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La vida de Kike Santander contada por sus seres más cercanos

Kike toca lo que le pongan, piano, guitarra, tiple, acordeón, “en un momentico le hace una poesía de lo que quiera”, dice la mamá.

29 de septiembre de 2013 Por: Isabel Peláez | Reportera de El País.

Kike toca lo que le pongan, piano, guitarra, tiple, acordeón, “en un momentico le hace una poesía de lo que quiera”, dice la mamá.

Judith Lora de Santander, mamá de Kike Santander, cuenta que cuando él tenía pocos meses de vida y lloraba por algo, ella le rasgaba un tiple o una guitarra, y “él se quedaba lelo oyendo y ya no lloraba más”. “Cuando ya tenía dos añitos, me llevaba de la manito al equipo de sonido para que yo le pusiera: ‘Se va, se va la barca, se va con el pescador, y en esa barca que cruza el mar, se va, se va mi amor’. Le ponía el disco y él se sentaba con su chupito al pie del equipo y no jugaba, se quedaba ahí sentado y me pedía que se lo repitiera toda la mañana”. A sus ocho años Kike pidió un acordeón y los dejó aterrados porque “él solito sacaba todas las canciones”.De músico, poeta y científico loco, Kike tenía de todos un poco. Cuando tenía 12 años, su papá le compró un telescopio grandote y por las noches, se subía al techo a mirar las estrellas, y su mamá tenía que ir a buscarlo allá. Hoy en día él le dice el nombre de las estrellas, de las constelaciones, las condiciones de cada planeta. En el colegio Berchmans, cuando los niños salían a jugar fútbol y básquetbol, Kike se quedaba leyendo libros de física y de química. Un día su mamá fue a recogerlo y se lo encontró en un corredor sentado contra la pared. “Yo dije: ‘Me lo castigaron, ¡Dios mío, qué hizo Kike!’ Resulta que estaban en un examen de química y física y para que él no le soplara a los otros muchachos lo sacaron del salón”.Según su hermano Gustavo, “Kike era un estudiante brillante, pero cuando se graduó de Medicina en la Universidad del Valle, estaba ganando ya mucho dinero en la música y tuvo una crisis muy fuerte, una dicotomía entre seguir con la medicina o con la música”. Se decidió por la segunda. Por algo los profesores de música le decían a su papá: “Doctor Santander no tenemos nada que enseñarle a su hijo, él nos sale adelante”. En el Conservatorio Antonio María Valencia y con el profesor Cicerón Marmolejo (fallecido), consolidó sus conocimientos en teoría musical. Kike toca lo que le pongan, piano, guitarra, tiple, acordeón, “en un momentico le hace una poesía de lo que quiera”, dice doña Judith, “se lo heredó a su papá, poeta y músico”. Él murió hace 23 años, cuando Kike tenía 22 años. “Ambos hijos lo adoraban, les fomentó el gusto por la música”. No es exagerado decir que Kike Santander le saca música hasta a un tarro. Su mamá dice que cuando él estaba haciendo el disco de Gloria Estefan, en Miami, necesitaban un sonido que no tenían ni los instrumentos ni los teclados, y él se salió del estudio y se encontró unos tarros de pintura y allí hizo los sonidos.Cuando tenía 16 años, Kike era el centro de las reuniones, tocaba la guitarra y cantaba. Pero era tímido con las niñas. En la universidad se volvió “tremendito”, en palabras de su mamá, que tenía que pelearle porque pasadas las diez de la noche lo llamaban y él se levantaba a atenderlas, “vivían detrás de él”. Se pasa de noble, dice ella. “Le pueden arrancar la cabeza y no le guarda rencor a nadie. A Gloria, su primera esposa, la ayuda si lo necesita, se desvive por su hijo Sebastián (que vive con ella). En casa de Kike y Adriana (segunda esposa), el joven tiene su cuarto y con su papá se dan un día a la semana para salir y hablar de cosas que nadie más puede saber”. El joven quien a sus 2 años cantó ‘Ángel’ en un disco de Cristian Castro, y que ahora tiene 18 años, es descrito por su abuela como “genio”. “Mi nieto se ganó hace dos meses un concurso entre 60 músicos. Me atrevo a decir que es más músico que su papá”.

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