Que suenen las congas
Hijo musical de Cal Tjader, con quien tocó hasta el día de su muerte en 1982, Poncho Sánchez es uno de los grandes exponentes del Latin Jazz. El 25 de septiembre se presentará en el Teatro Municipal.
Hijo musical de Cal Tjader, con quien tocó hasta el día de su muerte en 1982, Poncho Sánchez es uno de los grandes exponentes del Latin Jazz. El 25 de septiembre se presentará en el Teatro Municipal.
Ser hijo de padres mexicanos, haber nacido en Laredo, Texas, y haber crecido en Los Ángeles escuchando al tremendo cantante cubano Machito y a ese par de monstruos musicales que son los Titos - Puente y Rodríguez - no podía dar una mezcla más explosiva que la de Idelfonso Sánchez, mejor conocido como Poncho Sánchez, uno de los representes más contundentes del llamado Latin Jazz.
Por eso no es de extrañar que este chico, el menor de 11 hermanos en una familia chicana, pronto se decidiera por la música, específicamente por las congas.
Hoy quienes saben de Latin Jazz no olvidan que fue Sánchez el último conguero de su propio héroe y mentor: Cal Tjader, un vibrafonista y percusionista de origen sueco que grabaría en trío con el pianista Dave Brubeck y que en el año 54 creara su grupo, siendo el más influyente músico y a quien se le debe el florecimiento de este género en la costa Oeste de los Estados Unidos.
Fue Tjader, también, quien grabó varios discos latinos con Willie Bobo, Mongo Santamaría y José Chombo Silva, en 1967, así como con Eddie Palmieri, su hermano Charlie Palmieri y Tito Puente.
Todo eso lo sabe Poncho, quien lo reconoce como su mejor influencia. Y es justamente de esos grandes referentes, muchos de los cuales está hecha su música, que hablamos con este gran conguero que estará de visita en Cali el próximo viernes 25 de septiembre, en el marco del Festival Ajazzgo. Desde Los Ángeles, donde aún está radicado, hablamos con él vía telefónica.
¿Por qué su interés por la música latina?
De niño siempre me gustó la música y en especial la latina. Acá en Los Ángeles en ese momento no se oía mucho en la radio y tampoco en televisión. Solo se escuchaba esta música durante una hora semanal en un programa de radio que lo hacía Chico Sesma.
Allí oíamos mucho de la música de Puerto Rico, Cuba y Nueva York. Se oía mambo y chachachá. Me gustó mucho Tito Puente, Tito Rodríguez, y Cal Tjader. En mi casa había discos de él. También Pacheco y Joe Cuba.
Yo estaba bien joven en ese tiempo y siempre me gustó la música latina, mis hermanas de hecho también bailaban toda esa música.
A los 24 años usted tiene su bautizo musical con ese gran vibrafonista y compositor estadounidense, Cal Tjader. ¿Cómo fue esa experiencia?
Como en el año 74 fui a ver a Cal Tjader a un club que se llamaba Concert by the sea. Fui con un americano blanco que me seguía a todas partes. Él me decía que conocía a Cal Tjader y que le había hablado a Cal Tjader sobre mí, y yo no creí eso.
Nos presentaron y esa misma noche Cal me preguntó que si quería tocar en el grupo y toqué cuatro números con él.
Yo estaba bien joven y estaba un poco asustado por tener la responsabilidad de tocar con Tjader. Una semana después él me llamó para decirme que me quedara en el grupo. Toqué con mi héroe por 7 años y medio hasta el día de su muerte en Manila, Filipinas.
Estaba bien enfermo. Sufrió varios ataques al corazón. El doctor que lo atendió era el mismo médico del presidente de ese momento en Filipinas, Ferdinand Marcos.
¿Qué músicos integraban el grupo?
Yo era el director musical; Vince Latiano era el timbalero; Al Zulaica, un mexicano-americano de San Francisco, estaba en el piano; Rob Fischer era el bajista...
Mira que eso pasó hace 32 años y todavía recuerdo que pasé mucho tiempo sintiéndome mal.
Cal Tjader me ayudó mucho para conseguir el contrato para grabar con la compañía Concord Picante y en 1982 grabé el álbum que se llamó Sonando. Gracias a Dios he grabado 28 cds para Concord Picante.
Pero hubo un colombiano que pasó por su banda. Hablemos un poco de Justo Almario...
(Risas). Justo es gran amigo mío, gran músico y muy buena gente. Tocó mucho con nosotros. Hace poco lo vi. Lo quiero mucho. Él conoce a toda mi familia y yo la suya. Tremenda persona.
Usted pasó por Cali hace 19 años. ¿Qué recuerdos tiene de la ciudad?
A mí me gustó mucho Cali. Llegamos una noche antes del concierto y recuerdo que llovía un poco.
Salimos a comer con unos fans arroz, fríjoles, toda la comida estaba bien. Y también recuerdo que me llevaste con los hermanos Banda y Papo Rodríguez a visitar a un señor a su casa, donde tenía su taller de campanas, güiros, todos instrumentos de percusión.
Se llamaba Gonzalo Piedrahita. Compramos campanas que todavía conservo. Pero lo que más me gustó fueron unas maracas que son mis preferidas. Él las hizo especialmente para mí y son maravillosas. Nadie más las puede tocar.. Nunca salen de mi casa
Entre tantos percusionistas, ¿quién fue su inspiración para tocar?
Me gustó mucho Tito Puente, pero cuando toqué por primera vez con Cal Tjader me dijo que tenía el estilo como el de Mongo Santamaría, otro de mis héroes. Ese es mi preferido.
Hasta hice una grabación con él. Mongo era increíble, él y Willie Bobo estuvieron con Cal Tjader un tiempo, a mediados de los años 50.
Por último, qué mensaje le envía a tantos caleños que quieren ver y oír la música de Poncho Sánchez...
Espero me acompañen esa noche, y que perdonen mi español. Trataré que todo salga de lo mejor. Pronto estaré nuevamente en Cali, tocando mucho latin jazz con mi banda.