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La nueva película del español Pedro Almodóvar: fetichismo al 100%

La Premiere Selecta exhibe ‘La piel que habito’en una función exclusiva el 28 de enero.

20 de enero de 2012 Por: Alberto Posso | Especial para El País

La Premiere Selecta exhibe ‘La piel que habito’en una función exclusiva el 28 de enero.

Ella era su inspiración, su modelo de hermosura, su cuerpo y rostro perfectos. Tanto la amaba que llegó incluso a perdonarle una infidelidad. Se la arrebató a la muerte en forma de un automóvil en llamas, paciente curó sus heridas e intentó recuperarla como vivía en su mente, aplicando en ello sus brillantes descubrimientos sobre una piel artificial, prodigio de la dermatología contemporánea.Pero no pudo retenerla. Ella se fugó al otro mundo, a pesar de todos sus esfuerzos. Impotente, pero no resignado a su trágico destino, el cirujano plástico Robert Ledgard empezó a planear en su mente atormentada cómo revivir a su esposa y adorada musa, cómo moldear un cuerpo a su antojo, para que fuera exactamente igual que ella, tan bella, sutil, esbelta y femenina, de la forma como siempre debía haber permanecido ante sus ojos enamorados.Fetiches, ensueños, estereotipos y una alta dosis de irreverente desparpajo es la mezcla que bate Pedro Almodóvar en su nueva película ‘La piel que habito’. Es claro que apenas se basa levemente en la popular novela ‘Tarántula’, escrita por el francés Thierry Jonquet en 1986 y que ahora es materia de curiosidad para miles de lectores de publicaciones literarias de libre acceso en internet.El meollo del libro original es la venganza. El relato gira en torno a un cirujano estético, cuya vida se encuentra obsesionada entre una hija presa de juvenil locura y enclaustrada en un manicomio; y una mujer sofisticada y elegante a la que secuestra y logra manejar a su antojo.Pedro Almodóvar apenas toma el eje narrativo: una venganza cruel, soterrada pero grandilocuente, íntima pero desmesurada, poderosa pero inadvertida. Antonio Banderas se pone la piel del doctor Ledgard con talentosa propiedad, se sumerge en una psiquis enferma, cuyas desviaciones no van a tener límite, y se aprecia como si el guante le ajustara a la perfección.So pena de advertir a los espectadores detalles del enigma fílmico que podrían entorpecer el disfrute de ‘La piel que habito’, sólo puede agregarse que Almodóvar nunca puede dejar de lado su empeño por alegar que una línea muy delgada divide la sexualidad humana entre lo masculino y lo femenino. Que en cierto momento todos somos heterosexuales u homosexuales, o que la cuestión es simplemente de circunstancias y conveniencias.Una película loca, disparatada al extremo, con algunos detalles poco convincentes en su accionar narrativo, como si al gran cineasta de los clásicos ‘Todo sobre mi madre’ y ‘Hable con ella’, le importaran poco nimiedades que en nada atañen a la lógica. Su universo siempre será una fantasía de tal magnetismo que quedamos electrizados ante sus cuentos, como viviendo una ‘ultrarealidad’ en la que todo es posible.Además de ser el largometraje numéro 18 del único cineasta español comparable al mítico Luis Buñuel, ‘La piel que habito’ significa el revivir del romance con el divo de sus comienzos, Antonio Banderas, suspendido desde 1989 cuando ambos se convirtieron en símbolos del cine mundial gracias a ‘Átame’.No desconoce Almodóvar que su cinta es un curioso popurrí de muchas cosas, y de los estilos fílmicos que lo han cautivado siempre. Desde Fritz Lang hasta Hitchcock, desde Buñuel hasta Darío Argento, desde Umberto Lanzi hasta el lirismo de Georges Franju y su clásico de la fantasía europea, ‘Los ojos sin rostro’ (1960).Confiesa también que consideró hacer ‘La piel que habito’ muda y en blanco y negro, como un homenaje a los alemanes Lang y F.W. Murnau. Y que para la primera escena de la película, un plano general sobre Toledo, ubicó la cámara en el mismo lugar donde cuarenta años antes lo hizo Buñuel para ‘Tristana’. Colcha de retazos, ensoñaciones de un latente creador de nuestro tiempo, suma de genialidades rebeldes, lo más concreto es que ‘La piel que habito’, así se odie o se ame, a nadie podría dejar indiferente.

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