mujer que a los 22 años tuvo un sonado romance con el entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, ha decidido dejar de ocultarse y comienza a hablar claro y alto, lo suficiente para que puedan escucharla todos aquellos que han sido víctimas del matoneo cibernético, del acoso mediático.

Lewinsky regresa tras décadas de sufrir depresiones profundas por lo ocurrido y tras asistir al  desmoronamiento de su vida profesional y personal, para advertirnos sobre los peligros de esta “cultura de la humillación” que devora a sus víctimas hasta conducirlas, a veces, al suicidio.

Un error muy caro

Monica Samille Lewinsky nació en San Francisco, California, un 23 de julio de 1973. Estudió  psicología en el Lewis and Clack College y a los 22 años de edad trabajó  como becaria no remunerada en la Casa Blanca, durante el mandato del presidente Bill Clinton, de quien se enamoró siendo virgen. 

La atracción mutua desembocó en relaciones sexuales clandestinas de las que Mónica le hablaba a una compañera de trabajo,  la secretaria Linda Tripp, en confidencia. 

Fue ella,  la secretaria que no guardaba secretos, quien comenzó a grabar las conversaciones telefónicas que sostenía con Lewinsky y donde esta le narraba los detalles  sobre su affaire con el hombre más poderoso del mundo. En total fueron 20 horas de conversaciones grabadas.  

Linda Tripp fue la encargada de pasarle estas grabaciones secretas a Kenneth Starr, abogado y ex juez, designado por el presidente norteamericano Bill Clinton para ocupar la Oficina de Consejeros Independientes.

Kenneth le presentó al Congreso el famoso ‘Informe Starr’, que fue la base para el juicio en  contra de Clinton y el corazón del escándalo que ha sido llamado  “Monicagate”. 

Porque, aunque Clinton y Lewinsky negaron en un principio su affaire,   ella terminó por confesar que le había practicado sexo oral al Presidente en el Despacho Oval de la Casa Blanca.

Clinton juró con su mano sobre la Biblia que que nunca tuvo sexo con la joven pasante. Pero fueron hallados restos de su ADN en el vestido azul de Mónica que no había sido llevado a la lavandería.

No solo el Congreso de los EE.UU. sino la prensa mundial conoció  la transcripción de las conversaciones de Mónica Lewinsky. Luego los audios donde ella confiesa su amor por el Presidente, su intimidad y su distanciamiento, fueron transmitidos por la televisión y algunos de esos fragmentos aún se encuentran hoy en línea. 

La información consignada en el  ‘Informe Starr’ dio lugar a   una acusación penal  contra del Presidente por delito de perjurio.  No obstante, el escándalo para él ya no es más que una graciosa anécdota del pasado, algo así como la cereza en el inmenso pastel de su fama y su poder.  

En cambio, a  Lewinsky le correspondió la peor parte. Las agresiones, los juicios, las burlas que recibió y que aún recibe sin piedad desde todos los frentes mediáticos son el pastel. ¿La verdadera Lewinsky? Tan solo la insignificante cereza.       

16 años después

En entrevista con la revista  Vanity Fair, Mónica Lewinsky admitió que su relación con Bill Clinton en  1998 fue “de común acuerdo”. 

Y explica: “Desde luego, mi jefe 

se aprovechó de mí, pero me mantendré siempre firme en este punto: fue una relación consensuada. Cualquier abuso vino posteriormente, cuando se me convirtió en un chivo expiatorio para proteger su poderosa posición”.

"Fui vilipendiada  como golfa, p***  zorra, fácil, bruta y, por supuesto, ‘la otra’. Fui vista por muchos, pero pocos me conocían", Mónica Lewinsky.

Ella escribió   sus memorias, vendió productos contra la obesidad, terminó la carrera de psicología social en el London School of Economics y quedó guardada en la letra de 40 canciones de música rap y en la memoria  de varias generaciones como la arpía sin escrúpulos que tuvo sexo “inapropiado”  con el poderoso hombre casado.

La moraleja 

Ha tenido tiempo para procesar lo que ocurrió, para perdonar sus propios errores, para madurar, para crecer. Por eso, Mónica Lewinsky pronunció un emotivo discurso ante 1500 menores de 30 años en la pasada cumbre de Forbes, y ahora lo hace en la conferencia de Tecnología, Entretenimiento y Diseño, TED. 

Aquí,  algunos de los apartes de la impactante  conferencia de Lewinsky, que puede verse a través de YouTube:

 “Probablemente soy la única persona con más de 40 años que no quisiera volver a tener 22 años. A la edad de 22 años me enamoré de mi jefe. Y a la edad de 24 aprendí las devastadoras consecuencias”.

“¿Pueden levantar la mano  los que a la edad de 22 años no cometieron ningún error ni hicieron nada que lamentaron?”.

 “Algunos, incluso, se enamoraron de su jefe. A diferencia mía, su jefe no era el presidente de los Estados Unidos de América”. 

“No pasa un día sin que se me recuerde mi error. Y lamento ese error profundamente”.

“En 1998, después de haber sido arrastrada a un romance improbable, me vi envuelta en el centro de una vorágine política, jurídica y mediática que  nunca habíamos visto”. 

“Tres años antes las noticias solo se consumían de tres lugares: leyendo un periódico o una revista, escuchando la radio o viendo la televisión. Eso era todo. Pero ese no era mi destino. En cambio, este escándalo les llegó a ustedes a través de la revolución digital”.

“De la noche a la mañana pasé a ser una figura completamente privada a una figura humillada públicamente a escala mundial”. 

“Este juicio apresurado, motivado por la tecnología, llevó a multitudes virtuales a lapidarme (...) Era fácil olvidar que esa mujer tenía dimensiones, que tenía un alma, y que esa alma alguna vez no estuvo rota”. 

“Cuando esto me sucedió hace 17 años no había nombre para ello. Ahora lo llamamos acoso cibernético o matoneo en línea (...). En 1998 perdí mi reputación y mi dignidad. Perdí casi todo, y casi pierdo mi vida”.

“No era muy común esto en 1998. Me refiero al robo de palabras de uso privado, acciones de personas, conversaciones o fotos, para luego hacerlo todo público sin consentimiento, fuera de contexto, y sin compasión”.

“Hoy el paisaje se ha poblado tristemente de más casos como el mío. Ya sea que alguien cometa un error o no (...) En septiembre de 2010 un estudiante de primer año de la Universidad de Rutgers, llamado Tyler Clementi, fue filmado secretamente por su compañero de cuarto mientras tenía relaciones íntimas con otro hombre. Cuando el video  se filtró a Internet, la burla y el acoso cibernético se encendieron. Días más tarde, Tyler saltó del Puente George Washington para matarse. Tenía 18 años”.

“En 1998 mi mamá se sentaba en mi cama cada noche... me hacía ducharme con la puerta abierta... pues mis padres temían  que todos fueran a humillarme hasta matarme”.

“Hoy en día muchos padres no han tenido la oportunidad de intervenir a tiempo para salvar a sus  hijos. Demasiados supieron de la humillación de sus hijos cuando ya era demasiado tarde”. 

“En línea, tecnológicamente mejorada, la humillación se amplifica”. 

“Necesitamos comunicarnos en línea con compasión, consumir noticias con compasión, y hacer clic con compasión”.  

 

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