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La cita es cada martes con los Samaritanos de la Calle

Cada martes, a las 7:30 p.m. José González llega a la Iglesia de Santa Rosa para el encuentro con sus Samaritanos de la Calle, la obra que junto a un grupo de feligreses de la Iglesia El Divino Niño.

24 de marzo de 2013 Por: Claudia Liliana Bedoya S. - Reportera de El País.

Cada martes, a las 7:30 p.m. José González llega a la Iglesia de Santa Rosa para el encuentro con sus Samaritanos de la Calle, la obra que junto a un grupo de feligreses de la Iglesia El Divino Niño.

La cita es cada martes, a las 7:30 p.m. José González llega a la Iglesia de Santa Rosa para el encuentro con sus Samaritanos de la Calle, la obra que junto a un grupo de feligreses de la Iglesia El Divino Niño, inició en febrero de 1998. El templo es una sinfonía de olores a pan recién horneado, colada, café, chocolate y agua de panela caliente. Ahí se concentran los cerca de 22 grupos que semanalmente cumplen con la misión de que los martes nadie se acueste con hambre en el centro de Cali. Pero antes de eso, hay que escuchar la santa misa oficiada por el padre José González y comulgar. “Sin eucaristía no salimos a repartir, ese es el alimento del samaritano”, dice Ricardo Alberto Ceballos, colaborador desde hace quince años.La idea de repartir alimento surgió en la Iglesia del Divino Niño. “Un día, el Padre dijo que por cuaresma debíamos ir a la olla, a repartir agua de panela y pan a los pobres. Le dijimos sí y todos íbamos detrás de él, éramos unos católicos que hacíamos un servicio de caridad en Semana Santa”, recuerda la sicóloga Claudia Rodríguez, voluntaria e integrante de la junta administradora de Samaritanos de la Calle. Esa fue la génesis. “La primera vez que llegamos al sector la Policía me regañó, me dijo que era un irresponsable al ir con tantas personas y pretender recorrer esas calles. Empezamos a caminar y nos quitaron unas diez bolsas de pan. A los cinco minutos nos preguntaron ¿ustedes nos traen pan a nosotros? Les dijimos que sí y nos devolvieron todo. Ahí empezamos”, recuerda el padre José, quien contó siempre con el respaldo del fallecido monseñor Isaías Duarte Cancino. Hoy, Samaritanos de la Calle es más que una legión de hombres y mujeres que reparten alimento a los habitantes de la calle. La entidad ha atendido cerca de 980.000 personas, ha resocializado a 200, ha logrado que 900 tengan cédula y que unas 3000 tengan Sisbén. Todo con apoyo de unos 600 voluntarios y empresas benefactoras. Cuenta con siete hogares en la zona más deprimida de Cali, donde prestan servicios de alimentación, aseo, capacitación, guardería y atención médica a los habitantes de los barrios Sucre, El Calvario, San Pascual, entre otros. Además organiza paseos con ellos y cada año realiza misiones a poblaciones con necesidades. Para personas como Diego Alejandro Ramírez, de 36 años, la labor de Samaritanos le ha permitido cambiar su destino. “Por quince años estuve en las drogas, desde hace un año estoy en mi proceso de resocialización y hoy tengo un trabajo. Aquí me tendieron la mano y me abrieron la puerta a una vida mejor”.

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