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Opinión: ¡Gracias, querido Paco!

Una semblanza sobre influencia del flamenco en la música popular del mundo, en los recuerdos de un caleño salsero que despide a Paco de Lucía.

28 de febrero de 2014 Por: Ossiel Villada | Jefe de Información Web de El País

Una semblanza sobre influencia del flamenco en la música popular del mundo, en los recuerdos de un caleño salsero que despide a Paco de Lucía.

En la historia de todo gran genio musical hay siempre un minuto luminoso, una chispa inesperada, un toque de la mano de Dios que hace que el destino cambie en forma insospechada. Para Paco de Lucía ese momento llegó en 1973, cuando comenzó la grabación del quinto disco de su carrera.En realidad, de los ocho cortes que debía tener ese disco, Paco solo tenía preparado el que le daría título a la producción: ‘Fuente y Caudal’. Sobre los demás apenas tenía ideas básicas, sonidos que daban vueltas en su cabeza. Logró concluir seis más en el tiempo previsto y al final, para rellenar, decidió improvisar con sus hermanos una rumbita flamenca a la que le puso uno de esos toques que ya lo identificaban como un revolucionario del Flamenco: agregó bajo y bongó. Y a partir de ese momento su historia cambió. ‘Entre dos aguas’, esa rumba improvisada que la radio no se cansa de repetir desde el día de su muerte, hizo que Paco de Lucía dejara de ser un ‘tocaor’ de Flamenco y se convirtiera en una estrella internacional de la música. Y logró también que millones de personas en el planeta conocieran lo que es el Flamenco. Yo tengo la fortuna de contarme entre ese inmenso grupo de personas que fueron tocadas por la magia de Paco de Lucía. Después de conocer ese disco me gasté buena parte de mis precarios ingresos de adolescente en comprar ‘longplays’ que aún conservo como tesoros. En ellos, especialmente los que hizo en su etapa dinamitera con el gran Camarón de la Isla, no solo se condensa un tratado portentoso sobre innovación. Y no solo transmiten una forma de entender el inasible concepto de la belleza. En ellos también reposan muchas de las claves para identificar las gruesas y oscuras raíces que conectan las músicas del mundo. Porque quizá un salsero caleño se sorprenda, pero existen estrechos lazos entre el Flamenco y la música afrocaribeña con la que vibra y baila esta ciudad. Paco de Lucía los exploró y los recreó en profundidad. De la misma forma en que lo hizo con el Jazz, a través de sus asociaciones legendarias con John McLaughlin, Al di Meola y Chick Corea. Tal como lo hizo con la música clásica, al recrear en su guitarra mágica la obra de don Manuel de Falla. No es posible hablar sobre el desarrollo y el alcance de la música popular del mundo durante las últimas cinco décadas sin antes haber escuchado, y sobretodo comprendido, la obra de Paco de Lucía. Más allá de eso, quienes lo seguimos a través de los años tenemos una deuda impagable con él. Paco nos enseñó que no nacimos en el día y el lugar que dice nuestra cédula. Nos mostró en forma tangible que somos fruto de una cultura antigua forjada en un largo viaje de ida y vuelta entre las dos orillas del Atlántico, a golpe de guitarra y tambor. Por eso yo puedo detectar el lazo invisible que hermana su Flamenco con los viejos tangos de Canaro que cantaba mi madre, la rumba callejera que repicaba en la esquina de mi barrio y con el pop de Alejandro Sanz que escuchan mi hija y mi esposa. Algunos hombres nacen con vocación de río: son fuente y caudal. Fluyen por la vida generando vida. Transforman a su paso el paisaje árido. Y aunque parezcan siempre iguales, en cada segundo son siempre diferentes. Paco de Lucía era uno de ellos.

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