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Entre hijos y salsa, roles de Willy García

Laura, de 16; Stiven, de 21 y Luisa, de 19, son los hijos de Willy García. Su esposa es la bonaverense Sandra Milena Ramos.

5 de enero de 2014 Por: Meryt Montiel Lugo | Editora Equipo de Domingo

Laura, de 16; Stiven, de 21 y Luisa, de 19, son los hijos de Willy García. Su esposa es la bonaverense Sandra Milena Ramos.

Sus amigos lo describen como un “tipazo”. Willy, dicen, es un bacán: siempre sencillo, humilde, preocupado por los problemas de los demás. Un artista ordenado en su vida personal; que no fuma, no bebe, no es drogadicto y que sobre todo, es muy hogareño.Esto último, su esposa, la bonaverense Sandra Milena Ramos, con quien lleva 20 años de casado, lo corrobora: “Tiene claro lo que es el hogar, él prefiere quedarse un fin de semana en la finca con su familia que irse a rumbear aunque un amigo lo llame o prefiere quedarse en la casa viendo Los Simpson, su programa favorito”.Es tan estrecha la relación de Willy con su esposa y sus hijos (Stiven, de 21 años, de una relación anterior; Luisa, de 19 y Laura, de 16) que incluso, dijo una fuente a El País, tienen demasiada incidencia en su vida profesional: “opinan sobre los temas a lanzar, el vestuario, la coreografía, la logística de la orquesta, en fin quieren opinar de todo”. Sandra y los muchachos asienten y dicen que esa crítica es cierta y que esa ‘intromisión’ la hacen cuando, por ejemplo, Willy hace una linda canción y llega diciendo que se la entregó a otro artista, “entonces le caemos encima”. O les manifiesta que va a hacer un arreglito a un tema y termina cambiándole casi toda la letra. O cuando opinan sobre con qué canción debe promocionar un álbum, pero pocas veces se ponen de acuerdo, pues sus gustos musicales son diferentes. Por eso, concluyen todos, al final de cuentas Willy es terco y aunque escucha sugerencias, él termina haciéndole caso a su propia intuición y “no se equivoca, la tiene clara, definitivamente”.Pocos imaginan que ese hombre que no deja pasar fechas especiales como el Día de la Mujer o un cumpleaños sin dar un abrazo, enviar un mensaje o dar un detalle; que ese marido todero que si en algún momento le toca lavar o planchar un pantalón o una camisa lo hace sin problema, es también un esposo y padre “muy bravo”, que cuando se enoja, por ese carácter fuerte, “llega al extremo de no saludarte”, revela Sandra, y Laura agrega: “y se enoja entonces con todos los de la casa”.Y quién lo diría: el autor del éxito ‘Vos me debés’ es malo para cobrar, porque le da pena. “Tengo una personalidad extraña, confiesa el artista, a veces todo me da pena, pero la música hace que todos esos temores se vayan, pero soy un tipo callado, solo en mi entorno, con la gente que ya me conoce me desinhibo”.Como cuando se desinhibe con sus amigos jugando billar, actividad en la que hace algunos años era muy bueno, pero en la que hoy le va “muy regulimbis”, ya que ha perdido habilidad. Él culpa a su edad, haberse vuelto un “poco tronco”. Así, que con ese buen humor que muchos le resaltan, destaca que en la actualidad la única habilidad manual que le queda es “coger la pechuga con la mano y llevarla a la boca, de una manera espectacular”. A Willy García, que de niño pasó hambre, vendió chance y hacía mandados en el Puerto de Buenaventura, hoy no le agrada mucho hacer oficios domésticos, porque dice, “ya hizo todo lo que iba a hacer”, pero le ‘pega’ bien a la cocina. Todo le queda bien, dice Sandra, y lo que no sabe, se lo inventa. “Hace unos revoltijos, que uno, dice, ¡uy, Dios mío!, y todos terminamos comiendo delicioso”.Amante de los mariscos, pero no tanto de las carnes y de las pastas, Willy es “de los que dice que comida simple no es comida, él quiere ver la presa en el plato”, comenta su hija Luisa. Su afición por la buena mesa lo llevan por temporadas a subir esos kilos de más, que luego debe estar tratando de bajar haciendo dieta – le pide entonces a toda la familia que se una a su causa para poder cumplirla – o asistiendo al gimnasio, especialmente motivado por su hijo mayor, Stiven, quien luce un cuerpo muy atlético. William no es de los hombres que vaya a la iglesia, pero sí es temeroso de Dios y muy creyente, por eso siempre está encomendando a Él todas sus cosas, dice su esposa. “A veces se arrodilla y ora, le da gracias al Señor de que estemos bien, sanos y pide por todos nosotros y por su trabajo”.

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