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¿Por qué este año se recuerda el legado de la escritora Soledad Acosta de Samper?

El Ministerio de Cultura declaró 2013 como el año Soledad Acosta de Samper, para conmemorar el centenario de la muerte de esta intelectual, novelista e historiadora colombiana del Siglo XIX. A pesar de ser considerada la primera escritora profesional del país, su legado permaneció ignorado por casi un siglo.

1 de abril de 2013 Por: Ricardo Moncada Esquivel | Periodista GACETA

El Ministerio de Cultura declaró 2013 como el año Soledad Acosta de Samper, para conmemorar el centenario de la muerte de esta intelectual, novelista e historiadora colombiana del Siglo XIX. A pesar de ser considerada la primera escritora profesional del país, su legado permaneció ignorado por casi un siglo.

“Lo he repetido hasta la saciedad: las mujeres de la época actual han ejercido todas las profesiones y se las ha visto brillar en todos los puestos que antes eran reservados a los hombres”. Esta declaración que suena tan fresca y actual la hizo, en 1892, Soledad Acosta de Samper. Se lee en su ensayo ‘Aptitud de la mujer para ejercer todas las profesiones’, que presentó en el Pedagógico Hispano-Lusitano-Americano, que se realizó ese año en Madrid.Esta intelectual bogotana es considerada la primera escritora profesional colombiana y una pionera en la defensa de los derechos de las mujeres, en pleno Siglo XIX, aunque su legado quedó en el olvido.En tiempos en que la mujer estaba relegada en la vida social y política, Soledad se convirtió en escritora, historiadora, traductora, fundadora y directora de periódicos y revistas. Su labor intelectual fue prolífica. Entre novelas, cuentos, obras teatrales, ensayos, artículos periodísticos, textos de historia, relatos de viajes y traducciones del francés, el inglés y el alemán, suma más de 190 textos. Sin embargo, sólo hasta finales del siglo pasado su nombre comenzó a tomar interés, entre las nuevas generaciones de investigadoras académicas en el país.De ahí la importancia de que el Ministerio de Cultura haya declarado 2013 como el año de Soledad Acosta de Samper para conmemorar el centenario de su muerte. “Ella dedicó su vida a la escritura y se preocupó por cosas aún son relevantes para las mujeres y la sociedad”, explicó la investigadora Carolina Alzate, experta en la obra de la intelectual del Siglo XIX.Alzate, es profesora asociada de la Universidad de los Andes y especializada en literatura colombiana y latinoamericana del Siglo XIX. Se interesó en la obra de Soledad Acosta de Samper cuando fue invitada por la investigadora Monserrat Ordóñez para un proyecto en torno a la vida y obra de la autora, apoyado por Colciencias y la Universidad de los Andes.“Apenas la leí, entendí los retos que enfrentaba; me parecieron interesantes las estrategias que tenía, apoyar y sacar adelante sus ideas”, explicó. Soledad nació el 5 de mayo de 1833; su ciclo vital se desarrolló en el contexto de la generación que contribuyó a la fundación del país. Para entonces la literatura tenía un papel protagónico, se creía que ayudaba a entender cómo construir el proyecto de Nación.Formación privilegiadaLas mujeres de la época recibían una educación muy precaria. Se esperaba que atendieran el ámbito doméstico, los hijos, las actividades vinculadas a la vida religiosa.Sin embargo, gracias a que hacía parte de la alta sociedad santafereña, Soledad accedió a una educación privilegiada. Su padre, el general de la Independencia Joaquín Acosta, era geógrafo e historiador y estaba casado con Carolina Kemble, una dama canadiense.La rica biblioteca paterna debió ser el primer acercamiento de aquella joven al mundo intelectual. “Su padre apoyó totalmente su vocación, mientras su madre no estaba de acuerdo. Ella participaba de los incipientes círculos intelectuales que se daban en la Bogotá de ese tiempo, si bien en su diario manifestaba que no encontraba en el ambiente amistades adecuadas que le permitieran situarse claramente frente a su vocación intelectual. En ese sentido, encontramos a una joven que debió enfrentar frustraciones y vacíos, sobre todo después de la muerte del padre”, expresó Carmiña Navia, profesora titular de la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle y quien ha estudiado también la obra de la autora del Siglo XIX.A lo largo de su amplia trayectoria, Soledad publicó sus escritos utilizando diversos seudónimos como Bertilda, Aldebarán, Renato y Andina. A partir de 1858 escribió para publicaciones como la Biblioteca de Señoritas y el Mosaico, así como para el diario El Comercio, de Lima, donde su esposo, el político e intelectual José María Samper, trabajó. Tras la muerte de Samper en 1888, Soledad volvió a vivir en París; fue para entonces que representó oficialmente al país en la conmemoración de los 400 años del ‘Descubrimiento de América’, en Madrid.Posteriormente regresó a Colombia donde fue integrante honoraria de la Academia Colombiana de Historia. Allí, como parte de su labor para apoyar a la mujer, fundó y dirigió publicaciones como La Mujer, La Familia, Lecturas para el Hogar, El Domingo de la Familia Cristiana, El Domingo y Lecturas para el Hogar.A partir de 1864 comenzó a publicar su obra narrativa e histórica entre las que se destacan trabajos como ‘La perla del Valle’, ‘Dolores,cuadro de la vida de una mujer’, ‘Novelas y cuadros de la vida sur-americana’, ‘José Antonio Galán episodios de la guerra de los comuneros’, ‘Biografía del General Joaquín París, ‘Una holandesa en América’, ‘Los piratas de Cartagena’ y el ensayo, ‘La mujer en la sociedad moderna’, entre otras.¿Feminista?Una de sus grandes preocupaciones fue el lugar social de la mujer en su tiempo. “Siempre me he interesado en estos asuntos, y bien sabido es en Colombia cuánto he trabajado, en la medida de mis escasas fuerzas, para que la mujer obtenga entre nosotros una educación adecuada a su inteligencia y sus aptitudes”, escribió en uno de sus textos.Soledad se preocupaba por lo mal remunerados que eran los oficios desempeñados por las mujeres, siempre por debajo de lo que ganaban los hombres.“Ella también promovía la educación para que la mujer fuera independiente económicamente, porque consideraba que el matrimonio no debía ser una obligación, que las mujeres no se tenían que casar por necesidad sino por voluntad. Las instaba a no desconfiar de sus capacidades y que se animaran a estudiar”, afirmó Carolina Alzate.Desde luego, la especialista advierte que hay que considerar el contexto de la época. “Como integrante de la alta sociedad, ella tenía la visión de que las mujeres de su clase podían dedicarse a actividades intelectuales, mientras las de clase baja podían aprender oficios que mejoraran su condición de vida. En ese sentido su feminismo no atacó la sociedad, era algo que no se podía concebir en todo el contexto hispanoamericano de la época, en vez de asumir una posición de choque trataba de entrar por los lados socavando, preguntando, cuestionando”.Olvidada y recordadaEs posible que esa tímida actitud haya sido en parte la causa de que en el Siglo XX, cuando el movimiento feminista comenzó a tomar fuerza, el nombre de la intelectual fuera prácticamente ignorado.Fueron las nuevas generaciones de investigadoras de las dos últimas décadas del siglo pasado quienes comenzaron a reivindicarla como escritora, historiadora y como pensadora.En opinión de Carmiña Navia, a Soledad no se le puede catalogar estrictamente como feminista. “Ella mostró una postura tradicional frente al destino general de las mujeres, que debían asumirse como el ‘ángel del hogar’, pero por otro lado reivindicó su derecho a tener acceso a la educación y a que asumiera responsabilidades en la sociedad. Hay que tener en cuenta el momento histórico que vivió, en el cual la mujer no tenía ninguna opción y esa lucha por impulsar a la mujer, si bien no es revolucionaria, por lo menos resultó novedosa y necesaria”.Pero también se preocupó mucho por la violencia contra la mujer. “En su cuento ‘Un crimen’, por ejemplo, narra la historia de una familia que se ve desplazada por un intento de abuso sexual contra la madre y acaban asesinando al marido. “Ella narra de forma muy dolorosa esa muerte vista a través de los ojos de su hijo, un niño. A lo que voy es que ella está muy atenta cómo el cuerpo de la mujer está en el centro de la violencia dentro y fuera de su casa”, señaló Carolina Alzate.La autora En las reseñas biográficas en torno a la vida y la obra de Soledad Acosta de Samper, se destaca su prolífica producción con más de 20 novelas, 50 narraciones breves, numerosos artículos. Contemporánea de autores como Jorge Isaacs, la crítica la ubica como una escritora del romanticismo tardío. “Pero ella no solo era romántica sino que tenía una postura crítica que la acerca más hacia el realismo y eso hace que sus intentos por descubrirnos paisajes y costumbres resulten interesantes”.Otro rasgo de su escritura es que en la estructura de sus novelas suele basarse en varios narradores. En opinión de Carolina Alzata este tipo de propuestas resulta a trayente para el lector contemporáneo, al que le gustan las historias vistas desde varias perspectivas. “En el caso de sus novelas históricas, por ejemplo, los episodios de José Antonio Galán están bien narrados y nos ayuda a entender aspectos de ese país en gestación”.La investigadora Alzate aseguró que una de sus novelas favoritas es ‘Una holandesa en América’, publicada por entregas en un periódico en 1876 y que después se editó el libro en 1888. La trama gira en torno a dos protagonistas: Lucía, joven holandesa que viaja a Colombia para hacerse cargo de sus hermanos y de la hacienda familiar, luego que su padre enviuda y de Mercedes, una amiga que conoce en el país y que le ayuda a adaptarse a las nuevas condiciones de vida.Lucía, encuentra un panorama desastroso, con un padre opiómano, los hermanos en estado de abandono y la hacienda en decadencia. Ella debe tomar las riendas de los asuntos familiares. “El personaje de Mercedes es, en realidad, el álter ego de Soledad. En ese sentido la novela es una ficción autobiográfica y se escenifica en la época del guerra de 1854 en la cual participa su entonces prometido José María Samper. Como en la vida real, Mercedes y su enamorado se casan”, agregó Alzate.Esta obra fue reeditada en el 2005 gracias a los auspicios de la Universidad de los Andes y Casa América. “Resulta paradójico que mientras ‘María’, de un autor contemporáneo como Jorge Isaacs, posiblemente tenga más de 200 ediciones, la novela de Soledad Acosta solo se publicó una vez en el Siglo XIX, no se publicó en el Siglo XX y hubo que esperar 120 años para volver a publicarla”.Drama noveladoEn opinión de Carmiña Navia, la obra literaria de Soledad Acosta de Samper encierra un valor literario indiscutible y dentro de esa producción destaca de manera especial su novelística, en la que refleja el destino de la mujer frente a esa esclavitud social, institucional o del matrimonio.De sus novelas Navia destacó ‘Dolores, cuadro de la vida de una mujer’, que fue publicada en 1867, el mismo año que Jorge Isaacs publicó ‘María’. La catedrática caleña explica que la obra se centra en una heroína romántica que, como este tipo de personajes, está condenada a no poder expresarse ni verse realizada en su vida, pero con una novedad, que en vez de morir de tuberculosis, como solía estilarse, ella muere de lepra. “Esto da a la novela otro tinte dramático que lo ubica en el contexto colombiano; habla de Agua de Dios, ese lugar donde aislaban a quienes padecían esta enfermedad. En la trama el personaje rompe con los esquemas sociales porque se revela y reniega de la religión; no es alguien que asume con docilidad su destino. Esta obra es una pieza que muestra su madurez literaria”.Otro aporte de esta intelectual fue en el campo de la crónica. “En los estudios sobre este género que ha sido tan revaluado actualmente, no se tiene en cuenta que Soledad fue una de sus fundadoras, si bien no fue la única, fue una de las mujeres que más descolló en el Siglo XIX en la literatura”, agregó Navia Soledad Acosta de Samper murió el 17 de marzo de 1913. De las cuatro hijas que tuvo, dos murieron y, contra la voluntad de su madre, una se convirtió en monja y la otra nunca se casó. En parte, la falta de descendencia directa contribuyó a que su obra quedara en el olvido, si bien por parte de su esposo José María Samper, la descendencia llega hasta el ex presidente Ernesto Samper, cuya esposa, Jacquin de Samper, preside el comite que conmemora el año dedicado a la autora.Desde entonces muchas cosas han cambiado en la vida de la Nación y en el mundo de la mujer. “Pienso que si ella tuviera la oportunidad de asomarse al presente se asustaría porque buena parte de sus preocupaciones siguen vigentes. Las mujeres tienen aún muchas reivindicaciones pendientes. En uno de sus textos hablaba de este país en el que se le hace la guerra a todo menos a la guerra misma. Sería tremendo para ella ver cómo ese país que soñó sigue inmerso en la violencia y totalmente fracturado”, señaló Alzate.

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