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Su faceta como madre y esposa

Para la diseñadora, su prioridad en la vida es su familia. Dice que no se perdió la infancia de sus hijos.

25 de septiembre de 2011 Por: Alda Mera

Para la diseñadora, su prioridad en la vida es su familia. Dice que no se perdió la infancia de sus hijos.

Silvia Tcherassi creció en un edificio del barrio El Prado, de Barranquilla, donde vivía toda la familia: abuelos, tíos y primos. Todos los niños subían y bajaban de un apartamento a otro. “Éramos una gran familia literalmente. Las puertas siempre estaban abiertas”, recuerda.Y en ese edificio que le servía de casa de muñecas, Silvia cultivó su buen gusto en el espejo de su mamá, Vera, a quien ella define como una mujer elegante por naturaleza. Por ejemplo, cuando a su papá, José Tcherassi, lo nombraron gobernador del Atlántico, ver a su mamá escogiendo lo que se iba a poner para la posesión es un recuerdo inolvidable.Sin embargo, en Silvia confluye un espíritu estético y visual que la hace ser muy exigente y perfeccionista, al punto de andar organizando todo –el desorden la altera, dice su mamá–, pero con la alegría y fluidez caribe que la llevó a ser reina del Carnaval de Barranquilla en 1986.“Experiencia maravillosa –evoca hoy–, que me permitió compartir con toda esa gente que espera un año para disfrutar unos días donde no hay diferencias de clases, se valora la tradición y la cultura y la alegría que caracteriza a los caribeños alcanza una nueva dimensión”.Por ello, al cumplir 25 años de ese honor reservado sólo para las niñas ‘high class’ de La Arenosa, en el pasado Carnaval le rindieron homenaje. Pero como su apretada agenda no le permitió asistir, Silvia organizó luego una fiesta a la que invitó a todos sus amigos y amigas de siempre en Barranquilla, cuenta su amiga, la periodista Zorayda Noriega. Allí compartió con todos y bailó y gozó como si estuviera en plena guacherna del 86.Además, la describe como una excelente anfitriona y de un paladar muy exquisito, “así no sepa mucho de cocina, porque su mundo son telas y telas y telas y su vida sea estar empacada en una maleta”.La diseñadora, que es la mejor modelo de sus propias creaciones, es vanidosísima, “espejo por donde pasa, espejo por donde se mira”, a decir de su mamá. Para estar siempre en forma Silvia confiesa que lleva una vida sana, de dieta balanceada –dicen que come de todo, pero poco– y hace ejercicio, cuando puede. Eso sí, se cuida mucho la piel y uno de sus mayores lujos es usar productos para la piel de primera calidad.Capítulo de oro en su vida es su esposo Mauricio Espinosa, un paisa a quien ella le agradece que “la deja ser”, actitud clave de su éxito. Lo afirma la ex reina de Colombia, Claudia Elena Vásquez, su amiga y su modelo hace 20 años, quien describe a Mauricio como formidable y sencillamente divino. “Él es un gran ejecutor y un gran administrador; ella es la creadora, pero él es su mano derecha, su polo a tierra, creo que Silvia sin Mauricio no sería la gran mujer y la gran diseñadora que es”.La diseñadora confiesa sin duda que “él ha sido una persona muy importante en este proceso. Su experiencia empresarial, sus grandes dotes de papá y su sensibilidad como ser humano son factores de éxito en mi carrera”.Un amigo en común los presentó en un club en Barranquilla. Fue un amor a primera vista. “Algo espontáneo, natural, nada planeado, y por eso creo que la relación funcionó y poco a poco se fue tornando más seria”, cuenta Silvia.Es más, sostiene que la ética del trabajo, la disciplina y claro, “las arepas y el café a lo paisa” son aportes Espinosa al emporio y a la familia Tcherassi. Familia donde la gran diseñadora no riñe con la gran mamá de Mauricio y Sofía, dos adolescentes a quienes lleva a casi todos sus viajes, si duran más de cinco días.“No me perdí la infancia de mis hijos, he disfrutado con ellos y mi familia siempre es la prioridad. Ellos nacieron en este mundo y lo entienden y lo disfrutan al máximo desde que están pequeños”, reflexiona Silvia.

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