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¿Qué pasaría si usted descubre que está criando un hijo que no es suyo?

La película japonesa ‘De tal padre, tal hijo’ narra el drama de dos familias que descubren que los hijos que han estado criando por seis años no llevan su sangre. La producción, que recibió un premio del jurado de Cannes, plantea una mirada a la paternidad.

25 de mayo de 2014 Por: Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA

La película japonesa ‘De tal padre, tal hijo’ narra el drama de dos familias que descubren que los hijos que han estado criando por seis años no llevan su sangre. La producción, que recibió un premio del jurado de Cannes, plantea una mirada a la paternidad.

Los melodramas no son asunto exclusivo de los latinoamericanos ni de la televisión. Tampoco están solo relacionados con las historias de amores difíciles, ni con el asunto de la superación. Es cierto que pueden tener un poco de aquello, pero no hay que olvidar que este género se propone, ante todo, ejercitar las emociones del espectador llevándolo de la lágrima a la risa a través de sus escenas. En este tipo de dramas, la familia puede convertirse en protagonista y escenario ideal para exponer y desarrollar conflictos en los que el espectador podrá identificarse. Después de todo, la maternidad, la paternidad y la infancia ofrecen variedad de temas con los que se puede sufrir y celebrar de la manera más melodramática.‘De tal padre, tal hijo’ es la última película del director japonés Hirokazu Koreedase, en la que se mueve con libertad en este género, partiendo de una situación bastante particular. Dos familias son notificadas de que el hospital en el que nacieron sus respectivos hijos, seis años atrás, intercambió los niños. Es decir, han estado criando, conviviendo y amando a un hijo que no tiene una gota de su sangre. La situación podría ser más dramática si consideramos que en un extremo se encuentra un exitoso arquitecto preocupado por mantener en alto el nivel económico de su familia mientras ha dedicado poco tiempo a su hijo, y del otro un tendero humilde que vive en los suburbios y está entregado por completo a sus tres hijos y a su esposa.Empieza así el desarrollo de una película en la que se exhiben al máximo los detalles íntimos de este par de familias que, ante tal situación, deben tomar una decisión radical. ¿Intercambian los hijos o dejan todo como está? Los encuentros van y vienen, forzando a la sangre a reconocerse y a la cotidianidad a olvidarse. La confusión logra darle al arquitecto muchas respuestas del porqué su supuesto hijo no es tan perseverante y talentoso como él quisiera, mientras que para el otro padre nada cambia y el nuevo niño bien podría ser otro más de sus hijos. De ahí que el director escoja como protagonista al primero de ellos, un personaje que rige su mundo desde la racionalidad y el control de su entorno. Desde allí trata de resolver el asunto, dejando de lado los sentimientos que sin duda tiene, pero que se ha encargado siempre de mantener dominados. Un hombre que no se hace demasiadas preguntas y que, a medida que avanza la historia, mantiene al margen sus emociones sin lograr encontrarse como un verdadero padre ni del criado, mucho menos del engendrado. En medio del drama están los niños que entran y salen de una casa a la otra sin comprender qué significa eso de tener otra mamá y otro papá y olvidar a los primeros. Con ‘De tal padre, tal hijo’, Koreeda vuelve a poner sus ojos en la infancia, no de la manera tan arraigada como lo hizo con ‘Nadie sabe’ (2004), pero sí dejando entrever la tradición de una sociedad en la que la descendencia y el perfeccionamiento son tan importantes. Por eso las escenas cargadas de diálogos, los puntos de vista de los diferentes miembros de la familia que pretenden comprender y aconsejar al protagonista sobre lo que deben hacer. El conflicto intenta agudizarse, con promesas de pleitos, pero nada ocurre. Entonces la tensión se diluye, surgen explicaciones no pedidas, razones del porqué de la equivocación ocurrida y aparición de nuevos personajes. Este exceso de ruido no aporta más que minutos a una narración que pudo haber invertido ese esfuerzo en la transformación de sus protagonistas, dejando esto reducido a una simple secuencia con la que resuelve sin mayor preparación. Al final ocurre lo esperado, el intercambio ocurre y la historia parece arrancar de nuevo. Como un ciclo que empieza y termina, casi de forma externa sin ahondar en las profundidades temáticas y emotivas que estaban servidas, listas para degustarse como el mejor melodrama. Sin embargo esto no pasa y el exceso de racionalidad en todos los personajes se impone, tal vez como el reflejo de una sociedad donde las emociones se contienen o bien como el proceso de escritura de un guionista que no quiere perder el control de la historia. Así, la película luce impecable en cuanto a su construcción pero demasiado expositiva, distante y carente de tensión. La sorpresa no hace parte del menú y los lugares comunes que primaron desde el comienzo, como el hecho de que fuera un padre rico e infeliz y otro pobre y alegre, continúa hasta el último momento haciendo uso de las obviedades propias de un género que se basa la posibilidad. A pesar de esto, con todo y lugares comunes, ‘De tal padre, tal hijo’ es una película emotiva y entrañable, que logra despertar emociones en quien lo observa.

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