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Nebraska: vejez, olvido y perdón

Se trata de una película profunda y divertida, que se construye sobre el recorrido que emprenden un hijo y su padre anciano quien cree ser el ganador de un millonario premio. El viaje permite al hijo cruzar esos puentes del descubrimiento, la admiración y el perdón de un padre que parece extingirse ante sus ojos.

7 de marzo de 2014 Por: Claudia Rojas Arbeláez* | Especial para GACETA

Se trata de una película profunda y divertida, que se construye sobre el recorrido que emprenden un hijo y su padre anciano quien cree ser el ganador de un millonario premio. El viaje permite al hijo cruzar esos puentes del descubrimiento, la admiración y el perdón de un padre que parece extingirse ante sus ojos.

En el cine, la masculinidad es un tema que parece haberse reducido al concepto primitivo del macho que todo lo puede, o al héroe que justifica su rol disparando mucho y corriendo otro tanto. Sin embargo, el tema que, por supuesto sobrepasa tal banalidad, parece no resultarles atractivos a los directores del montón. ¿O sería mejor decir que solo unos cuantos han tomado el reto de explorarlo?Alexander Payne es uno de esos chicos que ha decidido sumergirse de lleno en el tema y abordar protagonistas masculinos complejos. Él, a quien recordamos por películas como ‘Entre copas’ (2004), en la que un par de amigos de juventud emprenden, a manera de despedida de soltero de uno de ellos, un viaje por una región de viñedos. A media que avanzan en su aventura, se confrontan con sus nuevas realidades, cuestionando incluso aquello que quieren y llegando a la conclusión que solo los une el pasado compartido. De Payne también conocimos ‘Los descendientes’ (2011), protagonizada por George Clooney, quien interpreta a un padre de familia de andar torpe e ingenuidad desbordante, que debe lidiar con el drama de tener a su esposa en coma y decidir si vende o no unas tierras que han sido propiedad de su familia en Hawaii. Esta vez, sin embargo, Payne decide narrar un drama un poco más grave, pero din perder sus acentos cómicos. La película que lleva por nombre ‘Nebraska’ narra la historia de un viejo llamado Woody Grant, quien en su demencia senil se empeña por viajar al estado de Nebraska a reclamar un premio que le ha llegado por correo. A pesar de que el dichoso millón de dólares, que le aseguran ha ganado, no es otra cosa que publicidad engañosa, el hombre no parece entenderlo. Su esposa e hijos le restan importancia al asunto y esperan a que de la misma manera como se encaprichó con el viaje, así mismo se le pase. Pero no sucede así. Tras tres intentos de fuga, David, su hijo menor, se da cuenta de que nadie va a hacerlo cambiar de parecer y decide acompañar a su padre hasta Nebraska. Los dos emprenden su camino, en un viaje en el que empiezan a aflorar antiguas tensiones del pasado, pero que han empezado a perdonarse solo al ardor de los años. El pasado alcohólico del padre que tanto dolor y ausencia dejó en sus hijos, adquiere otra óptica a medida que entre los dos surge el acercamiento y el diálogo.Entonces, la película adquiere profundidad a medida que avanza la trama. No solo por la cercanía que surge entre padre e hijo, en medio de sus diálogos de bar que le permiten conocer mucho más a este hombre que parece confundir los recuerdos y hacer reclamos destemplados de cuando en cuando. Pero eso no es todo y allí es donde ‘Nebraska’ se diferencia de algunas películas de carretera (‘road movie’). Este filme, un viejo y un joven viajan juntos y el primero le enseña al segundo cómo debe vivir. Aquí el elemento diferencial radica en la exploración de unos personajes principales tan poderosos como sus secundarios. Estos dos hombres, que no tienen nada de triunfadores, mucho menos de exitosos, resultan suficientes para hacer de esta película algo entrañable y cuestionador. Pero esta relación no es lo único en que 'Nebraska' se sustenta; ellos, después de todo, hacen parte de una familia y una sociedad en la que terminan involucrados sin proponérselo por esos azares del viaje. Un retorno forzado al pasado, a su pueblo de origen, cambia el rumbo de la historia. Entonces la película que tenía momentos graciosos, situaciones cómicas y diálogos picantes, empieza a cederle el paso a una un poco más grave y más crítica. La madre y el hermano mayor les dan alcance y de alguna manera todos empiezan a descubrirse y aceptarse de la manera como son, sin rencores, ni reclamos. Sumidos por un fin de semana en la monotonía de aquel viejo pueblo y de esa olvidada familia les dan a todos, sin buscarlo, un nuevo motor para salir de su rutina. La noticia del supuesto premio ganado reaviva viejas amistades y rencillas. Supuestas deudas del pasado salen a la luz y todos buscan la manera de sacar un poco de provecho del suceso.De alguna manera, todos quieren ponerle color a la vida que parece haberse empezado a desdibujar. Tal vez de ahí la escogencia de Payne para realizar esta película en blanco y negro, mientras corren días fríos de finales de invierno. Tal vez porque en el mundo de estos personajes nada parece traer demasiada felicidad. Esta es ‘Nebraska’, una película que habla de la vejez, de la nostalgia y del perdón. Una mirada compasiva a la vejez y a la locura, un hermoso redescubrimiento de aquellos que siempre han estado a tu lado y nunca te has tomado el tiempo de escuchar. Otra manera en que Alexander Payne se acerca al universo masculino, pero esta vez a través de una relación entre un padre y un hijo que a pesar de lucir distintos, el segundo está condenado a seguir los pasos del primero por simple legado de sangre.*@kayarojas

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