El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Cultura

Artículo

Una clase con el bailarín principal de Incolballet

Tras 21 años de dedicación a la danza clásica, el caleño Julián Garay ha logrado destacarse como uno de los bailarines principales de Incolballet. Abrió la inauguración del VI Festival Internacional de Ballet bailando el Laberinto del Minotauro y el Lago de los Cisnes.

5 de junio de 2012 Por: Camilo Osorio Sánchez I Elpais.com.co

Tras 21 años de dedicación a la danza clásica, el caleño Julián Garay ha logrado destacarse como uno de los bailarines principales de Incolballet. Abrió la inauguración del VI Festival Internacional de Ballet bailando el Laberinto del Minotauro y el Lago de los Cisnes.

Mientras los quince bailarines del elenco juvenil bailan la coreografía, Julián le baja el volumen a la música, y hace las correcciones en voz baja. Mueve las manos para indicar los movimientos, repite la pista y los bailarines corren en puntas, toman posición y vuelven a escena. Julián Garay es el encargado de que el montaje de Paquita Grand Pas Deux Deux, que prepara el elenco juvenil de Incolballet para una de las 14 funciones que la compañía realizará en el VI Festival Internacional de Ballet, salga perfecto. Su tenacidad y disciplina le han permitido consolidarse como el bailarín principal de la compañía, viajar en representación de Colombia a Alemania, Venezuela, República Dominicana, Puerto Rico, Uruguay y Estados Unidos y personificar a Teseo en El laberinto del Minotauro, puesta en escena con la que el pasado domingo se inauguró el VI Festival Internacional de Ballet en la ciudad. Es alto y delgado como los típicos bailarines de ballet, de cabellos crespos y buenas posturas. Nacido hace 30 años en Cali y de padres caleños, quiénes decidieron meterlo a Incolballet desde niño, porque “bailaba mucho en la casa”. “Cuando entré a Incolballet, a los nueve años, no sabía nada de danza clásica. Fue durante mi formación que me dejé seducir por el baile y se volvió parte de mi vida. El ballet me hace feliz”, cuenta con simpatía. En el salón de piso entablado, grandes ventanales y barras sobre las paredes, recuerda que alguna vez dudó si debía ser médico. Le gustaba la ciencia, tenía excelentes calificaciones, pero “luego me di cuenta que no podía dejar al ballet, porque si lo hubiera hecho estaría hueco. No pude dejar de bailar” También tiene la facultad de enseñar. Francisco Rengifo de 19 años, uno de los bailarines del elenco juvenil, asegura que es amable y pausado con las orientaciones durante los montajes de cada espectáculo. Todas esas cualidades le han valido para protagonizar a Armando en la Traviata, a Lisandro en Sueño de una Noche de Verano y a Efraín, papel que más le ha significado, en el montaje que Incolballet realizó de la obra vallecaucana María. Pero no sólo le gusta el ballet clásico, también hace danza moderna y tuvo formación en folclor nacional. Tampoco escucha sinfonías todo el tiempo, las combina con sus canciones favoritas de Juan Luis Guerra. Sin embargo, cuando conduce en su carro prefiere escuchar el brindis de La Traviata y el adagio del Lago de los Cisnes le eriza la piel desde antes de saber de música clásica. En puntas y con las trusas empapadas de sudor, los bailarines repiten consecutivamente la coreografía. Julián recuerda que a la edad de los chicos del elenco juvenil tuvo su primer accidente. “Mientras hacía un sou de basque y sou de chat -un tour an ler en pasé- abrí tanto las piernas que me golpié la boca con la rodilla. En ese entonces tenía braquets. Me caí y perdí la conciencia por varios segundos”, nunca más volvió a realizar ese paso. Pero la conciencia es lo último que pierde cuando está en escena. Al pisar el escenario siente que algo se apodera de él, algo sube por todo su cuerpo: “simplemente es el público, el personaje que representas, si tienes un dolor ya no lo sientes, es el deleite de bailar, siento que me transformo, quizas sea eso”. Como Julián, niños y niñas de Cali se preparan para convertirse en grandes bailarines de ballet y más se esfuerzan para debutar en los montajes del Festival, una semana especial para la institución educativa dirigida por la maestra Gloria Castro. Incolballet agrupa un gran número de talentos caleños, niños y jóvenes de estratos 1, 2 y 3 entre los 9 y 20 años, que saldrán a escena, como la cuota local del VI Festival Internacional de Ballet , el evento de danza más importante de la ciudad. “Para Cali el Festival es un orgullo, nos pone como epicentro de la danza en el mundo. El ballet es un espectáculo para ir en familia, es un acto cultural. Por eso, hay que promoverlo”, añade Julián mientras retoma la clase. Sube el volumen y todos se paran en cuarta. Repiten la escena.

AHORA EN Cultura