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"Ninguna guerra acabará nunca con los buenos lectores", María Dueñas

Estuvo en Colombia esta escritora española, una de las más vendidas de su país, para presentar su novela Misión Olvido. GACETA se tomó un café con ella para conocer de esta historia.

8 de abril de 2013 Por: Redacción GACETA

Estuvo en Colombia esta escritora española, una de las más vendidas de su país, para presentar su novela Misión Olvido. GACETA se tomó un café con ella para conocer de esta historia.

Usted llega a Colombia precedida por la imagen de ser uno de los escritores más vendidos de España en este momento. ¿Cómo asume esa etiqueta que a veces genera tanta desconfianza? Es cierto que hay cierta desconfianza con los autores que resultan muy vendidos. Pero uno aprende que la única arma de defensa, si se le puede llamar así, que tienes en este caso es tu propio trabajo. La gente no lee lo no que sea de calidad. Eso te lo aseguro. ¿Qué es lo que cree que seduce a tantos lectores?Creo que mi capacidad de abordar situaciones cotidianas. Aquí la protagonista nos habla de un matrimonio que entra en crisis y ella ve cómo todo lo que ha luchado en su vida, de repente le salta por los aires. Pero cómo también hay nuevos caminos para ser feliz. Esa mirada profunda a las relaciones humanas, con una buena fluidez narrativa, crea cercanía con el lector contemporáneo. En Misión Olvido asistimos a personajes dueños de unos dramas personales muy hondos. Es que la vida está llena de ellos. Tanto en ‘El tiempo entre costuras’ como en ‘Misión olvido’ trato de que mis historias crucen momentos y coordenadas históricas muy distintas. Me gustan que ellos habiten distintos mundos y periodos históricos. De esa manera los voy dotando de esencia y personalidad.¿Estamos ante una novela emocional?No me gusta pintar personajes planos y que se vean no como fichas de tablero, sino que se muestren con sus caídas, levantadas, miserias, luces y sombras. Me encanta cuando mis lectores me dicen que desarrollan afectos y complicidad por mis personajes. Hay una particularidad de esta novela y es que en un momento narra la llegada de profesores españoles que, huyendo de la Guerra Civil, se instalaron en la vida académica de EE.UU.Quería rendir tributo a esos intelectuales exiliados que deben huir tras la Guerra Civil. Muchos de ellos se fueron a América Latina y otros a Estados Unidos. Estos últimos, casi sin proponérselo, fueron los padres del hispanismo en la academia norteamericana y de áreas donde hoy se estudia nuestra lengua, nuestra cultura y nuestra literatura. Conocí de cerca muchas de esas historias porque he sido profesora durante más de 20 años. Conozco lo que estos hombres sembraron y cuál ha sido su legado y hasta sus discípulos. ¿Por qué esa necesidad de los escritores españoles de permear la literatura con el tema de la Guerra Civil?El hecho de que tratemos la guerra constantemente y la llevemos a la literatura es saludable. Es una manera de reconciliarnos con el pasado. ¿Cómo explicar que sea una de las autoras más vendidas en un país que está en plena crisis?El gusto por la lectura, el placer por la lectura como refugio no está para nada vinculado a la crisis. Y casi que la crisis lo estimula. Luego, es cierto que la crisis no puede permitirnos comprar tres libros por mes, como antes. Pero la gente siempre buscará cómo leer lo que le gusta, así le toque pedir prestado el libro. Ninguna guerra acabará nunca con los buenos lectores.¿Qué tanto hay aquí de su rol como docente?Sin duda, mucho. Me sirvió para recrear la atmósfera de la vida universitaria. Me he basado en mi estancia en universidades norteamericanas para narrar.¿Qué sintió cuando personajes como Mario Vargas Llosa elogió su novela anterior, 'El tiempo entre costuras'?Una emoción indescriptible. No me molesta que me llamen una escritora tardía. Tardía soy porque quizás antes de mis dos novelas no tenía historias lo suficientemente sólidas para contar. Entonces, que un premio Nobel te de su bendición, quiere decir que tomaste por el camino correcto, que valía la pena correr el riesgo.

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