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Lo difícil de ser mujer, según Susana y Elvira

Con humor, Susana y Elvira describen cómo la mujer de hoy se enfrenta a una sociedad que la envejece de forma prematura.

22 de mayo de 2016 Por: Redacción de El País

Con humor, Susana y Elvira describen cómo la mujer de hoy se enfrenta a una sociedad que la envejece de forma prematura.

Antes, cuando tenían veinte años, dicen Susana y Elvira,  “el problema era que no teníamos con quién, entonces nos concentrábamos en la escasez de opciones para dejar que el tiempo pasara entre lamentos, tragos y fiestas, donde un bebé no hubiera tenido cabida”. Hoy la historia es otra, según  María Fernanda Moreno y  Marcela Peláez (Susana y Elvira), autoras de ‘Con fecha de vencimiento’, “ahora tenemos con quién, pero debemos  aceptar que no tenemos tantas ganas, o peor, ni siquiera tenemos claro si tenemos ganas o no”. 

Según las  autoras de ‘Lo entendimos todo mal’, convertidas en personajes en su blog susanayelvira.com el tiempo no se cansa de presionar a las mujeres, que deben decidir mil cosas: “¿Este es  el que quiero como papá de mis hijos? ¿Qué pasa si el engendrito me sale con cola de marrano porque quedé embarazada después de los 30? ¿Tendré plata para pagarle colegio y  universidad? ¿Nunca más  podré ir de viaje mochilero? ¿Seré buena mamá?”. 

 Y mientras el atractivo en los hombres aumenta con los años, en las mujeres decrece. De  los  ‘fofisanos’, del tipo de Leonardo DiCaprio y Gerard Butler, que se exhiben felices con sus vientres protuberantes  ante los paparazzi, mientras  pasan  sus vacaciones  en St. Barts   la prensa dice: ‘Les sientan los años’. En cambio, cuando captan a una actriz  en bikini con kilos de más y  celulitis, señalan: ‘Está deprimida’ ‘Por eso el marido la dejó’.    Anne Hathaway decía:  “A mis  20  ganaba papeles   para mujeres de 50. A  mis 30 pienso: ¿por qué esa de 24 se lo ganó?’ Yo fui esa de 24, no puedo molestarme”. Maggie Gyllenhaal dijo que a los 37  la consideraban “muy vieja” para interpretar el interés romántico de un tipo de 55.

Ellos y ellas...

Los hombres maduran para convertirse en un reloj de bolsillo Patek Philippe de conmemoración de sus 150 años, según Susana y Elvira “nos convertimos en una camiseta de Forever21 con una semana de uso”. A ellos se les permite envejecer, sin penalidad,  lo que la escritora Susan Sontag llama la doble moral del envejecimiento.  Si una mujer se queda solterona, la gente dice que fue “por fea, mala, vieja o todas las anteriores” no porque ella lo eligió, y si un hombre se queda solterón es porque no ha salido del clóset o quiere mucho a su mamá. 

Por otra parte,  Colombia heredó la narcoestética mexicana. En los años  80 y 90 los narcos buscaron   mujeres voluptuosas, hipersexualizadas. Y las mujeres adaptaron sus cuerpos y modas a dichos símbolos para que alguno la sacara de pobre; subieron y engrosaron las cejas a lo  Cruella De Vil ochentera, respingaron su nariz,  aplicaron colágeno a los labios,  se quitaron grasa abdominal para lucir descaderados, y  se pusieron bolsas de silicona en las nalgas y en los senos para exhibir escotes peligrosos.

No somos libres de envejecer

Dicen las autoras que pese a  que hoy en día pareciera que podemos envejecer mejor, al poder elegir lo que se consume, escoger  entre salud pública o privada o  la forma como  se ahorrará o se invertirá para la pensión, no todos tenemos esos privilegios. Y el mensaje de la publicidad sigue siendo: “Eres vieja, necesitas verte joven”. Los productos de antienvejecimiento generan muchos petrodólares y  los comerciales gritan: “Te damos permiso para envejecer,  pero procura envejecer con gracia  como Charlize Theron, no como Brigitte Bardot”. 

Desde los años 60, la editora de Vogue Estados Unidos, Diana Vreeland, introdujo el término ‘youthquake’ (el terremoto de la juventud’), movimiento en el que los adolescentes dominaban la música y la  moda. Yves Saint Laurent dijo una vez: “Antes, una chica quería parecerse a su madre, ahora ocurre lo contrario”.  Esa idealización de la juventud se ve en  catálogos de moda, comerciales con niñas hipersexualizadas y en actrices que  hacen papeles escritos para mujeres mucho mayores que ellas”

‘Me gusta’ o ‘No me gusta’

 Hoy en día, cuando a una mujer le van a presentar a alguien, después de las referencias básicas: “Tiene X años, está soltero hace X tiempo, trabaja en tal cosa, tiene o no hijos, tiene buen humor, es juicioso y está churro”, luego se hace algo que antes era impensable: ‘googlear’ al tipo: buscar sus fotos, ver su perfil en Facebook y otros contenidos para tomar la decisión de si ir o no a la cita.

 En sitios de online dating, la foto del candidato está en primerísimo primer plano, si la foto le llama la atención, se lee la descripción y  luego las característica  de la pareja que busca. Y está Tinder,   el éxito radica en qué tan atractiva es la foto de su perfil. Si damos like a un perfil y éste nos da like, podemos entrar en contacto, de lo contrario no.  Como quien dice, “la comida entra por los ojos”: Llámese TInder, Instagram, Pinterest, Snapchat y otras aplicaciones.    

Lo que dice la foto de perfil

Un reconocido fotógrafo nacional suele definir la selfie como “la masturbación de la fotografía”. Y varios académicos y psicólogos se han dado a la tarea de entender qué es lo que alguien quiere decirle al mundo con sus fotos del perfil. Por ejemplo... Foto en grupo: “Soy súper sociable y tengo un resto de amigos”. Foto del perro: “Soy mejor que todos ustedes porque tengo un perro, soy sensible y generoso, pero tengo problemas de autoestima (por eso es mejor que mi perro ponga la cara por mí, así verán lo (a) tierno (a) y buena gente que soy)”. Foto con el novio/esposo/machuque/loquesea: “¡Muerdan el polvo, solteros del mundo! ¡Ja!”. Duck Face (Cara de pato): “Soy súper sexy, pero súper, súper sexy”. Foto de la ecografía o del recién nacido: “Muerdan el polvo solteros y no padres del mundo. ¡Ja, ja!”. Selfie desde arriba con la cara ladeada: “De perfil me veo sexy, de frente como un plato, mi belleza la define el ángulo”.

Qué hace sentir vieja a SusanaCuando le traquean las rodillas al bajar escaleras.Cuando se refiere a sí misma como “joven” y sus estudiantes se le ríen ¡en la cara!Cuando se aproxima al mundo joven como mamá y no como igual y dice cosas como: “Esa niña no debería estar tan borracha en la calle, ¿dónde estará la mamá?”, en lugar de: “¡Qué buena rasca la de ella”. Cuando es la mayor de un parche. Cuando ya no sabe cómo habla “la gente joven”.Cuando comienza una oración con: “YO a tu edad”...Qué hace sentir vieja a Elvira Cuando el ojo hinchado se demora más de tres días en regresar a la normalidad.  Cuando le toca tomarse un diurético para que se le deshinchen los pies en tierra caliente. Cuando ve las fotos de los primos chiquitos que ya están en la universidad. Cuando come carne roja por la noche. Insomnio asegurado.Cada que aparece el pelo rebelde de la quijada.Cuando pide que le llamen al administrador de un establecimiento para poner una queja. Cuando hace cuentas de hace cuánto se graduó de la universidad y del colegio.

 

 

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