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Jorge Cao celebra 50 años de carrera artística con espectáculo de boleros

Ese álbum se llama tal como el espectáculo de esta noche fría, ‘Boleros para un actor’, que devuelve a Jorge Cao a los años felices en que cantaba boleros, ‘feeling’ y sones en los clubes nocturnos de La Habana.

19 de agosto de 2013 Por: Lucy Lorena Libreros | Periodista de El País.

Ese álbum se llama tal como el espectáculo de esta noche fría, ‘Boleros para un actor’, que devuelve a Jorge Cao a los años felices en que cantaba boleros, ‘feeling’ y sones en los clubes nocturnos de La Habana.

Y entonces resultó que el actor cubano Jorge Cao era también cantante. Y de los buenos. Su voz suena espesa, amable, bella, profunda, y está ahora bajo una noche fría sobre una tarima instalada en el Parque Pies Descalzos de Medellín. Esa voz arranca a cantar y repasa las líneas románticas de ‘Mi ayer’, uno de esos boleros que astilla corazones, escrito por el cubano Ñico Rojas, uno de los grandes compositores de Cuba: “Ayer encontré la felicidad, ayer fuiste de mi nada más y hoy tú serás quién me dirá muy quedo amor, yo a ti también te quiero”...Y entonces vino el aplauso... La promesa que nos regala esta noche no es la de disfrutar de un cantante. No. Jorge Cao aclara que él es simplemente un actor que canta, “que canta bien, que ha estudiado técnica vocal” y todas esas formalidades. Lo hace desde que tenía 8 años y era el niñito fisgón de la casa de los Cao, allá en Villa Clara, donde nació hace 69 años. Allá donde su madre, “que tenía una voz tan poderosa como la de Libertad Lamarque” hacía dúos con el tío Andrés Flórez, “uno de los grandes trovadores de la vieja trova tradicional”. Esa fue la génesis. “Cuando ellos se reunían a cantar, yo entraba a la casa como un chico entrometido apenas para escucharlos. Hasta que de pronto el niño comenzó a cantar todas aquellas canciones de esos viejos”. Pero la música supo aguardar su momento. Tras el triunfo de la Revolución de Fidel Castro, Jorge Cao, ya de 16 años, ingresó a la Escuela de Arte Dramático de La Habana. Se graduó en el año 64 para en pocos meses ingresar a trabajar a Teatro Estudio, la compañía teatral más importante de Cuba. Pronto descubren que el único “actor egresado que además cantaba era yo y me mandaron, bajo protesta, porque yo en esa época era más dramático que una pieza de tragedia griega, al Music Hall de La Habana. Pero fue lo mejor que me pudo pasar en la vida. Allá bailaba, actuaba y, claro, cantaba”.Ese pasado de buenos recuerdos tuvo que salir a explicarlo cuando le preguntaron, hace un par de años, las razones de un disco con su voz que parecía una noticia rara en nuestra televisión, acostumbrada más a los actores fabricados en realities que a los artistas integrales. “Cuando saqué el disco la gente me preguntaba: ¿Y es que ahora te vas a poner a cantar? No, es que yo canto desde los 8 años”, les decía. Ese álbum se llama tal como el espectáculo de esta noche fría, ‘Boleros para un actor’, que devuelve a Jorge Cao a los años felices en que cantaba boleros, ‘feeling’ y sones en los clubes nocturnos de La Habana. Jorge canta escoltado por la guitarra deliciosa del maestro Rolando Ojeda, el mismo que hizo las veces de director musical de su disco. Canta y entonces de Ñico Rojas nos lleva con suavidad a César Portillo de la Luz y su memorable ‘Contigo en la distancia’. Canta y se detiene unos minutos en ‘La gloria eres tú’, de José Antonio Méndez, para que todos recuerden ese estribillo que hemos escuchado, desde niños, en tantas otras voces: “Dios dice que la gloria está en el cielo, que es de los mortales, el consuelo al morir”... Canta y se no olvida de entonar ‘Palabras’ de la dulce Marta Valdés; ‘Señora’, casi en clave de jazz, de Francisco Céspedes y varias de Benny Moré, ese que llama “el mejor cantante de la historia musical de América”. Canta esta noche para recordar que alguna vez Pablito Milanés escribió aquello de “por mi parte esperaba que un día el tiempo se hiciera cargo del fin, si así no hubiera sido yo habría seguido jugando a hacerte feliz”...Canta, pues, por puro goce. Porque cuando uno carga, dichoso, 50 años de arte en las espaldas, esas cosas pueden suceder y no hay arrepentimientos. “Este show es la historia de una historia de amor. Ese amor alocado de la juventud, y que yo viví tantas veces, y ese amor reposado de la vejez que también he sabido vivir. Me río de quienes creen que el bolero es un ritmo de viejos. Mentira: No es un género de viejos o de jóvenes, es un género para enamorados y esos, para que lo vayan sabiendo, no tenemos edad”.

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