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‘Te vengo a Cantar’, la historia de un despecho que se convirtió en una bella canción

¿Ha escuchado ‘Te vengo a Cantar’? Quizás la haya bailado. O quizás lo haga en este Petronio Álvarez. Es una de las canciones más lindas en la historia de los festivales. Aunque haya salido de un corazón roto. Charla con Hugo Candelario González, sobre un himno (bailable) a la resurrección.

4 de agosto de 2016 Por: Jorge Enrique Rojas | Editor Unidad de Crónicas

¿Ha escuchado ‘Te vengo a Cantar’? Quizás la haya bailado. O quizás lo haga en este Petronio Álvarez. Es una de las canciones más lindas en la historia de los festivales. Aunque haya salido de un corazón roto. Charla con Hugo Candelario González, sobre un himno (bailable) a la resurrección.

Grupo Bahía-Te Vengo a Cantar

¿Y ella supo que la canción era para ella?

  Años después. Y ha sido la mujer más cobarde del mundo… La primera vez que le di el CD, cuando nos vimos a los años, lo recibió, se bajó del carro, y se fue…

 ¿La escuchó y se fue?

 No! No la escuchó ni siquiera conmigo. Y ahora tanto tiempo después, que ella se casó, vive afuera, tiene un hijo por allá, le digo: mirá lo que está pasando con la canción que te compuse… Somos amigos en el Facebook, a veces hablamos…. ¡Y la berraca me cambia el tema! Nunca me dio el chance de hablar… Después de tantos años nunca me ha dado el chance de decirle, ve, ¿por qué te fuiste? ¿por qué no volviste? Eso fueron pasando los años, pasando los años, y ahí, echándole tierrita no más…

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[[nid:562762;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2016/08/hugo-candelario-3.jpg;left;{Hugo Candelario González y la marimba que nunca lo traiciona. Foto: Elpais.com.co | Archivo}]] Al teléfono está Hugo Candelario González, el director del Grupo Bahía que con su marimba ha volado por tantas partes del mundo. Él y Bahía, que son Pacífico puro: currulaos, bundes, aguabajos, jugas, mambos, fusiones. Gozadera absoluta en piezas como ‘kilele’, o un bolero que bailando se enreda en los pies, que es lo que ocurre al comienzo de ‘te vengo a cantar’. Por esa canción conversamos. Es 6 de agosto del 2015 y ya va a empezar el Petronio. Candelario y su grupo se lo ganaron los dos primeros años así que el Festival es el pretexto de la charla, pese a que el fondo, en realidad, solo sea conocer el origen de esa composición. Es un lamento muy bello que hace bailar a la gente, le digo: desde Tintindeo hasta una fiestica animada a punta de celular; y entonces uno se va olvidando de que ahí, en medio de la sabrosura, viaja un dolor muy bravo. Y sí, era muy bravo: “ese tema sale de un despecho el hijuepucha”, recordaría él, contando que la destinataria de todo eso nunca llegó a decirle nada de la canción.

Poco después de terminada la charla y por buen tiempo, el audio de la entrevista estuvo dando vueltas en el extravío de La Nube. O en las nubes. Y luego esperando un momento como este, cuando a días de otro Petronio, la historia de una de las canciones más hermosas del Pacífico no necesita de mayor excusa para ser contada. Aunque también podrá leerse el otro mes; o el otro; o el otro. Hay despechos que finalmente nunca tienen fecha de caducidad.

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 “(…) En la tristeza, sin saber qué hacer, de pronto ya cansado de echarle cervecita al cuerpo, cigarrillo, sin tener escapatoria, sin opción a seguir negando, entonces me quedó la valvulita de escape de la guitarra y allí lo primero que me salió musicalmente fue ese mambito: tuntin, turi, rururo… Eso fue lo primero que salió musicalmente. A veces a uno le baja la musa por la letra, a veces por la armonía, por la melodía, a mí me bajó, ahí, por la melodía. En esa canción lo primerito que salió fue esa introducción que luego hace el saxo; y después, bueno, no recuerdo si el coro o la letra… Recuerdo que la canción se compuso en dos facetas: un momento del dolor, de sacar el dolor y la nostalgia; y el añoro: sentimiento de añoranza por esa mujer, pues. Y la otra faceta que ya es como una tendencia que tengo por ser del Pacífico y por lo que he andado: de esperanza, la esperanza que tenemos de que algún día vamos a salir de todas esas vicisitudes, las adversidades.

 “(…) Una tusa de esas es muy brava… Esa faceta de mi vida la pasé a punta de mucho desorden, mucho ron, mucha bohemia... Entonces claro, cada vez que despertaba era peor el guayabo, la cosa, el mundo a cuestas… Y también ese sentimiento de hombre del Pacífico en la ciudad: de no estar cerca de mi río, de mi familia, de mi gente. Y por eso sale esa otra cosa, esa relación con la tierra. Y paralelamente también está una cosa que ya se estaba cocinando, que es una búsqueda espiritual. La música del Pacífico en esencia es muy espiritual, más que religiosa. Y yo como marimbero y percusionista siento esa espiritualidad en un ángulo que desde mi andar me ha ido llevando a mis propias conclusiones…

“(…) Yo creo que en esencia esa canción es puro sentimiento, hermano, puro anhelo, pura añoranza. No se queda en una canción de despecho normal, no, no se queda allí, se va… Históricamente el Pacífico ha estado viviendo cosas muy fuertes, su gente, entonces está la esperanza y la alegría a pesar de todo. Y la fuerza del tambor y la marimba. Del hombre oriundo del Pacífico se sale todo ese sentimiento en ese momento de tanta angustia, de sentir, ¡juepucha!, que uno qué más hace…

 ***

Hugo Candelario González nació en Guapí. Es decir que nació cerca del río y que sobre el agua también aprendió a dar sus primeros pasos. Creció entre marimberos y cantaoras. Saxofonista. Quiso ser médico pero su papá lo ayudó a   desistir. Músico de arriba hasta abajo formado en el Instituto Popular de Cultura de Cali, en el Conservatorio, en la Univalle.

Con Bahía empezó a mediados de los 80 y se fueron juntando casi por casualidad, como se han juntado casi todas las buenas bandas de esta vida. El día que todo empezó, Candelario estaba tocando flauta afuera de su casa, cuando tenía 19 años y su casa quedaba el barrio El Templete. Con Bahía y la marimba embalada en la bodega de mil aviones, el hombre ha hecho bailar a gringos, franceses, japoneses, italianos, alemanes, mejicanos, chilenos, españoles. Muchos tirando paso con esa canción, ese lamento que él escribió para un día tratar de aliviarse de esa espina incrustada en la garganta –y en el estómago y en los huevos- que viene siendo una pena de amor. La suya, iba por el mundo vestida con el traje de una sicóloga, Hugo Candelario se llama así porque cuando el día que su mamá lo dio a luz, un incendio dejó a oscuras a Guapi. Su nombre, entonces, literalmente fue una iluminación en pila de bautismo. Otra manera de ver la candela. Aprendí que para hallar la luz, hay que pasar por la oscuridad, cuenta en una frase de ‘te vengo a cantar’…

  ***

“(…) Uno aprende por dos vías: o por consciencia o por consecuencia. Normalmente, estamos acostumbrados a aprender por consecuencia, lo que quiere decir que hasta no estar en el fondo, o bien llevado, no aprendés algo. Yo no sabía lo que era el dolor sentimental. No era mala persona pero entraba y salía como Pedro por su casa en cuanto a los sentimientos porque no la tenía clara. A partir de ese momento ya supe lo que era esa vaina. Mi primera lección fue respetar un sentimiento.

(…) Era el año 94-95, por allá, cuando la compuse… y quedó incluida en el disco ‘Con el corazón’, que se grabó en 1997. Y fue en dos tiempos, no en dos épocas, sino en dos tiempos: el primero que sale, como te digo, de la parte romántica, anhelando a la hembra, y la otra la parte esperanzadora, que da la búsqueda de respuestas que desde la mente intentaba en ese tiempo…

 ***

 ¿Y el despecho sanó con la canción?

Mmmmm… No sabría decirte. Me alimentó la nostalgia cada que la tocaba… No sabría decir si esa canción me ayudó, esa vaina va saliendo es andando, andando, andando… La canción, como cualquier álbum, lectura, libro con el que uno se identifica, es una puerta, caminos que hay que caminarlos…  Esa canción hace eso, es una puerta, un camino sincero en cuanto al sentimiento. En todo es muy sincera, muy honesta, no tiene afán de agradar a nadie, simplemente va saliendo de las vísceras…

Te vengo a cantar

Una gota de agua, una  noche, una luna nueva me hace recordar 

Siendo el pensamiento  una cosa volátil yo no sé porque no te puedo olvidar

Olvidar, para que olvidar  para que olvidar esos momentos lindos...Olvidar para que olvidar  para que olvidar esa felicidad... Buscando un poco de paz y  buscándote a ti yo me perdíMe perdí, me perdí, me perdí,  me perdí, pero yo aprendí Aprendí que para hallar la  luz, hay que pasar por la oscuridadAprendí que para uno  encontrarse tiene que buscar en la raízEn la familia, en el pueblo, en la  tierra, allí donde un día tú fuiste feliz Aprendí que perder y  perdonar son dos remansos que le dan a uno tranquilidad Aprendí que no soy sólo yo y  que somos muchos másMuchos más soñando,  sintiendo, viviendo, buscando la felicidad Aprendí que el camino es  largo, que el camino es duro, pero se puede llegar Aprendí que el camino es  largo, que el camino es duro, pero se puede llegar Una gota de agua, una  noche, una luna nueva me hace recordarSiendo tú la mujer más  divina, fantasía que Dios un día hizo realidad Realidad para deleitarme,  para navegar en tus encantos de mujerRealidad que fue mi verdad,  pero un día te fuiste sin más nunca regresar Con tanto sentimiento  acumulaoY con el  corazón aquí guardaoCon tanto sentimiento  acumulao yo te tuve que vení a cantá

 

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