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‘Trash: ladrones de esperanza’, un melodrama brasilero

Lejos de ser una historia auténtica y orgánica, ‘Trash: ladrones de esperanza’ luce como una película fabricada con fórmulas facilistas que buscan agradar a quien la ve. Que ocurra en Brasil parece más el capricho de un productor organizado que mezcla un poco de esto y otro tanto de aquello, en busca no de una obra auténtica sino de una comercial.

5 de abril de 2015 Por: Claudia Rojas Arbeláez l Especial para GACETA

Lejos de ser una historia auténtica y orgánica, ‘Trash: ladrones de esperanza’ luce como una película fabricada con fórmulas facilistas que buscan agradar a quien la ve. Que ocurra en Brasil parece más el capricho de un productor organizado que mezcla un poco de esto y otro tanto de aquello, en busca no de una obra auténtica sino de una comercial.

Por alguna razón --¿acaso morbosa?--, el cine de nuestros países latinoamericanos ha encontrado en la fórmula niños + miseria + astucia y superación uno de los mejores mecanismos para hacer buenos números en la taquilla.  Esto puede ser producto del sentimentalismo que despiertan las historias de personajes indefensos y el deseo justiciero  propio del espectador que desea finales satisfactorios. Un simple ejercicio de emociones. 

‘Trash: ladrones de esperanza’ es una película brasilera que narra  la historia de tres niños que sobreviven del reciclaje en un enorme basurero periférico.  Uno de ellos, llamado Rafael encuentra en una billetera que  decide conservar incluso después de haberle sacado los billetes que llevaba adentro y que reparte con su mejor amigo Gardo. 

Entonces, gracias a secuencias paralelas empezamos a conocer el origen de aquellos papeles, aparentemente insignificantes, que llevaron a que su propietario decidiera lanzarla a un camión de basura en un acto desesperado por salvar su vida. 

Los niños deciden conservarla más como el objeto bonito que les resulta, que por la importancia que estos documentos puedan tener. Un par de días después llega al lugar un inspector  de policía ofreciendo mucho dinero a quien le ayude a encontrar una billetera con las mismas características que la que esconden aquellos muchachitos. 

Así empieza a transcurrir esta larga trama a la que se le van agregando ingredientes innecesarios que más que enriquecerla, la vuelven reforzada y poco creíble.  La corrupción, la política y las injusticias sociales hacen su aparición y se convierten en el verdadero motor que mueve una trama que, aunque pudo ser interesante, pierde su naturaleza urbana y latina para terminar transformada en algo similar a una película de drama social estilo Disney.

Observando esta película resulta imposible no pensar en ‘Ciudad de Dios’ (2002), una producción brasilera que expuso, entre otras cosas,  los dramas de los niños que aprenden a sobrevivir en las favelas negociando entre sus sueños y sus necesidades. Sin embargo, a diferencia de aquella  en la que la crudeza y el no maquillaje eran necesarios para develar las realidades que circulan por estos lugares, en ‘Trash: ladrones de esperanza’ se nota la manipulación del productor que quiso poner un poco de todo para lograr algo taquillero y conmovedor. 

Este  submundo en el que nos involucramos es tal como los hemos visto una y varias veces, en películas como ‘¿Quieres ser millonario?’ (2008), habitado por pandillas que se mueven con  códigos invisibles y se relacionan con crueldad, todo en busca de su propia supervivencia.  La diferencia está en que en esta película intentan mostrarnos la realidad latinoamericana a través de los ojos del director inglés Stephen Daldry (‘Billy Elliot, ‘Las horas’, ‘El lector’ entre otras) y cuya mirada resulta maniquea.  En este universo de hacinamiento y pocas posibilidades, tampoco faltan los personajes altruistas como la maestra voluntaria y el sacerdote que vela por el bienestar de aquellos niños marginados.

Así esta producción empieza a tropieza con sus propios pies.  Primero porque pretende ser un drama social del que dista bastante y segundo porque pretende inscribirse en un género policíaco al que tampoco logra acercarse.  Claro, todo esto podría ser entendible y hasta justificable si se entiende como una película que ha sido hecha y pensada desde la fórmula de lo comercial, reforzando los giros y armando las tramas para que funcionen más por el fin que como una consecuencia de los actos de los protagonistas.  

Tres niños luchan por descifrar un misterio que podría hacer temblar a los políticos más importantes del país.  Así de gratuita resulta la trama de ‘Trash, ladrones de esperanza’, donde todas las soluciones llegan porque sí y donde jamás se logra crear una verdadera tensión que nos permita involucrarnos y sufrir con sus protagonistas.  Lástima que el director no logre la profundidad que tuvo en su momento con ‘Billy Elliot’ ni una tensión dramática como la que logró con ‘El lector’.

* Docente Universidad Autónoma de Occidente. @kayarojas

 

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