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Nicolás Buenaventura regresa a Cali

El narrador vuelve a su ciudad, para presentar este sábado 9 de agosto en el TEC, su espectáculo ‘A contracuento’, en el que al estilo más clásico de la narración oral busca seducir a los espectadores con historias que crean mágicas atmósferas y que invitan a gozar y a pensar.

3 de agosto de 2014 Por: Ricardo Moncada Esquivel | Periodista El País

El narrador vuelve a su ciudad, para presentar este sábado 9 de agosto en el TEC, su espectáculo ‘A contracuento’, en el que al estilo más clásico de la narración oral busca seducir a los espectadores con historias que crean mágicas atmósferas y que invitan a gozar y a pensar.

Una de las más antiguas formas narrativas de los pueblos proviene de la tradición del Medio Oriente y surge de la dinámica de la conversación en la que, de una manera casi misteriosa, se comienza a narrar una historia que a su vez da paso a otra y esta a su vez, le abre la puerta a otra más. Es algo así como si se entrara por los laberintos de la memoria. Para botón un ejemplo es esa maravillosa obra ‘Las mil y una noches’.Y es esa manera de contar historias la que plantea recrear en el escenario el muy caleño Nicolás Buenaventura, guionista, cineasta, actor y dramaturgo. Es decir, un narrador en todo el sentido de la palabra. Uno que regresa a Cali, como suele hacerlo, para compartir con sus coterráneos parte de su arte. Nicolás presentará el próximo 9 de agosto en la sede del Teatro Experimental de Cali su espectáculo de narración oral ‘A contracuento’, propuesta que, en palabras del propio narrador, cada que finaliza lo deja “de recoger con cuchara”. Y no es para menos. Se trata de un repertorio de cerca de 30 historias que se abren y se cierran y que le exigen la máxima concentración para poder escucharlas él mismo y escuchar al público a su alrededor.Y es que eso de estar en medio de la escena, contando historias, es el único oficio que Nicolás sabe y ama hacer. Un oficio heredado de su Abuelo Cornelio Buenaventura, de su padre, el maestro Enrique Buenaventura, fundador del Teatro Experimental de Cali; de su tío Nicolás Buenaventura, de sus tías y de Jacqueline Vidal, su mamá, que ahora dirige el TEC, preservando la huella del maestro fundador.Con un pie puesto en París y el otro en Cali, Nicolás viaja por el mundo y siempre que regresa trae algo para mostrar. Hace unos años regaló su filme ‘El encanto de las imposibilidades’, esa entrañable historia del músico judío Oliver Messiaen, en tiempos de la Alemania Nazi. O con su espectáculo ‘Dar a luz’, en el que mezcló narración, poesía y música con artistas como Marta Gómez y Hugo Candelario González. GACETA dialogó con el artista, antes de su visita a Cali, sobre lo que pretende con este espectáculo y a cerca de ese oficio tan antiguo que ha escogido como forma de vida: ser narrador. ¿Cuál es el hilo conductor de las historias de ‘A contracuento’?Hay un hilo central que tiene que ver con una pregunta, sobre esa relación entre el mundo que soñamos y el mundo que vivimos. Sucede que con frecuencia nos gusta soñar un mundo que nunca llegará, en vez de atrevernos a soñar este mundo tal y como es, con sus contingencias. Porque es el mundo que hay que aprender a apreciar. No estoy diciendo que hay que resignarse o acomodarse, sino verlo y sentirlo dentro de todas sus posibilidades. Pero prefiero no dar muchas pistas. ¿Y cómo plantea la puesta en escena? Al contrario de la mayoría de mis espectáculos, esta vez estoy solo en el escenario. Claro, siempre hay una propuesta escénica que en este caso busca construir esa atmósfera de la figura del abuelo o la abuela que contaba historias, en medio de una conversación en la que uno puede empezar a hablar de un partido de fútbol, para luego hablar de política, de los hijos, del clima, sin que uno pueda saber jamás qué pudo haber llevado a hablar de una cosa o de otra, porque es un instante imposible de reconstruir. A propósito de estar solo en el escenario, ¿cómo vive esa soledad como creador?De alguna manera contamos historias porque somos frágiles, porque somos muy vulnerables. Hay un nivel en el que todos estamos necesaria y vitalmente solos para completarnos. En mi caso las historias me permiten completarme. Algunos hacen gimnasia para fortalecer sus músculos. Otros se llenan de sabiduría excesiva. Yo vivo y como cuento y eso me transporta, me cambia, permite que sea otro. Y es importante estar cambiando, darse oportunidad de ver otras formas de pensar el mundo. Pero, ¿qué tan importante es escuchar para un narrador?En una parte de ‘A contracuento’ un personaje dice: “Si Dios nos dio dos oídos y una boca, es para que escuchemos más y hablemos menos”. Escuchar para el narrador es fundamental. Cuando estoy narrando una historia yo también la escucho. Hay una voz que se sabe el cuento, que lo dice, pero para mí es vital escuchar lo que ese cuento dice, porque la historia está por encima de mí. Y cuando lo cuento oigo al público, la manera como lo escucha, entonces eso exige una gran concentración.¿En un mundo de tanto ruido el narrador es una especie en extinción?Lo que pienso es que en un mundo colmado de tantos ruidos, es cuando más se necesita el silencio que pueden crear los cuentos en la cabeza de quien los escucha, un breve silencio para pensar. Ese silencio lo logra construir el cuento, la música, el teatro o el cine por momentos. Es un silencio que nos permite hacer algo que en medio del ruido hemos perdido: pensar por nosotros mismos. No pensar lo que otros dicen que debemos hacer, opinar, consumir o necesitar. ¿Y qué condición se requiere para narrar historias?Para poder contar cuentos la única condición que existe es estar vivo y ser vivo. Pienso que todos narramos, cada quien cuenta su vida.Pero, usted tiene una herencia familiar que lo ha marcado... Es cierto que en mi caso hay una herencia que viene de mi padre Enrique, de mi abuelo Cornelio, de mi tío Nicolás, de mis tías, del abuelo, de mi madre Jacqueline. Pero también de esa África que vive aquí, junto a nosotros, en el Pacífico. No hay que olvidar que ya en la década del 50 Enrique descubría ya lo que muchos están viendo ahora: la inmensa riqueza cultural de esa región. Allí escuché a Mercedes Montaño y Margarita Campás. Pero también, de la tradición que he bebido del propio continente africano, en Burkina Faso, en República de Malí, donde una persona vale lo que vale su palabra. Yo he dicho que allí hice mi iniciación en la narración, porque soy eso, un iniciado. Usted ha vivido muchos años en Francia, ¿qué tanto lo ha influido Europa su mirada de narrador?En Europa, en especial en Francia, pude conocer desde narradores vietnamitas hasta la tradición oral inglesa. Todo ello ha ido nutriendo mi búsqueda, que ya lleva más de treinta años, en esa idea de que el arte de contar historias se algo totalmente completo. No simplemente contar historias sueltas. Bueno, pero usted no solo narra con palabras también con imágenes, ¿qué ha hecho en materia de cine últimamente?He escrito algunos guiones de películas. Entre ellas ‘Another silence’, del director Santiago Amigorena, una co-producción de Francia y Argentina. Ahora estoy trabajando un proyecto para hacer en Cali.¿Y de qué se trata este proyecto?Es un guión que vengo trabajando desde hace varios años, que está hecha para ser filmado en Cali. Tiene el título tentativo de ‘Kayros’. Hemos avanzando para concretar su realización. Estamos cerca, pero todavía falta. ¿Piensa que han mejorado las condiciones para hacer cine en Colombia?Es evidente que hay en este momento mejores condiciones que cuando yo hice mis primeros trabajos. Cuando hacía mis documentales tenía dos días de rodaje y dos de montaje. Sin duda, era una escuela importante, pero también era una escuela terrible. Eso ha cambiado ahora. El Ministerio de Cultura ha generado políticas y de ellas se desprenden estos nuevos fondos que permiten concretar proyectos. Pero también se ha dado una profesionalización en el oficio, gente además muy talentosa en la parte técnica. Tradicionalmente hemos tenido buenos directores y se está mejorando en el aspecto de los guiones. Todo eso se deriva del surgimiento de escuelas y numerosos talleres que permiten que el conocimiento llegue no solo a las grandes urbes, también a los lugares más apartados del país. ¿De qué se trata el proyecto literario en el que está trabajando?Es algo bien interesante para mí. Se trata de un libro que por el momento tiene el nombre de ‘Palabra de cuentero’. En España se publicó hace un tiempo. Pero ahora lo estoy trabajando sobre nuevas perspectivas con Babel Editores. Es algo que estoy desarrollando gracias a que existen en el país nuevos editores como María Osorio, que plantean en forma arriesgada nuevas miradas en el mundo editorial. ¿Qué siente cuando viene a Cali a mostrar su arte?Me pone muy contento. Para mí es fundamental volver a Cali y estar en el TEC. De hecho, puedo decir que yo nunca me he ido. Vuelvo cada que puedo. Cuando me preguntan de dónde soy ni siquiera puedo responder que soy caleño. Yo soy del barrio San Antonio, más concretamente de la Calle Primera, entre Cuarta y Quinta. (risas).

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