"Me dejo llevar por las sensaciones y siempre soy así": Galy Galiano
Los caleños no solo recordamos a Galy por las baladas y las rancheras, sino por la salsa y por ser un artista integral. Así lo define Alejandro Galvez, director de Radio Uno en Cali.
Brian Moreno dice que, como persona, de Galy aprendió a ser alguien que confía en lo que tiene, hace y sabe. Y agrega: Él es alguien que ha creído en el sueño colombiano porque ha podido hacer todo lo que sabe en su país.
Y es que una vez al año Galy, quien vive actualmente en Chía, Cundinamarca, regresa a Chiriguaná para recordar, arrullado por la mecedora, esas madrugadas en las que se asomaba para ver el paso de las guacamayas. Ahora les hace trucos con monedas y cartas a los niños de la región.
Galy llegó a Bogotá como turista y terminó tocando el bajo en tabernas y discotecas. Ofreció clases de bajo y de guitarra, que anunció por clasificados. Dice que los alumnos sabían más que él, pero como yo tenía ese feeling de la costa, se impresionaban con eso. Era lo que vendía.
Encontrarse con el productor cubano Ricardo Acosta fue clave, con él grabó su primer disco, Frío de ausencia, inspirado en un poema escrito por su padre, Orlando Galeano. En Guatemala recibió el premio Dama de Plata por el disco más vendido del año.
De ese primer viaje tiene su anécdota: Resulta que me entregaron el pasaporte y no me gustó. Yo había quedado muy raro, más raro de lo que era. Parecía una gallina con el pescuezo pelado y copete. Me fui a un sitio de fotografía y me hice tomar una foto con una camiseta nueva que me compré. Pegué la foto con cinta en el pasaporte y cuando iba pasando inmigración, me llevaron preso. Pequé por ingenuo.
Para su hija, Melissa Galeano, su padre es un músico que tiene el sello de ser auténtico, de hacer lo que quiere hacer y no lo que le impone una disquera, por eso le ha ido tan bien.
Precisamente Galy incursionó en 1991 en el género salsa con el tema Cómo la quiero, cuánto la extraño. Todo el mundo lo llamó loco, por incluir una salsa en un disco de baladas, pero la canción llegó a México donde fue número uno y estuvo entre las 30 canciones más importantes de salsa y más vendidas en el mundo. Obstinado, como es, en 1992 publicó Sólo salsa, que triunfó en Estados Unidos, México, Centroamérica, Ecuador, Colombia y en 1994 le otorgó el Premio Ronda al álbum más vendido en Venezuela.
Ese mismo año retornó a la balada con el álbum Amor de primavera, cuyas ventas pasaron las 400 mil copias. Dos años después incursionó en la ranchera con el álbum Me bebí tu recuerdo, que obtuvo ventas por más de 500.000 ejemplares y logró los primeros lugares en las listas de ese género musical. Entre 1997 y 1998 lanzó otras dos producciones de ranchera: Bebiendo para olvidar y No volveré a casarme, que lo llevaron de gira por centro y suramérica. En 2013 estuvo en Honduras promocionando su disco Galy Galiano 30 años, en el que incluye Pequeño motel, Vestido rojo, De que duele, duele, Todo es prestao, El que persevera alcanza, entre otros. Incluso, Brian Moreno, cuenta que Galy tiene guardados temas de reguetón que hizo cuando aún no existía el género.
El propio cantante explica que es muy dado a apasionarse cuando algo le gusta.
Me dejo llevar. Soy de esas personas que no necesitan tanto esfuerzo para hacer lo que creen. Me dejo llevar por las sensaciones y siempre soy así, si me gusta una canción de reggae, la grabo, si me gusta pintar, lo hago. No puedo desprenderme de mí mismo, eso es lo que la gente debe entender, que un artista es una persona, que tiene emociones muy profundas.
Es muy difícil separarme de esas emociones que me obligan a ser como soy. Ahora estoy pensando hacer una exposición de los cuadros que he pintado al óleo, explica. Galy se describe como pacífico, pero dice que es su perfeccionismo lo que lo vuelve un poco extremista. Si alguien hace las cosas mal y me dicen que está bien, eso me saca de casillas, dice el cantautor cuya historia los colombianos verán en la novela del canal RCN 'Todo es prestao'.
A propósito de la novela, su nombre fue inspirado en la canción escrita por su hijo Mauricio Galiano, e interpretada por Galy, quien ya cuenta con 32 años de carrera y que según él tiene un mensaje: La vida tienes que vivirla y compartirla con los demás, no debemos sentirnos más que nadie, todos valemos igual, porque al final de la vida la casa, los hijos, la belleza y hasta el perro son prestados.