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Que suenen las congas

Hijo musical de Cal Tjader, con quien tocó hasta el día de su muerte en 1982, Poncho Sánchez es uno de los grandes exponentes del Latin Jazz. El 25 de septiembre se presentará en el Teatro Municipal.

20 de septiembre de 2015 Por: Richard Yori | Especial para GACETA

Hijo musical de Cal Tjader, con quien tocó hasta el día de su muerte en 1982, Poncho Sánchez es uno de los grandes exponentes del Latin Jazz. El 25 de septiembre se presentará en el Teatro Municipal.

Ser hijo de padres mexicanos, haber nacido en Laredo, Texas, y haber crecido en Los Ángeles escuchando al tremendo cantante cubano Machito y a ese par de monstruos musicales que son los Titos -    Puente y Rodríguez -  no podía dar una mezcla más explosiva que la de Idelfonso Sánchez, mejor conocido como Poncho Sánchez, uno de los representes más contundentes del llamado Latin Jazz.

Por eso no es de extrañar que este chico, el menor de 11 hermanos en una familia ‘chicana’, pronto se decidiera por la música, específicamente por las congas.

Hoy quienes saben de Latin Jazz no olvidan que  fue Sánchez  el último conguero de su propio héroe y mentor: Cal Tjader, un  vibrafonista y percusionista  de origen sueco que grabaría en trío con el pianista  Dave  Brubeck y que en el año 54 creara su grupo, siendo el más influyente músico y a quien se le debe el florecimiento de este género en la costa Oeste de los Estados Unidos.

Fue Tjader, también, quien   grabó varios discos ‘latinos’ con Willie Bobo, Mongo Santamaría  y José ‘Chombo’  Silva, en 1967, así como   con Eddie Palmieri,  su hermano  Charlie Palmieri y Tito Puente. 

Todo eso lo sabe Poncho, quien lo reconoce como su mejor influencia. Y es justamente de esos grandes referentes, muchos de los cuales está hecha su música, que hablamos con este gran conguero que estará de visita en Cali el próximo viernes 25 de septiembre, en el marco del Festival Ajazzgo. Desde Los Ángeles, donde aún está radicado, hablamos con él vía telefónica.

¿Por qué su interés por la música latina? 

De niño siempre me gustó la música y en especial  la latina. Acá en Los Ángeles en ese momento no se oía mucho en la radio  y tampoco en  televisión. Solo se escuchaba esta música durante  una hora semanal en un programa de radio que lo hacía Chico Sesma. 

Allí oíamos mucho de la música de Puerto Rico, Cuba y  Nueva York. Se oía mambo y  chachachá. Me gustó mucho Tito Puente, Tito Rodríguez, y Cal Tjader. En mi casa había discos de él. También Pacheco y Joe Cuba. 

Yo estaba bien joven en ese tiempo y siempre me gustó la música latina, mis hermanas de hecho también  bailaban toda esa música.

A  los  24 años usted tiene su ‘bautizo’ musical  con ese gran vibrafonista  y compositor estadounidense, Cal Tjader. ¿Cómo fue esa experiencia?

Como en el año 74 fui a ver a Cal Tjader a un club que se llamaba ‘Concert  by  the  sea’. Fui  con  un americano blanco  que me seguía a todas partes. Él me decía que conocía a Cal Tjader  y que   le había hablado a Cal Tjader sobre mí, y yo no creí eso. 

Nos presentaron y esa misma noche  Cal me preguntó que si quería tocar en el grupo  y toqué  cuatro números con él. 

 Yo  estaba bien joven y estaba un poco asustado  por tener  la responsabilidad de  tocar  con  Tjader.  Una semana después él me llamó para decirme que me quedara en el grupo. Toqué  con mi héroe por 7 años y medio  hasta el día de su muerte en Manila, Filipinas. 

Estaba bien enfermo. Sufrió varios ataques al corazón. El doctor que lo atendió era el mismo médico del presidente de ese momento en Filipinas, Ferdinand Marcos.  

¿Qué músicos integraban el grupo?

Yo era el director musical; Vince Latiano era el timbalero; Al Zulaica, un mexicano-americano de San Francisco, estaba   en el piano; Rob Fischer era el bajista...

Mira que eso pasó hace 32 años y todavía  recuerdo que  pasé mucho tiempo sintiéndome mal. 

Cal Tjader me ayudó mucho para  conseguir el contrato para grabar con la compañía  Concord Picante y en 1982 grabé el álbum que se llamó ‘Sonando’. Gracias a Dios he grabado 28 cds para Concord Picante.

Pero hubo un colombiano que pasó por su banda. Hablemos un poco  de Justo Almario...

(Risas).  Justo es gran amigo mío, gran músico y muy buena gente.  Tocó mucho con nosotros. Hace poco lo vi. Lo quiero mucho. Él conoce a toda mi familia y yo la suya. Tremenda persona.

Usted pasó por Cali hace 19 años. ¿Qué recuerdos tiene de la ciudad?  

A mí me gustó mucho Cali. Llegamos una noche antes del concierto y recuerdo que llovía un poco. 

Salimos a comer con unos ‘fans’ arroz, fríjoles,  toda la comida estaba bien.  Y también recuerdo que me llevaste   con  los hermanos Banda y ‘Papo’ Rodríguez a  visitar a un señor a su casa, donde tenía su taller de campanas, güiros, todos instrumentos de percusión. 

Se llamaba Gonzalo Piedrahita. Compramos campanas que todavía conservo. Pero lo que más me gustó fueron unas maracas que son mis preferidas. Él  las hizo especialmente  para mí y son  maravillosas. Nadie más  las puede tocar.. Nunca salen de mi casa…

Entre tantos percusionistas, ¿quién   fue su inspiración para tocar?

Me gustó mucho Tito Puente, pero cuando toqué por primera vez con Cal Tjader me dijo que tenía el estilo como el de ‘Mongo’ Santamaría, otro de mis héroes. Ese es mi preferido.

Hasta hice una grabación con él.  ‘Mongo’ era increíble, él y  Willie Bobo estuvieron  con Cal Tjader un tiempo,  a mediados de los años  50.

Por último, qué  mensaje le envía a tantos caleños  que quieren ver y oír la música de Poncho Sánchez...

Espero me acompañen esa noche, y que perdonen mi español. Trataré que todo salga de lo mejor. Pronto estaré  nuevamente en Cali, tocando mucho latin jazz con mi banda.

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