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Un viaje a los orígenes de la salsa ‘choke’

¿Cómo nació la música que el futbolista Pablo Armero acabó bailando ante el planeta durante el Mundial de Brasil? ¿Sí tiene algo de salsa? ¿Sí ha bebido, como dicen sus defensores, de los sonidos del pacífico? Viaje a los terrenos de la salsa 'choke'.

24 de agosto de 2014 Por: Lucy Lorena Libreros | Periodista de GACETA

¿Cómo nació la música que el futbolista Pablo Armero acabó bailando ante el planeta durante el Mundial de Brasil? ¿Sí tiene algo de salsa? ¿Sí ha bebido, como dicen sus defensores, de los sonidos del pacífico? Viaje a los terrenos de la salsa 'choke'.

Lo primero que debo entender, me dice Edwind, es que el “bailaíto” que mostraba Pablo Armero cada vez que la Selección Colombia anotaba un gol en el Mundial de Brasil no es asunto nuevo. “Así bailamos aquí desde hace mucho rato”. Y aquí es Villa del Lago. El barrio queda en la Comuna 13, una de las más grandes de Cali. Es el oriente profundo de la ciudad. La Cali afro. La Cali más pobre. A esta hora no suena en ninguna esquina el ‘Ras tas tas’, la pegajosa melodía que ‘Miñía’ —como le llaman al lateral izquierdo— convirtió en celebración oficial y, sin saberlo, en una moda que a muchos no termina de convencer. No suena, pero parece. Porque en el Distrito de Aguablanca bailar a lo ‘Miñía’ es tan natural, tan obvio, como terminar en una jarana convocada espontáneamente por cualquier vecino, que sabe que la única tarjeta de invitación que se conoce por aquí consiste en abrir la puerta de la casa, prender el equipo de sonido y subir el volumen. Lo que sigue a continuación, dice Edwind, —36 años, mecánico, alto, manos y hombros de cargador portuario, un hombre que llegó a este barrio con su mamá Candelaria y sus cinco hermanos desde Barbacoas, Nariño, cuando él tenía 3— es la manera más didáctica de explicar cómo nació la salsa ‘choke’. “Vea, esa es una música en la que se baila como lo hacemos siempre la gente del Pacífico que terminamos viviendo en Cali; mucha cadera, mucho movimiento de brazos en el aire y de pies. Así bailamos cuando hacemos nuestras fiestas en los barrios, cuando cerramos la cuadra”.Paulo David Osorio lo vio con sus ojos decenas de veces, años atrás, mientras trabajó para la radio comercial caleña. Hoy, al otro lado de la línea, desde un teléfono en Estados Unidos, el joven dj cuenta que hace unos seis años empezó a advertir una manera particular de rumbear en los barrios populares, especialmente los del oriente. Fue así hasta que un día tuvo que preguntarse, “qué diablos era eso que la gente bailaba, era lo mismo que veía en discotecas populares como La Caderona o La Comadre, que convocaban a centenares de personas. Lo extraño es que se trataba de música que no sonaba en ninguna otra parte”. Paulo comenzó a notar, por ejemplo, que cuando la música se interrumpía —por un corte de energía, digamos— el público, lejos de molestarse o rechiflar, comenzaba a cantar un corito pegajoso, sin dejar de bailar: “este es el ponche que tiene sabor, que tiene, que tiene, que tiene sabor”... Le explicaron en su momento que se trataba de un ritmo que se declaraba hijo de la salsa y de la música del Pacífico. Un sonido urbano que abrevaba también del hip hop, del rap y el reggaetón, ritmos con larga tradición en ese lado de la ciudad. Con esa información y el presentimiento de que en las calles populares se cocinaba un explosivo movimiento musical, Paulo David se recuerda ahora, en la oficina del director de Energía Estéreo, tratando de convencer a todos de que valía la pena abrir un espacio en la programación diaria de la emisora para que sonara lo que fue bautizado como ‘salsa choke’, por la manera en que se baila: chocando el cuerpo.No fue fácil. Mientras la radio estaba escéptica, los muchachos que apostaban por esta música pagaban hasta $500.000 para que sus canciones las incluyeran en esas compilaciones de música pirata que se venden como arroz en las calles del centro. Fue en ellas justamente, y no en la radio, donde comenzó a hablarse del ‘Ras tas tas’, grabada artesanalmente en el barrio Calipso. Primero a través del video, hecho en un centro cultural del barrio La Unión. En él sobresalía Nicole, una bailarina de formas voluminosas. Lo recuerda así Fredy Borrero, vendedor de música pirata de la 13 con Sexta. “La gente preguntaba por el cd donde estaba la canción de ‘la gordita’. En esa época, hace más o menos un año, un compilado con ‘Ras tas tas’ incluido se conseguía en $2.000. Hoy, por uno con las mejores canciones de salsa ‘choque’ se puede pedir hasta $7.000, dependiendo de la calidad de la grabación”. Entonces no fue fácil, pero se logró. Una de las primeras canciones en circular por el FM fue ‘Chichoki’, éxito en la costa pacífica ecuatoriana antes que en Cali, interpretada por un músico tumaqueño de 30 años que había coqueteado con el reggaetón: Cj Castro, que consiguió pegar otros temas suyos como ‘Bien pegadito’ y ‘Suéltate’. Por esos días sonaría también ‘El bochinche’, creada por Yeison Ibargüen. ‘Jei’, como le dicen todos, había fundado uno de los grupos que se tomó esto de la ‘salsa choke’ en serio: Integración Casanova. Sucedió en 2008 y fue un encuentro feliz entre siete músicos de Guapi, Timbiquí, El Charco, Quibdó, Buenaventura y Cali. “Lo que hicimos fue comenzar a componer letras que hablaran de nuestra cultura y que se pudieran bailar como a nosotros nos gusta, como si se nos fuera a quebrar todo el cuerpo”. Así, ‘El bochinche’ es la celebración de la tradición oral de las comunidades del Pacífico, del voz a voz, del ‘correveydile’. Y ‘La tusa’, otra de las canciones celebradas del grupo, “habla de la dificultades por las que pasan quienes llegan de otros lugares a la gran ciudad y de quienes se van para el exterior a conseguir un mejor futuro, que es lo que terminaron por hacer muchos paisanos del Pacífico”.Hoy ya son 15 los grupos dedicados a la salsa ‘choke’ en Cali, entre ellos 3D Corazones, Mucho Flow, Los Traviesos —que se impusieron con ‘La rumba va sola’ y ‘Muéstrelo todo’— y Cali Flow Latino, creadores del ‘Ras tas tas’.Y canciones como esas, hay que reconocerlo, son pegajosas, gustan, invitan al baile. Que lo digan en Zaperoco, en Siboney, en La Comparsa y en Tintindeo; que lo cuenten en Salsa, allá donde nace la Avenida Roosevelt. Templos de la salsa de golpe que hoy, sin embargo, incluyen en su programación una tandita a ritmo de salsa ‘choque’. Mauricio Levy, dueño de Zaperoco, quizá la más tradicional de la ciudad cuando de salsa se trata, dice ser consciente de la fuerza de este ritmo. Por eso, permite que Osman Arias, su Dj de toda la vida, suelte en el fragor de la rumba el ‘Ras tas tas’, para comprobar que hasta la actriz Margarita Rosa de Francisco, asidua visitante del lugar, termina agitando sus caderas a lo ‘Miñía’.Que la salsa ‘choke’ se haya convertido en un verdadero fenómeno, no sorprende al escritor e investigador salsero Medardo Arias. Es, está seguro, la consecuencia natural “de la fuerte migración del Pacífico en Cali. Eso explica por qué cuando uno escucha esas canciones se sienten expresiones muy populares y antiguas del Litoral como “cogé, cogé”, “¡cómo así que cómo fue!” y “lo partió, lo partió”, está última usada para expresar que alguien supera a otro cuando de baile se trata”. No lo entienden así varios músicos y cultores de la salsa en la ciudad. Para Benhur Lozada, melómano y hombre de radio, se trata de un fenómeno que se extendió más por su baile pegajoso que por su calidad musical. Álvaro Granobles, ex integrante del Grupo Niche, lo considera más un asunto de bailarines que de músicos. El asunto tampoco sorprendió al productor José Aguirre, que ha trabajado para estrellas como Marc Anthony y que tuvo en sus hombros la enorme tarea de preservar el sonido del Grupo Niche mientras Jairo Varela permaneció en prisión. “A muchos puristas de la salsa no les gusta. Pero hay que entender que es un movimiento popular gestado en la entraña de los barrios, tal como sucedió con la salsa misma en la Nueva York de los años 60 y 70”. El malestar está —reconoce Aguirre— en que la propuesta, “musicalmente, es elemental. Salvo algunas excepciones, se graba de modo artesanal pues lo hacen los propios muchachos con un computador y una tarjeta de sonido. Pero con la salsa ‘choke’ sucederá lo mismo que con el reggaetón,e una década atrás: la industria musical pondrá sus ojos ahí. Y cuando las grandes disqueras comiencen a grabarla, a enriquecer su propuesta desde lo musical, cambiará la mirada que se tiene. Y si eso es así, yo celebro que se haya dado en Cali y no en otra parte”. De eso es consciente Carlos Mosquera, conocido como CM, si se quiere el único productor musical de este ritmo en Cali. “Hemos tratado de incorporar más instrumentos, de hacer una música de mejor calidad, pero sin que pierda la esencia, la sabrosura del Pacífico”. Pero, ¿sí tiene esta música en realidad elementos de salsa? ¿Sí ha bebido, como dicen sus defensores, de los sonidos de la Costa Pacífica? Yeison Ibargüen se defiende diciendo que la fórmula de la salsa ‘choke’ está hecha con salsa de golpe tradicional (boogaloo), con instrumentos del pacífico como la marimba.José Aguirre no está muy de acuerdo. Prefiere describirla como una música que tomó del reggaetón sus estructuras comerciales: letras repetidas y baile pegajoso, “pero ni es salsa ni es pacífico. Es música de armonía elemental. Sería injusto decir que es salsa, cuando ésta ha bebido del jazz y ha sido interpretada por grandes voces”.En esencia, el ‘truco’ de la salsa ‘choke’ está en un computador: uno equipado con un programa llamado Látigo, en el que están pregrabados instrumentos como las congas, el güiro y la campana y hasta elementos propios de esta música como los silbidos que se escuchan en las rumbas populares.Richar Yori, melómano, investigador musical y discómano del espectáculo Delirio, cree que aún es prematuro saber si la salsa ‘choke’ será una moda pasajera. “Habría que nutrirla más para que no sea así. Pero celebro que esto sea una expresión de los barrios. Y que esos barrios sean nuestros. Lo que debe quedar claro es que la salsa caleña no es el ‘Ras tas tas’, por más de moda que esté. Ni que la salsa está en crisis y entonces estos muchachos llegaron para salvarla. Lo que pasa, como bien dice una canción, es que ¡Eso es lo que hay!”.

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