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Ramón Andrés, entre la música y la crítica

El escritor y crítico español Ramón Andrés estuvo en Colombia invitado por el Premio de Periodismo Simón Bolívar. El académico habló sobre el periodismo de crítica y sobre el tema que ha ocupado su larga trayectoria profesional, la música.

23 de noviembre de 2014 Por: Ricardo Moncada Esquivel | Periodista de El País

El escritor y crítico español Ramón Andrés estuvo en Colombia invitado por el Premio de Periodismo Simón Bolívar. El académico habló sobre el periodismo de crítica y sobre el tema que ha ocupado su larga trayectoria profesional, la música.

Sorprendido de manera muy positiva se mostró el reconocido escritor y crítico español Ramón Andrés por el nivel y compromiso del periodismo crítico en el país. Nacido en Pamplona en 1955, es uno de los críticos musicales más reconocidos en la actualidad. En 2005 recibió el Premio Ciudad de Barcelona por su libro ‘Johann Sebastian Bach. Los días, las ideas y los libros’. Fundador y director de varias publicaciones de crítica cultural como ‘Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura’, ha escrito numerosos artículos para reconocidas revistas y periódicos como El País, La Vanguardia y El Mundo. Entre sus libros más comentados están ‘El mundo en el oído: El nacimiento de la música en la cultura’, ‘Diccionario de música, mitología magia y religión’ y ‘El luthier de Delft. Música, pintura y ciencia en tiempos de Vermeer y Spinoza’, su más reciente publicación. El académico estuvo en Bogotá como invitado especial por el Premio de Periodismo Simón Bolívar, que se otorgó el pasado 11 de marzo, para dar la apertura de la categoría de crítica periodística en el marco de estos galardones, en los que fueron exaltados trabajos en radio, prensa escrita y televisión realizados por periodistas como Ana María Lara Sallenave , de Señal Radio Colombia, Juan Diego Parra Valencia, del Canal Zoom o el escritor y columnista Julio César Londoño, de El País. ¿Qué impresión le dejaron los trabajos de crítica presentados en los Premio Simón Bolívar?Fue gratísima. Tuve la sensación de estar frente a un periodismo valiente, muy vivo, muy consciente de su trabajo. Me llamó la atención que la mayoría de los premiados eran personas muy jóvenes con unos trabajos que desafiaban en algunos casos la realidad política. Hubo trabajos en los que se plantea una crítica desprovista de acomodos con un fondo crítico de denuncia, con mucho respeto a sus respectivas audiencias. En nuestro país el género de crítica periodística no es muy valorado ¿Cuáles son para usted los principales valores de este género?Esto que le voy a decir no es un descubrimiento. El periodismo es esencial para tener despierta la conciencia de un país, del ciudadano. Y en el caso del periodismo de crítica tiene un valor especial porque permite un componente intelectual que, creo, le aporta al periodismo mismo, como es el caso de la crítica cultural. También se erige como una guía a modo de enseñanza, para mostrar nuevas corrientes intelectuales, nuevas tendencias artísticas, bueno, es una fuente magnífica. Se suele creer que la crítica artística es un asunto de subjetividad, pero en realidad ¿qué condiciones deben reunirse para hacerla?Es verdad que a menudo la crítica cae en la subjetividad y entonces ya desactiva todo criterio, toda noción crítica. Pienso que la tarea del crítico es primero tener un buen conocimiento de la materia, para poder mantener un pulso consigo mismo entre la subjetividad, que es inevitable, y la objetividad que es absolutamente indispensable. Y esa objetividad vienen del profundo conocimiento que tengamos, eso nos permite dejar a un lado los gustos personales. ¿En quién recae la responsabilidad para que se amplíen los espacios a la crítica periodística, a los medios, a los periodistas o al público?Podríamos decir que es un asunto de todos, pero aquí el actor protagonista es el periodista, que seguramente encontrará muchas dificultades en ese propósito. En Europa el pensamiento crítico no surgió en la prensa diaria, sino que empezó a crearse en revistas, no necesariamente especializadas. Poco a poco se fue ganando terreno y ahora es una parte fundamental de la prensa. No conozco cómo ha sido la situación en Colombia, pero pienso que ese es un buen ejemplo. Pero en definitiva quien debe tirar del carro es el propio periodista con su mentalidad y capacidad crítica. La música ha sido el tema central de su trabajo. Dicen que esta expresión está relacionada con la melancolía. ¿De qué manera se da esa relación?La música siempre ha tenido un contenido evocativo de llamado a los recuerdos del pasado próximo o lejano, por eso muchas veces se asocia con el estado melancólico del espíritu. Hubo épocas en que los compositores hicieron melodías muy enfocadas en la melancolía. Pero la música también nos ayuda a construir una memoria histórica. ¿Cuáles considera que son las razones para que la música sea una parte esencial de los seres humanos, de una comunidad?En verdad la música está muy asociada al devenir de la humanidad, porque en el fondo la música representa la existencia de un lenguaje que no es el oral, pero que igual permite comunicarse y comprender el entorno que genera otro tipo de relaciones y tiene la trascendencia de mostrar cosas que están ocultas en las personas. Por otro lado tiene la capacidad de armonizarnos, es un arte y una ciencia muy vinculadora. ¿Cómo ha cambiado la relación de las personas con la música en la actualidad pensando en la globalización y el uso de nuevas tecnologías?Se puede decir que a través de la música se podía trazar una historia de la humanidad. Cada época se ha relacionado de un modo particular. Por ejemplo podría pensarse que en el Siglo XIX, la música tenía un poder de afirmación cultural y que tal vez en el presente tiene un carácter de evasión. Su interés por la música lo ha llevado a desarrollar trabajos como su diccionario de la música. ¿Cuál fue el propósito de ese trabajo?El libro ‘Diccionario de la música, mitología, magia y religión’, es un libro muy extenso, me llevó muchos años de trabajo y de estudio. A través de sus diversas entradas lo que he tratado de hacer es rescatar el origen simbólico de la música. Por ejemplo, el libro tiene un apartado sobre la naturaleza y se cuenta como las primeras culturas interpretaban el sonido que venía de los árboles como algo que provenía de cada dios. Es un trabajo que se mueve entre antropología, investigación histórica, pero que explora también la condición mágica de la música y su potencia y poder sobre los seres humanos. Una manera de unir el pasado, para entender mejor nuestro presente. En el caso de ‘El Luthier de Delft’, usted explora la rica cultura holandesa...Sí. Este libro recrea la Holanda del Siglo XVII, una época en la cual coincidieron grandes personalidades del pensamiento, las artes y la música como el filósofo Baruch Spinoza o el pintor Johannes Vermeer. Es una descripción de aquella sociedad. Pensemos en los cuadros de Vermeer con esas escenas musicales de damas tocando el laúd, el clavicémbalo. Fue una época de esplendor y de apertura también, de conceptos religiosos que estaban asolando a Europa. ¿Por qué tituló así el libro?El Luthier de Delft es el título de un cuadro del pintor Carel Fabritus, uno de los artistas que inspiró a Vermeer, en el cual ilustra a un fabricante de instrumentos, un luthier, que está aguardando en la calle para vender sus instrumentos. El libro es una especie de entrada a conocer la música de esa época. Finalmente, ¿qué puede concluir de la experiencia que le deja esta visita a Colombia?Me llevo una impresión gratísima. Veo en la gente joven una necesidad de aprender, de adquirir conocimientos, una vivacidad que es difícil de encontrar en Europa o por lo menos en España, donde la juventud está más acomodada, más satisfecha, bastante adormecida con su papel social, digámoslo directamente, más aburguesada y eso es algo que no detecto aquí. Y esa ausencia de pereza intelectual, le aseguro que para una persona que se dedica a esto como yo, no puede ser un estímulo mayor.

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