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Una de las mejores coreógrafas de danza contemporánea está en Cali

Dada a romper paradigmas, la brasileña Deborah Colker es una de las más destacadas coreógrafas de danza contemporánea en América Latina. Ella estará con su compañía en el VII Festival de Ballet de Cali que dio inicio el domingo.

4 de junio de 2013 Por: Ricardo Moncada Esquivel? Periodista de GACETA

Dada a romper paradigmas, la brasileña Deborah Colker es una de las más destacadas coreógrafas de danza contemporánea en América Latina. Ella estará con su compañía en el VII Festival de Ballet de Cali que dio inicio el domingo.

En el 2009 los fanáticos del Circo del Sol se sorprendieron cuando el interior de su carpa se transformó en un gigantesco trozo de selva, con su espectáculo 'Ovo'. En él, cerca de 54 artistas circenses recrearon una gran colonia de insectos que luego de hallar un huevo desgranan una historia en torno al misterio del ciclo de la vida y la fuerza del amor, en medio de la diversidad. El espectáculo, que fue alabado por la crítica internacional por su exquisita propuesta estética, se convirtió también en un hito pues era la primera vez que una mujer tomaba las riendas de la más reconocida compañía circense en el mundo. Ella es Deborah Colker. La misma coreógrafa brasileña que estará con su compañía de danza en el VII Festival Internacional de Ballet que inicia hoy en Cali. Esta mujer rubia y delgada que habla con pasión sobre su labor, lleva ya una trayectoria de 20 años al frente de su propia compañía la cual responde a la particular visión que tiene de este arte como “una experiencia dinámica entre el movimiento del cuerpo y los espacios” y, sobre todo, de asumir la danza como un laboratorio de experimentación e innovación. Esto le ha servido de punto de partida para crear obras que han fascinado a públicos de América, Europa, Asia y Oceanía.De esa forma de ver la danza serán testigos los caleños que asistan a ‘Velox’, el espectáculo que presentará este 5 de junio en el Festival, en el cual un grupo de bailarines atletas danzan en una inmensa pared de alpinismo para desafiar la gravedad y poner en el plano del arte actividades deportivas que el ser humano realiza cotidianamente. ‘Velox’ tiene ya 19 años de haber sido creado, pero sigue siendo actual y clásico. “Muchos de mis bailarines tienen esos mismos años. Yo fui la primera en proponer un espectáculo de estas características, para subvertir el espacio horizontal al cual estábamos acostumbrados, dislocándolo y creando un nuevo orden. Cuando el director del Circo del Sol lo vio me dijo: yo quiero esa pared, y luego me preguntó, pero cómo alguien se le pudo ocurrir una cosa así. Entonces le respondí: usted tiene sus secretos y yo tengo los míos”, dijo entre risas la coreógrafa, en diálogo con GACETA. Se trata de un espectáculo en el que la escenografía, las luces y la música tienen un gran peso en la puesta en escena. “En ‘Velox’ la palabra energía es importante, en ella planteo esa ambición de trascender nuestros propios límites. Asumir al bailarín como atleta o el atleta como bailarín, pero también experimentar la danza en torno a conceptos como la física y la geometría del movimiento, el peso o la gravedad”, explicó Deborah.Pero la coreógrafa hace énfasis en que también es fundamental la gracia del movimiento y la personalidad a partir de los gestos que hacemos en la vida cotidiana. “Cuando estamos en la calle y hablamos con los amigos, hacemos gestos, nos metemos el dedo a la oreja o la nariz, son cosas simples y ordinarias, pero que al cambiarlas del contexto y ponerlas a dialogar con la danza toman otro carácter. Lo mismo sucede con la alusión a los deportes, algo que inunda nuestra vida que vemos a diario en la televisión”.Gran sucesoLa artista cree que la obra tiene un gran valor para esta compañía, que ha recibido prestigiosos galardones como el premio ‘Laurence Olivier’ otorgado en Londres en el 2001 por una de sus coreografías. “‘Velox’ fue nuestro primer gran suceso, pero aún más importante, llevó al teatro personas que no querían ver danza, jóvenes que sólo les interesaba el computador los videojuegos, la Tv. o ir al cine y que encontraron en ‘Velox’ una experiencia dinámica, llena de energía".Y estos resultados no son gratuitos si tenemos en cuenta la fuentes de las cuáles se ha nutrido Deborah, quien ha realizado estudios de psicología, es pianista y fue voleibolista. Inquieta y creativa, esta coreógrafa ha revelado el la eclecticismo de sus influencias al decir en algunas entrevistas que admira el trabajo de figuras como Michael Jackson y Fred Astaire, pasando por Pina Bausch, Martha Graham o Cunningham. De hecho, durante la década anterior a la fundación de su compañía, ella trabajó en teatro, cine y publicidad como directora de movimiento, hasta que al final, casi sin querer, inició su propio proyecto. En 1993, Deborah comenzó a crear una pieza titulada 'Volcano' (volcán), con un grupo de bailarines y en ese instante no tenía conciencia de que estaba creando su compañía. “Sólo tres meses después del proceso de montaje entendí que quería emprender una búsqueda sobre la danza y el movimiento y encontrar mi propio lenguaje, buscar nuevos desafíos, y para ello debía tener mi propia compañía para construir pensamientos, estéticas en torno a la danza y al bailarín”. Ese proceso creativo la llevó a seguir experimentando con obras como 'Rota' (rueda), 'No', ‘Dinamo' o su más reciente creación 'Tatyana', basada en la obra poética 'Eugene Onegin' de Alexander Pushkin.Bajo la mirada de Deborah el arte no tiene que ser representativo. “Debe proponer una discusión con lo cotidiano a través del movimiento abstracto de la danza contemporánea. Es algo vivo que está sucediendo en ese momento. Allí están presentes la inspiración y la expresión y surge con el público una relación, como un juego de inteligencia, de ideas, sentimientos y emociones, que nos transforma y abre nuevos caminos”. Amante del ballet clásico, la coreógrafa señala que todos los bailarines de su compañía deben tener experiencia en ese ámbito. "Yo necesito un bailarín con una técnica clásica primorosa, pero también con personalidad, sensibilidad y capacidad para crear y experimentar”. A través de su escuela Centro del Movimiento, a la que asisten 750 alumnos, y de programas sociales de danza en sectores populares de Rio de Janeiro, sede de la compañía, Deborah aprovecha el poder de la danza para el bienestar. Allí no solo se aprende danza sino otros conceptos del arte como fotografía o música. “Es un espacio importante porque el arte les abre la mente, les da nuevas posibilidades en sus proyectos de vida y los hace mejores seres humanos”. Aplaudida por públicos de cuatro continentes, Deborah Colker considera que venir a Cali a un evento como el Festival Internacional de Ballet, que dirige Gloria Castro es una experiencia interesante. “Es la posibilidad de encontrar otras miradas que existen en torno a la danza, intercambiar propuestas y experiencias, ayudar a la construcción de públicos”.Pero sobre todo es una oportunidad para expresar con movimiento lo que más le apasiona. “La danza es mi lenguaje, la manera en que puedo expresar mis emociones y sentimientos. Me apasiona llegar a trabajar todos los días a mi compañía a experimentar y crear espectáculos unos más dinámicos otros más calmos, trabajar con seriedad. La danza es lo mejor que hay, es mi filosofía”.

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