El pais
SUSCRÍBETE

Douglas y Zeta Jones, un amor que no conoce la edad

La actriz galesa Catherine Zeta Jones cuenta que desde pequeña fue animada por su familia para ser una artista y en su esposo Michael Douglas, encontró "el hombre de su vida".

31 de marzo de 2013 Por: Alberto Posso Gómez | Especial para El País

La actriz galesa Catherine Zeta Jones cuenta que desde pequeña fue animada por su familia para ser una artista y en su esposo Michael Douglas, encontró "el hombre de su vida".

Mientras su padre, David Jones, la consentía con caramelos y chocolates de la fábrica donde trabajaba (de la que hoy en día es dueño); su mamá, Patricia, diseñadora de ropa, la vestía con diversas pintas y accesorios, como su muñeca preferida. Siempre le recordaba que la figura física sería fundamental para el éxito de su vida, la alimentación sería entonces clave en esos primeros años. Nada de dulces...Ella tenía una impresionante expresividad en sus ojos, de un color indefinible, a veces miel, a veces violeta, y una figura grácil que parecía nunca parar de moverse. Patricia decía que la niña “bailaba” desde su vientre, como si viniera al mundo de fiesta. Era claro que iba a ser artista. Su hermano David, dos años mayor, también la entusiasmaba a expresar su talento.La iglesia católica a la que asistía a su familia, fue su primer escenario a los 4 años. Tres años después ya era figura de obras caseras representadas en escuelas y salones comunales. Fue en ese momento cuando ocurrió algo que pudo cambiar su vida. Una infección provocada por una pequeña tortuga, obligó a los médicos a practicarle una traqueotomía. Lo peor fue cuando la niña se miró al espejo por primera vez: la notoria cicatriz en su cuello no era buen augurio para una estrella naciente.“Recuerdo que el mundo se derrumbó para mí. Mis padres y mis dos hermanos hacían de cuenta que nada había pasado, que con el tiempo se arreglaría con estética. Pero yo pensé que ya no había razón para existir”, recuerda Catherine entre carcajadas.Es que la alegría ha sido el principal motor de su vida. Es como un fuego interior que la hace ver todo de forma positiva, a pesar de los infortunios. Y que solo se le vio flaquear recientemente, con motivo de la enfermedad de su esposo, el actor Michael Douglas.Fue esa alegría la que destacó entre los cientos de aspirantes a interpretar a la pequeña ‘Annie’ en el musical del Teatro Swansea’s de Londres. A sus 12 años, luego de dos exitosas temporadas de la obra, Catherine Zeta Jones (su nombre artístico proviene de la fusión entre los de sus dos abuelas), ya tenía su destino trazado.“Había muchas Catherine Jones en mi escuela. Pensé que si iba ser famosa, tenía que cambiarlo. Y se me ocurrió añadir el ‘Zeta’ por mi abuela galesa, originalmente ‘Tsita’, que mi bisabuelo tomó del barco donde navegaba por el mundo”, cuenta la actriz.En adelante todo fue demasiado rápido. A los 21 fue llamada a protagonizar la serie televisiva ‘The darling buds of may’. Todas las chicas inglesas querían ser como ella. Sin embargo, allí apareció el fantasma no previsto. “Una noche estaba en un autocine con un chico, y de pronto nos asediaron los flashes. Supe que sería difícil mantener mi vida en privado. Algo que he aprendido a manejar con los años, pero que todavía a veces me afecta”, dice.La prensa sensacionalista entonces, jamás dejó tranquila a Catherine Zeta. Su nombre se ligó a diversas figuras del espectáculo británico. Fue un tormento para sus padres cuando fue acusada en los tabloides de “promiscuidad”. “Antes estaba lista para desmentirlo, la mitad de esos nombres eran mentira. Pero ahora creo que contribuyó a mi carrera, y ya no le doy importancia”, dice. Y es evidente, dada la espontaneidad con la que dialogó con El País.El escándalo, ese aspecto oscuro de la fama, sin duda fue un impulso para su ascenso al mundo del espectáculo. Con su fama de ‘casquivana’, le quedó perfecto el rol de ‘Catalina, la grande’, serie que impactó al mundo en 1996. En ese entonces Catherine ya era deseada por muchos, lo que quiso aprovechar para incursionar oficialmente en la música, quizá el único sueño que nunca pudo cumplir, hasta la ‘revancha’ ofrecida por el destino, con el musical ‘Chicago’, que le otorgó el Óscar de Hollywood en 2002. Aunque no reflejaba exactamente la ilusión de ser una cantante famosa, al menos reconoció que pudo haberlo sido.A cambio de ese sueño, Hollywood se rindió en definitiva a sus pies. Steven Spielberg la dirigió en ‘La terminal’ (2004), Martin Campbell en ‘La leyenda del zorro’ (2005), y Gillian Amstrong en ‘El gran mago’ (2007), por citar algunos de sus roles más reconocidos.A pesar de que la prensa insistía en crearle romances de papel (el más sonado fue con el español Antonio Banderas en ‘El zorro’, y que produjo la ira de la actriz Melanie Griffith, pareja del actor), la vida sentimental de Catherine ya tenía nombre propio: Michael Douglas.En 2000 las revistas hicieron fiesta con esta unión. Douglas la había ‘fichado’ desde que la vio en ‘Catalina, la grande’, pero nunca imaginó que ella se fijara en él. “Era una bella mujer joven que no tendría nada que mirarle a un tipo 25 años mayor”, siempre ha confesado el actor.Ambos quedaron flechados en cuanto se vieron. A ninguno de los dos le importó el show mediático que significó su unión. Él dejó atrás 23 años de matrimonio con Diandra Luker, y gustoso le concedió una millonaria indemnización. “Es un enfermo sexual, nunca supe lo que era la fidelidad de mi esposo”, dijo Diandra a boca llena en pleno proceso de divorcio.Orondos, Catherine y Michael protagonizaron una de las bodas más caras de la historia del cine, en noviembre de 2000, en el Hotel New York’s Plaza. En adelante, la magia del amor transformó a Douglas. Medios tan importantes como el Canal BIO aún insisten en que él jamás ha dejado la volcánica relación secreta que sostiene con Glenn Close desde que ambos filmaron ‘Atracción fatal’. Pero no hay pruebas de ello. Al parecer, el hombre se ajuició del todo.Nueve años después de la boda, en medio de su notoria felicidad, Michael y Catherine enfrentaron el infierno. Fue como una cascada. El hijo de Douglas casi muere por una sobredosis, y poco después, a él le diagnosticaron cáncer en la garganta. En 2011, una Catherine desecha ingresó a una institución mental por tratamiento para la bipolaridad.Hoy, la prueba ha sido superada. “Aprendí el valor de la felicidad”, enfatiza ella. “Estamos más unidos que nunca y tenemos la frente en alto hacia el futuro. No ha duda de que Michael es el hombre de mi vida”.Es obvio que lo sea. No solo le ha brindado felicidad sino consejos vitales para multiplicar su dinero en varias empresas. Detrás de esta sonriente pareja, hay también millones de dólares en activos. ¿Podría haber mayor dicha conyugal?

AHORA EN Entretenimiento