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Familia, música y otras intimidades que J Balvin le confesó a El País

15 de noviembre de 2015 Por: Isabel Peláez R, reportera de El País.

J Balvin tiene claro el día que supo que lo suyo era la música. “Cuando el Niño Jesús me trajo  una guitarra, yo  ya sabía para donde iba”. En su larga charla con El País contó que en ese aguinaldo tocaba  canciones de Nirvana y que le quedó gustando tanto que en sus shows toca la guitarra.

Estudió en el Colegio Alcázares,  donde montó su grupo de rap,  y en su adolescencia vivió en el barrio Conquistadores. “Él y yo somos muy unidos, pero muy diferentes. Él es exageradamente extrovertido, yo soy más callada, introvertida”, le dijo su hermana Carolina Osorio   a El País.

Cuenta que su hermano de niño no fue un ángel. “Cuando estaba pequeñito quemó un lote. Eso hasta salió en las noticias. Le dio mucha lidia a mis papás, era muy inquieto en el colegio, hacía muchas bromas.  Pero era bueno en inglés”. Dice que tuvo una etapa de rockero  “muy miedosa. Se pintaba las uñas de negro, se vestía todo oscuro”.  

Se empezó a tatuar desde los 12 años. Y según el propio Balvin tiene ya “como 40 tatuajes, y me faltan 1000”.  Dice que aunque no se arrepiente de ninguno, se cambió el del brazo izquierdo. “No porque esté mal hecho sino  porque siento que ya esta etapa pasó,  ahora quiero  tener una sola pieza de arte completa”, explica José quien se acaba de tatuar tigres blancos.

En la universidad el panorama no fue distinto. No se concentraba en las clases por estar escribiendo  canciones.  Aprendió a tocar guitarra y piano y si no hubiera sido músico,   habría sido  empresario o médico, pues hizo un  curso de medicina.  “A él le gustaban mucho los  negocios,  pero cuando empezó a estudiar vio que sus inclinaciones iban más por el lado de la música. Se salió de Relaciones Internacionales, no es una decisión fácil de tomar, pero en mi casa lo apoyamos”, relata la hermana. 

 Y confirma lo que dice Balvin, “todos le decimos Jose y mi mamá, Josecito. Ella es su polo a tierra, la que lo centra. No ha perdido su esencia, sigue siendo amigo de sus amigos”. Prueba de ello es Dj Pope, quien lo acompaña en sus giras por el mundo: “Antes de convertirse en pionero del reguetón en el país,  también hizo parte de  Mdl ( hoy   ‘Universidad de la Calle’), de  rap y música urbana”. 

Ella  admite que su hermano era  muy celoso con ella, pero ha mejorado. “Él se mantiene  de viaje, pero cuando está acá nos mantenemos juntos,  hablamos todo el tiempo”, y con sus novias suele ser “caballeroso, atento, comunicativo, aunque es un poco imprudente”.

Otras intimidades sobre Balvin es que le gustan el rap, el reguetón y la salsa. Y es un coleccionista de gorras, chaquetas, jeans y zapatos, pero no le gustan las gafas. “Soy  más de mostrarle a la gente lo que pasa en mis ojos, no tengo nada que esconder”.

Es obsesivo con la figura porque siendo niño sufrió de sobrepeso  y eso lo traumatizó. Pero no le gusta hablar de bullying, “siento  que ese concepto vuelve más vulnerables a los niños, que lo que los adultos debemos  hacer es enseñarles a defenderse de manera pacífica. El temor al fracaso te  ayuda a ser exitoso, porque no quieres volver a vivir lo que pasaste”, explica. 

Aún ya grande, Balvin  fue víctima de la crítica. Mucha gente no creía en que el reguetón tuviera éxito en Colombia.  “A  ninguno de los nuevos artistas del género urbano en este país  le tocó hacer la tarea  de abrir camino y coger machete, como lo hice yo,   y   aunque nadie creyera, tuve que  meter  el chip  que  había  buen  reguetón para rato, y   no solamente en Colombia, sino  en Latinoamérica, donde  sentían que solo en Puerto Rico y Panamá  estaba  lo bueno”.  

Dice que lejos de amilanarse, eso lo entusiasmaba. “Yo decía: ‘Voy a demostrar que  sí se puede, si están Shakira y Juanes en el rock pop, Jorge Celedón, Carlos Vives y Silvestre Dangond en lo tropical, puede haber alguien que represente al reguetón’”. 

Y la prueba de que ha hecho bien la tarea es que los padres de familia, lejos de insultarlo,  “antes me felicitan, me  dicen: ‘Por fin puedo escuchar reguetón con mis hijos y disfrutarlo y no tengo que bajar el volumen o cambiar la emisora’”.

Según Balvin el reguetón ha evolucionado muchísimo. “No hay ninguna canción del género, a nivel comercial,   que haya sido número uno en los últimos años que sea grosera.  Mis tres temas número uno son un ejemplo de eso: ‘6 AM’ es la  historia de una  buena fiesta, pero no dice groserías ni se habla mal de la mujer;  ‘Ay Vamos’ habla de  lo que puede pasar en cualquier pareja, un  día nos llevamos bien, otro mal,  pero terminamos arreglándonos. Y ‘Ginza’ es puro reguetón  pero no es vulgar sino  sensual y sexy”. 

Dice que eso de las peleas (Tiradera)  entre los ‘Caballos’ (líderes) del reguetón pasó. “Eso era en los años 80, esa era la idiosincrasia que manejaban en Puerto Rico y en Panamá. Hoy en día son señores de 40 años,  padres de familia, mi  respeto máximo para los pioneros, Daddy Yankee, Don Omar, Wisin y Yandel, Tego Calderón, Vico C,   han madurado y aprendido y yo aprendo de ellos todos los días. Saben que las letras groseras no tienen un  fin positivo”.

  Ahora, quien dejó de ser telonero, para convertirse en  estrella, siente   todo el apoyo de la isla de  Puerto Rico,  “soy  el único artista de reguetón colombiano que ha cantado en la isla  y ha sido una locura, he sido número uno allá. Y es algo muy bonito”.

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