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Galy Galiano habla de sus amores y tentaciones

14 de agosto de 2016 Por: Anderson Zapata e Isabel Peláez | El País.

Hasta Brian Moreno confiesa que ha cantado alguna vez ‘Dos corazones’, todo un éxito noventero que tiene el sello de Galy Galiano: “Quisiera tener dos corazones, uno bueno pa’ buenos y otro malo pa’ malos, para entregarlos a cada quien, y sin derecho a equivocarme, porque duelo mucho al perder”. 

El propio Galy admite que se ha dejado llevar por las tentaciones y que su tema  ‘Amor de primavera’  es un capítulo de su vida que casi le cuesta su matrimonio con Sandra Bernal, su esposa, la madre de sus tres hijos, Mauricio, de 27 años; Melisa, de 22, y Vanessa, de 14.  “He sido un poquito brinconcito.  Me he dejado llevar por el impulso, por la emoción. De pronto es genético, cultural”, le confesó a la periodista Diva Jessurum, en el programa ‘Se dice de mí’, de Caracol TV.

Eso sí, no habla de esa anécdota que trascendió de sus inicios de una joven de 17 años, que  un día antes de contraer nupcias se empeñó en ofrecerle su virginidad.

Sus más cercanos saben de su excesiva vanidad, esa que lo lleva a probar cuanta mascarilla encuentra y a tener su clóset repleto de ropa exclusiva que trae de Italia, ese en el que predominan los pantalones negros.

Él mismo se burla de su excentricidad cuando  cuenta que llegó a Bogotá con una maleta forrada en cuerina,  imitación  de piel de tigre, de la que se burlaban  los indigentes.

Su vida no ha sido color de rosa. Cuenta su esposa que cuando llegaron a Bogotá sufrieron muchas humillaciones porque no tenían cómo pagar el arriendo. Galy y su esposa se  conocieron cuando eran jóvenes y  él aún no era famoso. “La conquisté con un  piropo chiriguanero y ella cayó redonda”, bromea él. Y ya en serio, confiesa: “Ella y yo somos cóncavo y convexo, formamos un todo.  Tiene un temperamento  impulsivo,   en la vida se necesita repelerse para formar una fortaleza, ella es  mi polo opuesto,  nos confabulamos para buscar un beneficio común”. 

Juntos han vivido pruebas difíciles como en 2012 cuando salió a la luz el escándalo de la Cruz de Gólgota, del cual Galy, al igual que otros famosos, fue imagen. La Superintendencia de Industria y Comercio descubrió que era un producto  fraudulento, porque ni era de oro, ni era de gólgota. Sus promotores  eran curas falsos,  que se aprovecharon de la fe de los artistas, que cayeron incautos en la promesa que la tal cruz era la cura de todos los males.  

Incauto también fue Galy cuando fue contratado, por varios millones de pesos, para una fiesta privada: “Me vine a enterar cuando estaba  allí que iba a cantarle a Pablo Escobar y me sorprendí muchísimo”. Era el cumpleaños del hijo del narcotraficante.   

Galy no niega que fue invitado para amenizar  fiestas  de personajes ‘non sanctos’ en las cuales terminó escondido detrás del bajo, para que no lo alcanzaran las balas tanto del anfitrión como de los invitados. Estuvo en El Caguán cantándoles a los grupos en conflicto que ahora buscan la paz.

Él mismo se ha visto muchas veces en el lugar equivocado: “Canté una vez en un hotel en Colombia de cinco estrellas donde no había ni cinco personas que hablaran español, eran   puros gringos; yo estaba de moda con alguna canción, pero no sé por qué me llevaron allí, fue un gran desacierto porque  cantaba y la gente  ni fu ni fa”. 

Otra vez estaba Galy  inaugurando un centro comercial en Bogotá y le informaron que su papá había muerto. El empresario le dijo que si quería, cancelaban su concierto, pero él dijo que no, por respeto a su público. “En la segunda parte de ‘Y me bebí tu recuerdo’, la canción con la que suelo despedirme,  puse al público a cantar, y se pusieron de pie cantando, pero ya no di más,  me quebré y me bajé. El público lo entendió”, cuenta. Y tararea el tema que le nació en medio del dolor: “Mañana triste y lo vi cerrar sus ojos, del cuerpo inerte salió el alma para el cielo, como la lluvia apagaba la ventana, ¡Ay! un crudo invierno rodó por mi cuerpo empañando mi vida”. El mismo sentimiento que le dejó la muerte de su hermana, arrollada  por un carro.

Fue un poema de su padre el que le inspiró  ‘Frío de ausencia’. “Encontré en un baúl el cuaderno de cuando él estudiaba interno en Ocaña con mi mamá, donde  nació su amor; él solía tirarle los papelitos con sus poemas por la ventana para enamorarla.  Grabé un par de canciones de él, entre ellas, ‘Frío de ausencia’”.

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