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Una maravilla llamada BLANCA NIEVES

Estreno. Llega una nueva adaptación del clásico cuento de los hermanos Grimm, coproducida por España y Francia. Se trata de ‘Blancanieves’ que, esta vez muda y en blanco y negro, es una gran apuesta contada con la simplicidad del cine clásico.

13 de agosto de 2013 Por: Por Claudia Rojas Arbéláez I Especial para GACETA

Estreno. Llega una nueva adaptación del clásico cuento de los hermanos Grimm, coproducida por España y Francia. Se trata de ‘Blancanieves’ que, esta vez muda y en blanco y negro, es una gran apuesta contada con la simplicidad del cine clásico.

Contar una historia muda es un acto de valentía. Mucho más si se acude a dispositivos primigenios del cine como son el blanco y negro, los cuadros con diálogos y la exageración de los gestos por parte de los actores. En realidad lo que vale la pena reconocer y aplaudir no es el mero hecho de asumir el riesgo, sino el hacerlo bien. Pablo Berger lo hace con gran maestría. Este director español, que nos trae ‘Blancanieves’, asumió su compromiso desde la escritura del guión y lo elaboró de una manera maravillosa con una película que sin duda es de lo mejor que hemos tenido en cartelera en los últimos días. Imperdible.Este director, formado en academia y vida, se toma muy en serio su oficio de contar historias no solo de una manera diferente sino que también lo hace con gran esmero. Con el clásico de los hermanos Grimm queda demostrado. Pero no es solo una cuestión de contenido sino también de forma. Berger no descuida ningún detalle y sabe aprovechar todas las cartas que pone sobre la mesa. La exactitud de su planimetría, la gran fotografía y las secuencias exactas, cuidadas y bien construidas, se lucen con los acordes de flamenco. Berger aborda la historia de ‘Blancanieves’ desde su esencia y se lanza a hacer una propuesta de adaptación novedosa, fresca y bella. La película, realizada en blanco y negro y que se ubica en España, goza de una simpleza narrativa que nos cautiva desde su primera secuencia. Nos ubicamos pronto en los antecedentes de la historias, en aquel “había un vez…” tan necesario para entender el porqué de este sino trágico que acompaña a los protagonistas de las historias fantásticas. Allí el famoso torero Antonio Villalta, interpretado por el gran Daniel Giménez Cacho (‘Arráncame la vida’, ‘Profundo carmesí’, ‘El amor en los tiempos del cólera’ y ‘El infierno’, entre otras), realiza una faena que incluye siete toros. Todo transcurre con normalidad y alegría en la plaza. Allí, además de los fanáticos, se encuentra su esposa Carmen, una hermosa cantaora que espera a su primer hijo. Pero la suerte parece estar echada para el matador y al momento de entrar a matar el último animal sufre una tremenda embestida que lo deja mal herido. El hecho tiene consecuencias trágicas en Carmen quien ante el incidente empieza el trabajo de parto de manera apresurada y precaria. El suceso se convertirá en toda una tragedia unas cuantas horas después, cuando Carmen muera tras dar a luz a una hermosa niña (quien más adelante se convertirá en Blancanieves). El padre logra sobrevivir a la embestida del toro quedando postrado en una silla de ruedas y en medio de su depresión, se niega a conocer a su hija. A partir de este momento, la historia no podría tornarse más interesante. La infancia de la niña acompañada por una abuela alegre y amorosa, el recuerdo de la madre y la violenta aparición de una madrastra llamada Encarna, se develan a medida que avanza la historia. La narración va del melodrama y la comedia a la farsa con tal facilidad y destreza que no resulta incómodo. Después vendrán el reencuentro con el padre, las escenas lúdicas y amorosas entre este par de solitarios y, poco después, la muerte, la traición y el abandono. Y después, por supuesto, los enanitos. No menos interesantes que todo lo anterior y que resultan ser un gran guiño para el espectador. Así Berger nos cuenta la historia de una niña que empieza llamándose Carmen y cuyo crecimiento presenciamos con elipsis puntuales que nos ubican en las situaciones precisas, ahorrándonos explicaciones de más y escenas de relleno. Esto exige la atención del espectador que en realidad tiene pocas oportunidades para distraerse. Pero todo vale la pena porque de un momento a otro, casi de manera providencial ya nos encontramos no frente a Carmen, sino a Blancanieves.Berger no vacila ni pierde el ritmo. Al contrario, mantiene la misma sutileza a lo largo de los noventa minutos que dura la película sin dejarnos cuestionar qué tan necesarios son en realidad los diálogos. Es así como nos olvidamos de la ausencia de diálogo, entonces la música y la imagen se bastan para mantener nuestra atención hasta el fin de la historia, que no deja de ser menos sorprendente que todo lo anterior. ‘Blancanieves’ ha sido una película premiada en muchos festivales, en los que se destaca el gran trabajo del director y también las extraordinarias actuaciones de su reparto. El papel de Blancanieves es interpretado por Macarena García, actriz de series de televisión como ‘Luna, el misterio de Calenda’, cuya segunda temporada se puede observar por estos días en el cable y el papel de la madrastra está a cargo de Maribel Verdú (‘El laberinto del fauno’ 2006).Es cierto que en esta película no hay espacio para el aburrimiento, aunque la narración sí exige la complicidad del espectador adulto. Esta no es una película para niños ni para públicos impacientes y por lo tanto requiere cierto nivel de sensibilidad que permita apreciar la belleza que surge de la cotidianidad y de la familia. Una hermosa obra que nos permitirá ver el cuento de los Grimm con otros ojos, una anécdota sazonada con flamenco y toros. Una de rabo y oreja.

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