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‘Polvo de estrellas’, la historia de una lucha contra el pasado

Con esta película, el director David Cronenberg pone un pie en su pasado e intenta sacar provecho de sus viejas obsesiones. Es así como los personajes buscan solucionar historias inconclusas, sin imaginarse que su destino hace mucho está determinado.

22 de marzo de 2015 Por: Por Claudia Rojas Arbeláez* l Especial para GACETA

Con esta película, el director David Cronenberg pone un pie en su pasado e intenta sacar provecho de sus viejas obsesiones. Es así como los personajes buscan solucionar historias inconclusas, sin imaginarse que su destino hace mucho está determinado.

Con  esta película, el director David Cronenberg pone un pie en su pasado e intenta sacar provecho de sus viejas obsesiones. Es así como los personajes buscan solucionar historias inconclusas, sin imaginarse que su  destino hace mucho está determinado.

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Ese mundo de Hollywood que  de lejos luce glamuroso y brillante, pero que no es más que un cúmulo de gas etéreo y enrarecido cuando te acercas, es el universo dramático que David Cronenberg utiliza para su última película.  El director, que se ha distinguido por sus temas densos donde yacen culpas latentes, encuentra en ‘Polvo de estrellas’ una tela larga para llenar con relatos de personajes  patéticos y alcanforados. 

En esta historia coral en la que la maternidad y la factura del pasado se imponen como oráculos incuestionables, encontramos una actriz decadente y cruel (Julianne Moore) quien a punta de masajes analíticos impartidos por un terapista (John Cusack, intenta  superar la omnipresencia y el nombre de una madre que la antecedió en talento y oficio.  

Moore envejece en un lugar de rápida caducidad y busca por todos los medios interpretar un papel que varias décadas atrás lanzó al prestigio a su mamá.  De ahí que se sienta con el pino derecho de ser ella quien le de vida al ‘remake’, más que como una acto de necedad como el último recurso que podría mantenerla visible unos  años más. 

En este momento contrata como su asistente personal a Ágata (Mia Wasikowska), quien resulta ser la hija rechazada y negada por Cusack, que carga en su cuerpo las cicatrices de un incendio en el que estuvo involucrada varios años atrás y que le costó su encierro en una clínica pisquiátrica y el abandono de sus padres y hermano.   

El misterio que envuelve a la recién llegada a Hollywood empieza a esclarecerse cuando descubrimos que es la hermana mayor de un actorcito de momento (Evan Bird), quien en plena adolescencia ya sobrelleva el peso de la fama, la desintoxicación y la inseguridad de ser relevado de su protagonismo.  Sin embargo, este mundo extraño que nos presenta Cronenberg de manera caprichosa, pierde toda naturalidad ante el mecanismo manipulador del escándalo que, como un gancho a la nariz, pretende darnos, solo porque sí. 

Esto queda demostrado cuando el resultado de este juego del destino se expone cuando la hermana loca, la innombrable, la que hace unos años intentó incendiarlo después de haberse casado simbólicamente con él, regresa a la ciudad.  En un retorno que tiene como propósito la aparente de búsqueda del perdón, la hija acecha a la familia provocando emociones encontradas en los padres (John Cusack y Olivia Williams) quienes pretenden manejar el asunto con cierta madurez y algo  de indiferencia, la presión contenida termina en explosión.  

Los átomos del  incesto vuelan para  dejar ver las  heridas del pasado que nunca podrán cicatrizar: el odio, los reclamos, la traición, la supervivencia.  Pasiones que consumen no para dar nacimiento  a nuevas estrellas sino como una respuesta a los errores del ayer.    

En esta trama llena de pacientes psiquiátricos, unos medicados y diagnosticados y otros que aún no lo están, pero que son tan locos como los primeros, Cronenberg intenta navegar con la seguridad que le dan películas como ‘Crash’, ‘El almuerzo desnudo’ y ‘M. Butterfly’, sin lograr el mejor resultado.  Aquí no es la sordidez lo que espanta, ni el abuso innecesario, reforzado y aburrido que de  la repetición del poema ‘Libertad’ de Paul Eluard, lo que fastidia.  

En realidad se necesita mucho más  que eso para hacer de ‘Polvo de estrellas’ una película visible, ya no digamos atractiva. El intento de mostrarnos el desteñido mundo ligero hollywoodense se queda solo en eso y la  película  avanza más por textos que por cine.  Ante el rompimiento  del velo de la promesa que pudo ser la crítica y la burla directa a lo evidente, la historia pierde tensión y se convierte en una repetición de conflictos  no resueltos.  

En esta apuesta temática, la trasgresión de los valores adquiere peso y la tragedia emerge, haciendo sucumbir a sus protagonistas que se extinguen en su propia ley, y pagando su osadía. 

Cronenberg, que en sus comienzos resultaba diferente y un tanto arriesgado,  empieza a verse repetido, pesado y poco atractivo.  Pero las cicatrices, los cuerpos incinerados y los seres misteriosos ya se agotaron en un director que seguro quiere verse ser profundo, ácido y urbano pero que apenas  supera la ingenuidad y lo primario.  La sangre y el amor fraterno han tenido mejores tratamientos en el cine y el escándalo, los asesinatos y las culpas no son cartas de valor para que nos hagan temblar.

* Docente de la Universidad Autónoma de Occidente. @kayarojas

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