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¿Por qué el amor es un tema de nunca acabar en el cine?

Sin importar mucho qué clase de historia es, incluirle el ingrediente de una trama amorosa, puede marcar la diferencia entre una película buena y una extraordinaria. La lucha por la pareja elegida, el rescate del hijo o la superación de una enfermedad, son algunas de las muchas variantes con que puede presentársenos el argumento más universal y recurrente: el amor.

18 de septiembre de 2013 Por: Claudia Rojas Arbeláez I Especial para Gaceta

Sin importar mucho qué clase de historia es, incluirle el ingrediente de una trama amorosa, puede marcar la diferencia entre una película buena y una extraordinaria. La lucha por la pareja elegida, el rescate del hijo o la superación de una enfermedad, son algunas de las muchas variantes con que puede presentársenos el argumento más universal y recurrente: el amor.

Pocos argumentos más universales que el amor. El tema tan atractivo como cero original, nos resulta familiar y reconocible. Después de todo, el amor siempre ha sido el mismo: maravilloso, mágico, complicado y fugaz, o bien valiente, osado y duradero. Depende del cristal con que se mire. Pero el amor ‘verdadero’, aquel que le proporciona el aliento de vida a los argumentos, a los clásicos cinematográficos más recordados, no dista mucho de aquellos viejos cuantos de hadas que escuchábamos en nuestros tiernos días de infancia. Comparten, entre otras cosas, la misma semilla anecdótica que se compone de tres partes: primero, el chico y la chica se conocen y se enamoran perdidamente, después admiten que no pueden estar el uno sin el otro y que para lograrlo están dispuestos a enfrentarse a lo que sea (llámese destino, villano, familia, empresa, país, traumas). Al final el amor triunfa y los chicos terminan juntos. Y colorín colorado…Este esquema clásico, que en realidad responde más al enamoramiento que al amor, nos ha sido narrado una y otra vez provocando en nosotros emociones bastantes similares a las de antaño. Tomando como nuestras la emoción del encuentro, los sufrimientos por la ausencia y las peripecias de los protagonistas. Y a pesar de tratarse de la misma historia, los autores y directores han encontrado su propia manera de transformarla, bien recurriendo a contarla desde los diversos puntos de los personajes involucrados en la trama, bien transformando los universos en los que ocurre la historia. Entre los momentos representados la guerra siempre ha estado presente en la historias de Scarlett O’Hara (Vivien Leigh) y Rhett Butler (Clark Gable) en ‘Lo que el viento se llevó’ (1939) que se recreó en el sur de Estados Unidos a comienzos la guerra de secesión, por ejemplo o también en aquella protagonizada por Rick Blaine (Humphrey Bogart) e Ilsa Lund (Ingrid Bergman) la segunda Guerra Mundial, presente de manera fantasmal en ‘Casablanca’. Anécdotas en las que el amor aparecía como un asunto complicado, en una especie de ficha movida por el destino que la acomodaba de manera caprichosa. Llega del melodramaLo cierto es que en este tipo de historias, más que la inmensidad del amor, es la cantidad de obstáculos y sufrimientos que deban enfrentar para poder estar juntos. Sí, entre más lágrimas, más grande es el amor. Melodrama en su más alta pureza. Aparecen entonces enemigos de todos los tipos: Enfermedades como la de Jenniffer Callivery (Ali MacGraw) y Oliver Barret (Ryan O'Neal) en ‘Love Story’ (1970), quienes tuvieron que renunciar a su amor por cuenta de un cáncer que la aquejaba a ella. O también las catástrofes naturales y los accidentes han tomado por su cuenta a varias parejas. ¿Cómo olvidar a Jack Dawson (Leonardo Dicaprio) y Rose Dewit (Kate Winslet) en ‘Titanic’(1997)? La película que en realidad nos cuenta la historia de la “cenicienta”, mostrándonos el mismo cuento de hadas pero un poco más moderno. Y la fórmula funcionó. Tanto que la película no solo fue un éxito taquillero, conmoviendo a muchos que incluso llegaron a creer que dicha historia en realidad había ocurrido en el dichoso barco. Hay que reconocerlo, frente a las historias de amor, el público se comporta como el niño que quiere escuchar el mismo cuento una y otra vez, sin importar que se lo sepa de memoria. De ahí que, a pesar de que muchas películas lluevan sobre mojado, si hay emoción, todo se supera. Las lágrimas no solo son efectivas, sino que llevan en sí mismas la promesa de la felicidad, después de todo en el melodrama se cumple esto de que quien mucho sufre, después ríe. Premisa que ha sido explotada por los norteamericanos, verdaderos expertos en esto de provocar lágrimas y risas, al punto que crearon un género cinematográfico al que llamaron ‘dramery’ y en el que caben todo este tipo de historias.La comedia románticaEl ‘dramery’ o comedia romántica tiene siempre los mismos elementos: un hombre y una mujer y algo que se les opone. Como en todo, la temática de las comedias románticas ha variado según su momento y los actores que las interpreten. Muchos actores y actrices de Hollywood han encontrado en este nicho su área de confort para hacerse a un nombre y a un prestigio dentro de la industria. Nombres como el de Reese Witherspoon, Hugh Grant, Julia Roberts, Sandra Bullock, Jeniffer Aniston, Cameron Diaz, Ben Stiller y Richard Gere, han estado presentes en las fichas de muchas de estas películas. Historias que sin duda tienen su final escrito desde que empieza, el chico y la chica superarán todos los problemas y quedarán juntos. Así las cosas, el atractivo de las películas lo aportan los obstáculos que deben superar. Estos pueden ser de muchos tipos: sociales, como ‘Mujer Bonita’ (1990) protagonizada por Julia Roberts y Richard Gere, que contaba el romance entre una prostituta y su príncipe azul en forma de hombre de negocios. Un cuento de hadas moderno. Otros obstáculos más sublimes que involucran amores imposibes desde la condición humana: bien enamorarse de un ángel como le sucedió a Meg Ryan en Ciudad de Ángeles’ (1998), en la que actúa con Nicolas Cage o bien enamorarse de un humano, como le sucedió a Superman que decidió dejarlo todo por esta con Luisa Lane. También encontrarnos otros males propios de la posmodernidad, como el miedo a la soledad y la autoestima en ‘El diario de Bridget Jones’ interpretada por Renée Zellweger, Hugh Grant y Colin Firt. Otras películas en cambio han tenido en diferentes países y culturas su principal problema. En esta lista podríamos incluir ‘El beso francés’ (1995), ‘Bajo el sol de la toscana’ (2003) e incluso la película de la directora alemana Susanne Bier (la misma del Dogma 95) ‘Todo lo que necesitas es amor’ (2012) y por supuesto al mismo Woody Allen con ‘Medianoche en París’ (2011). La lista podría seguir… después de todo las historias de amor, siempre tendrán los ingredientes necesarios para seducir por igual al público como sus realizadores. Y nos dejarán siempre con la agradable sensación de pensar que el amor siempre puede triunfar!

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