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Pedro Almodóvar pone a "volar" a sus seguidores y detractores con su nueva película Los Amantes Pasajeros

Crítica. ‘Los amantes pasajeros’ es la última producción de Pedro Almodóvar. Un viaje alucinado lleno de comedia y personajes bizarros, con el cual el español vuelva sobre un género que le viene bastante bien.

10 de septiembre de 2013 Por: Claudia Rojas Arbeláez I Especial para GACETA

Crítica. ‘Los amantes pasajeros’ es la última producción de Pedro Almodóvar. Un viaje alucinado lleno de comedia y personajes bizarros, con el cual el español vuelva sobre un género que le viene bastante bien.

El cine entra por los ojos. Es verdad que las emociones también ayudan, después de todo es una experiencia sensorial que vende historias ajenas de la mejor manera. Lejos de ser una propuesta altruista, cada película es el resultado de los caprichos de un sujeto que quiere demostrarle a todos la manera como él ve el mundo. La forma que escoja para hacerlo es otra cosa, bien dicen que todos los dedos de las mano son distintos. De ahí que lo que lo que a unos les parezca nefasto, a otros nos puede resultar extraordinario. Esto es justo lo que ha pasado con la última película del director español, Pedro Almodóvar, ‘Los amantes pasajeros’. La producción que ha sido prácticamente despedazada por la crítica internacional, incluidos por supuesto los propios españoles que nunca le ha perdonado a Almodóvar ser como es… ¿Habrase visto tanta amargura?Lo cierto es que con ‘Los amantes pasajeros’ Almodóvar ha dejado bien claro la libertad que le embarga para vivir y crear, aquella que le permite ir y venir sobre sus pasos y poder construir, hoy por hoy, una comedia muy ochentera que incluye coreografías y colores estridentes. La película transcurre la mayor parte del tiempo en la clase ejecutiva de un avión, tiene dos anclas en tierra que le permiten airear la narración, pero que en realidad resultan innecesarias. Irrelevantes, porque arriba, en pleno vuelo, se desarrollan las pequeñas historias de un puñado de pasajeros y de sus sobrecargos que tienen que convivir con la angustia de ir en un avión que va fallando y que tal vez nunca logre aterrizar. La espera se hace agotadora y aquí es donde Almodóvar muestra sus mejores cartas como guionista al mostrarnos unos diálogos tan sorprendes como absurdos. Y es allí donde cimienta su propuesta, en lo teatral más que en lo cinematográfico. Aquí no opera la tensión, tampoco el suspenso. En realidad poco o nada importa que aterricen bien o que nunca sepamos qué pasó con ellos. Lo que nos concierne en ‘Los amantes pasajeros’ es lo que sucede cada instante. En como se desarrolla cada situación, absurda por demás, encarnadas por personajes cada cual más bizarro que el anterior. Escenas que no tienen mayor trascendencia dramática y que se bastan a si mismas solo por la exposición más que por el conflicto. El detonanteDesde el comienzo de la película, Almodóvar utiliza como gancho narrativo la situación ocurrida entre un par de empleados de aeropuerto (Penélope Cruz y Antonio Banderas), y que terminará siendo el detonante de todo lo ocurrido en el aire unas cuantas horas después. Lo que pasa con ellos es motivo de otra historia, pues quedan flotando en el abismo dramático de un guión que solo los utilizó como detonante y abrebocas de lo que vendrá después y que tiene como siempre en el sexo y el deseo, ingredientes necesarios para sazonar sus premisas. Esto se le da de manera natural a un Pedro Almodóvar que aún hoy, treinta años después de sus ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’, sigue explorando y explotando las relaciones con dominio absoluto. Esta ligereza, así como asumir y divertirse tanto con el homosexualismo, pueden resultar incómodos para aquellos que han seguido su carrera. Pero, ¿qué de malo hay en ello? No es el único ni será el último director que sea recurrente con sus temáticas y sus universos. Y si no, valdría la pena recordar de paso a Woody Allen quien nos ha presentado no se cuantas veces al escritor atormentado, al infiel y al psicoanalista. Es válido, cada quien puede habla de lo que mejor conoce. Por eso tal vez Almodóvar ha regresado a la comedia, un género que le viene bien y que sabe aprovechar al máximo. Recordemos ‘Atame’, ‘Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón’, películas en las que se divirtió bastante y que le permitieron calentar motores en una industria en la que ha hecho cuanto ha querido. El recorrido de Almodóvar ha sido largo y prolífico, pasando por melodramas, piezas y tragicomedias, que le han permitido oírse y dejarse oír ante muchos que aún lo encuentran incómodo y un tanto repetido. Pero así y todo se ha alzado con más de un reconocimiento, incluido un Oscar a película extranjera con ‘Todo sobre mi madre’. Y tras la sórdida ‘La piel que habito’, ha decido regresar a la comedia, esta vez con un poquitín de farsa. ‘Los amantes pasajeros’ resulta ser una película que nos viene bien a los que lo aceptamos como es: fresco, altanero y original. Una producción en la que podemos portarnos como aquellos espectadores primarios que nos dejamos seducir de manera fácil. Después de todo en el cine también se manipulan las emociones y un espectador que se ríe, siempre será un espectador agradecido. Esto que más parece un principio maquiavélico de productores y escritores, resulta muy efectivo. Pero si se hace de manera inteligente, ¡qué mejor! Entonces encontrarse con una película como ‘Los amantes pasajeros’ puede convertirse en una experiencia divertida si se disfruta de manera desprevenida. Larga vida a Almodóvar que nos da la oportunidad de volver a verle como en los gloriosos días de tu comienzo.

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