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Una película donde la buena mesa es protagonista

‘Un viaje de diez metros’, protagonizada por Helen Mirren y Om Puri, toca los corazones herméticos de los espectadores llenos de recuerdos. Esta es, entre otras cosas, la historia de un cocinero innato que viaja hacia la perfección. Una película que se mueve entre la dulzura, la inocencia y la humanidad.

30 de noviembre de 2014 Por: Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA

‘Un viaje de diez metros’, protagonizada por Helen Mirren y Om Puri, toca los corazones herméticos de los espectadores llenos de recuerdos. Esta es, entre otras cosas, la historia de un cocinero innato que viaja hacia la perfección. Una película que se mueve entre la dulzura, la inocencia y la humanidad.

Hay sabores que pueden conmovernos al punto de las lágrimas. Sensaciones gustativas que nos hacen sentir de nuevo los abrazos, los besos y las sonrisas de aquellos que tanto extrañamos y que ya no están a nuestro lado. ¿Melodramática? ¡Seguro que sí! El que no haya evocado algún recuerdo de su pasado tras probar un plato de comida, que tire la primera piedra. Esa, por supuesto, no seré yo (que aunque no soy “lágrima fácil”, sí me conmuevo ante la buena cocina). ‘Un viaje de diez metros’ cuenta la historia de una familia india, conformada por un padre viudo y sus cinco hijos que, tras sufrir un dramático accidente, llegan a Francia en busca de un cambio de vida. El patriarca optimista prefiere hacer oídos sordos a su hijo mayor, Hassan, quien le pide que ponga los pies en la tierra y deje de soñar con montarle competencia al único restaurante del pueblo, que además tiene en su haber una estrella Michelin (que solo se otorgan a los mejores restaurantes europeos).Pero el padre insiste y embarca en su aventura a sus hijos que, por supuesto, lo apoyan con veneración y entrega. Así crean la Mansión Mumbai, que tiene en Hassan a un instintivo cocinero que heredó de su madre el amor por las ollas y una maleta donde reposan las esencias clásicas de la gastronomía india. Lo malo es que su negocio está ubicado a solo diez metros de aquel emblemático restaurante tradicional. Imposible entonces pasar inadvertidos, sobre todo para dos mujeres de aquella población: Una es la dueña de aquel tradicional negocio y la otra es una de sus empleadas, la sous-chef. Con la primera se enciende una guerra por los comensales y con la segunda, Hassan cruza una amistad que lo llevará a sumergirse de otra manera en el arte de cocinar. Entonces, mientras afuera los viejos se entrelazan en una tensa situación territorial, en él se da un debate interno que lo lleva de la cocina intuitiva que le viene por el paladar y la que ahora lo seduce, aquella que le habla desde las páginas de un libro de cocina francesa. Poco después, armado con la maleta de especies que le dejó su madre, Hassan cruza la calle y se abre al mundo. Ese viaje inicial de solo diez metros, terminará por transformar para siempre su vida y la de su familia. Así nos sumergimos de lleno en una película que nos cautiva no solo por el encanto de sus personajes, tan ambivalentes como humanos, y por su maravilloso y bien sazonado casting que incluye a la gran Helen Mirren y el primerísimo actor del cine indio, Om Puri, quienes le aportan un poco de comedia y romance adulto a la producción. Pero decir que se trata solo de una comedia romántica sería anotar una verdad a medias. Es cierto que ‘Un viaje de diez metros’ puede mostrarnos algo de romance y hacernos soltar unas cuantas risotadas, no se agota solo con el golpe efectista. También nos pasea por la cocina parisina de uno de los mejores restaurantes del momento y hasta le damos una mirada a la, no tan nueva, tendencia gastronómica de la cocina molecular. Su director Lasse Hallström, quien ya nos habló de magia culinaria con su ‘Chocolat’ (2000) y romanticismos con ‘Querido John’ (2010) y ‘Un lugar donde refugiarse’ (2013) saca provecho de las páginas de la novela homónima que precede esta producción. Para esto su director se vale de uno que otro recurso comercial, como los videoclips y uno que otro chisme que aunque no sorprende, tampoco empalaga. Y claro de la emoción, que es a fin de cuentas la que más conecta a los espectadores.A pesar de esto, ‘Un viaje de diez metros’ es una película que logra escapar a todos los lugares comunes y que al igual que su protagonista, enriquece las situaciones más previsibles a su manera, logrando así una película de emoción garantizada. Como el más puro de los melodramas, este es un ejercicio de emociones.

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