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Un café con Jorge Abril

Este cubano, formado en la Escuela Nacional de Arte de Cuba, es el director artístico del nuevo grupo juvenil de danza contemporánea de Incolballet. Historia de una pasión por la coreografía.

13 de septiembre de 2015 Por: Especial para GACETA

Este cubano, formado en la Escuela Nacional de Arte de Cuba, es el director artístico del nuevo grupo juvenil de danza contemporánea de Incolballet. Historia de una pasión por la coreografía.

Maestro Jorge, ¿cómo terminó usted en el mundo de la danza contemporánea?

Es curioso porque en el año 75, cuando unos maestros de danza  fueron a la escuela primaria donde yo estudiaba para preguntar quien quería estudiar danza, yo, al azar, levanté la mano, pensando que era un juego. Y en realidad estaba pensando en ser artista plástico, cambiarme más adelante de carrera.

Pero entrar a esa escuela tan bella fue como entrar a un libro de cuentos; es una construcción bellísima, hoy patrimonio arquitectónico. Y a medida que fue pasando el tiempo me fui enamorando de la carrera, y dejé esa idea de estudiar  arte.  

Así que soy un producto de la Escuela Nacional de Arte, que se  inició junto con la Revolución. Me gradúe en el año 80 e hice una carrera como bailarín de 8 años, que si bien fue corta, fue  muy fructífera.

Al poco tiempo empiezo a descubrir mis posibilidades como artista, ya no tanto como bailarín, intérprete o ejecutor sino como  generador de  ideas. 

Se descubre a sí mismo como coreógrafo...

Desde la escuela, gracias a las clases de   improvisación y composición coreográfica, empecé a descubrir y  desarrollar ese camino. Las primeras coreografías eran las que yo mismo  montaba y  bailaba, y luego empecé a trabajar con mis compañeros de estudio, los invitaba a hacer cosas. Era un poco como el líder.

¿Qué tipo de coreografías hacía en ese entonces?

 En  aquella época yo escuchaba mucho a Maurice Béjart, por ejemplo, era mi ídolo. Y trabajaba mucho con su música. Luego descubrí a Pina Bausch, y así. Pero en realidad tenía a la Compañía Nacional de Danza como el referente mayor. De allí siempre admiré a Víctor Cuéllar que venía del mundo del  mundo del show y de pronto empieza a introducirse en  el mundo de la danza moderna contemporánea. No es que lo imitara, pero  recogía lo bueno y lo envolvía en mi mundo creativo.

Usted tiene, además, una influencia muy fuerte de la escuela de Martha Graham... Dos de mis grandes maestras norteamericanas provienen de la compañía de Martha Graham; fue una formación ‘Graham pura’. Sin embargo, nosotros asumimos nuestra propia técnica de danza cubana alimentándonos de varias técnicas. Era una técnica muy muscular, sí, pero mezclada con nuestro  folclor. Es muy cubana y muy completa.¿Y cuáles son sus primeras coreografías profesionales?  Justamente de la mano de Lorna Burdsall, una de mis maestras, creo la compañía Así Somos, el primer grupo que se funda de nuevas tendencias después de DCC. Allí bailé pero también tuve la libertad de crear coreografías.   Luego formé la Compañía de la Danza del Caribe, donde me desempeñé como director artístico y coreógrafo.  Hoy, sin embargo, me considero más un investigador, porque no trato de imponer mi doctrina ni mi dogma, sino descubrir en los cuerpos de los bailarines esas millones de posibilidades de movimiento que pueden existir. Y verlos a ellos bailar es como si yo bailara también. Yo estoy en el cuerpo de esos bailarines.  ¿Cómo llega a Cali?  Llego a Cali primero por el Festival de Ballet, concretamente  por la maestra Gloria Castro, quien me invitó años atrás. Ahora la nueva directora. Consuelo Bravo, me llamó con la idea de crear en Incolballet una compañía de danza contemporánea.  De esta invitación surgió entonces la idea de crear las dos coreografías que los caleños pudieron apreciar la semana pasada. ¿Qué características tiene esta nueva compañía? Está conformada por doce bailarines, seis hombres y seis mujeres. La selección fue realizada por Adlai González, director artístico de Incolballet y quien  ha estado detrás de todo este proceso.Y lo que he encontrado es una institución sólida en lo que es el programa clásico, y a la que hay que fortalecer en lo contemporáneo. Estoy muy contento de estar aquí.  ¿Cómo llegó a crear estas obras que se vieron la semana pasada? El primer trabajo dialoga sobre la música de José White, un compositor muy importante que se dedicaba a las contradanzas. Es una pieza en la que los hombres le bailan a la belleza de la mujer y ellas se engalanan para ellos.  La otra fue inspirada en Omar Rayo. Vi en su obra la luz y la sombra, los colores de Colombia y del Caribe, y vi, sobre todo, los laberintos que me han inspirado siempre. 

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