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Un café con Ángela Peláez

Es colombiana pero escribe en holandés. Porque vive en Holanda y allá nacieron sus hijos. Fue una de las invitadas a la Feria del Libro de Bogotá. Esta es su historia sobre sus cuentos infantiles.

15 de mayo de 2016 Por: Redacción de GACETA

Es colombiana pero escribe en holandés. Porque vive en Holanda y allá nacieron sus hijos. Fue una de las invitadas a la Feria del Libro de Bogotá. Esta es su historia sobre sus cuentos infantiles.

Ángela, usted era publicista. ¿Cómo termina escribiendo libros para niños? 

Sí. Antes que nada yo era una diseñadora gráfica. Muy pronto me vinculé a la publicidad y empecé a trabajar en agencias, siempre en la parte de arte.

Viajé a trabajar a Barcelona y Madrid donde estuve como directora de arte y aparte de la ilustración me involucré mucho en lo que era pensar el concepto de las campañas. 

Pero me casé, llegaron los hijos, tengo cuatro en total, y me desvinculé de la publicidad. Ya, cuando fueron creciendo, tuve la idea de un primer libro. Y así empezó todo. 

¿Y cuál fue ese primer libro? 

La verdad es que con una amiga habíamos publicado dos libros. Ella los había escrito y yo se los había ilustrado, pero ahí quedó la cosa. Fue hace tres años cuando, llevando a mi hija Julia al colegio en bicicleta, se me ocurrió la historia. Ella se había levantado con el pelo  desordenado, lleno de nudos, y le dije, Julia, tu pelo parece un nido.

Luego, en el trayecto hacia el colegio que tarda siete minutos, se me fue ocurriendo toda la historia. Cuando llegué a casa  lo puse todo en papel, desarrollé toda la historia. Ese fue el  suceso que detonó todo esto de convertirme en escritora. 

Pero usted era dibujante...

Exacto. El libro solo estaba  dibujado. La historia estaba lista, pero no escrita. ¿Y ahora qué hago?, me dije. Tenía que buscar a alguien que escribiera la historia así que llamé a una  escritora amiga  y a ella le  encantó la idea. Entonces  me escribió el texto y nos publicaron el libro en Holanda. 

Y llegó el segundo...

Como ya tenía la experiencia del primero, sucedió que creé otra historia y la dibujé. Y justo por esos días salió un concurso en Bélgica así que le dije a mi amiga que por favor me escribiera la historia de nuevo. Ella aceptó, pero faltando dos días para el cierre del concurso me avisó que no había podido escribir el cuento. Entonces yo quedé frente a dos  opciones:  no lo mando o lo escribo yo. Así que me lancé a escribirlo yo misma. Lo mandé, y quedó finalista. Lo publicaron en Bélgica y Holada y hoy tiene los derechos vendidos para China. Desde entonces van seis libros ya publicados.

 ¿Qué la atrajo de ese mundo de los libros infantiles?

Supongo que hay algo de la infancia allí. La magia de los libros que leía. Tenía un tío que me hablaba de un enanito verde que dejaba regalos y era la ilusión de esa fantasía. Pero también tuvieron que ver los libros que leía con mis hijos. Con cuatro hijos fue mucho lo que leí noche tras noche.

Los cuentos infantiles suelen tener una moraleja, un mensaje. ¿Usted lo hace? ¿Le gusta esa idea?

Sí. No suelo escribir una historia por la historia misma. En ‘El nido de Mia’, por ejemplo, que es la historia de una niña que tiene un nido en su cabeza, hay una idea sobre el cuidar a alguien, sobre el cariño que se la da a otro. La niña cuida el nido, luego el huevo y así. Aunque también podría estar la idea de dejar el nido, cuando el pájaro se va; del desprendimiento, en fin... 

Tengo otra historia que es contra el matoneo. Esa ha tenido muy buena recepción en Colombia porque tanto padres como maestros han entendido que es necesario hablar sobre el tema, sobre los niños diferentes, y con eso me refiero a niños que la tienen más difícil para ser el chico y la chica popular, que les cuesta más trabajo hacerse escuchar. 

¿Qué diferencia  a sus ilustraciones de otras?  Los ojos. Los ojos de mis personajes son redondos y grandes. Mientras que en Holanda, es curioso, casi todos los dibujan con dos punticos. 

Al no ser escritora ¿qué retos tuvo que enfrentar al momento de escribir?

Yo escribo en holandés. Y tengo muchos errores porque no es mi primera lengua. Así que escribo también con errores. Lo curioso es que a mi editora le parecía interesante esa frescura de mi estilo y llegamos a un balance: buscamos  que sea correcto sin ser del todo correcto. 

Ha pensado en escribir en español directamente?  Pues de hecho ya traduje uno de mis libros. Y no es fácil. Siento que pierdo cierto ritmo que ya tengo adquirido en el holandés. Pero ha sido tal la acogida y la aceptación de mis libros que he estado pensando que quizá deba explorar mucho más este mercado.

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