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Mourad Merzouki, el francés que rescató a bailarines de las favelas, estará en Cali

Nos tomamos un café con este coreógrafo francés, célebre por su trabajo social con bailarines de las favelas de Brasil. En Cali, su compañía Käfig se presentará durante la II Bienal Internacional de Danza de Cali.

19 de julio de 2015 Por: Redacción de GACETA

Nos tomamos un café con este coreógrafo francés, célebre por su trabajo social con bailarines de las favelas de Brasil. En Cali, su compañía Käfig se presentará durante la II Bienal Internacional de Danza de Cali.

¿Cómo termina vinculado Mourad Merzouki con la Bienal Internacional de Danza de Cali?

Juan Pablo López, director artístico de la Bienal, tuvo la oportunidad de ver mi trabajo en Francia, en un teatro de Lyon, hace unos  cinco años. Fue él quien me invitó cuando se estaba gestando la Bienal para que hiciera parte de ella. A mí me encantó la idea pues parte de mi trabajo consiste en conocer artistas de culturas  distintas. 

¿Qué conocía de Cali y su pasión por la música y el baile?

¡La salsa! La verdad es que tenía unas ideas muy generales, no sobre Cali sino sobre Colombia. Lo que venden los medios, el café, la salsa. Era una imagen muy reducida, por eso me alegró mucho poder conocer personalmente la cultura caleña.

¿Qué ha encontrado en las audiciones de bailarines que ha hecho en Bogotá, Cali y Cartagena?

 En Cali me he dado cuenta de que los bailarines son muy buenos técnicamente y tienen una gestualidad muy particular, fuerte. Me gustó advertir en muchos de ellos las ganas de salir de la calle y llevar el hip hop a grandes espectáculos, llegar a un público más grande.  Otra cosa que me impactó fue ver una participación masiva de chicas en el hip hop. Eso no se ve mucho en el género, no es muy común.

¿De dónde viene su afecto por el hip hop?

Yo crecí en Saint-Prvest, un barrio de Lyon, y no había muchas maneras de expresarnos. Pero en los años 80 llegó el hip hop a Francia y eso me sedujo inmediatamente por su energía. Yo para ese entonces estudiaba acrobacia en una escuela de circo, y vi que lo que hacía se podía complementar con este género, sobre todo porque con este baile tú le llegas a muchas personas, desde los niños a los adultos. Y eso es lo que más me gusta del arte.

¿Hasta ese momento imaginaba que su proyecto de vida estaría en la danza?

No, no me lo imaginaba en absoluto. De hecho, todo esto que ha pasado con mi vida me parece que ha sido cuento de hadas. Yo nunca pasé por una escuela de danza o algo así. Y hasta el día de hoy  me sorprende y hasta me pellizco cada vez que me despierto para sentir que todo esto no ha sido un sueño.

¿En qué momento nace Käfig, su compañía de danza?

 Nació en 1996. Antes de Käfig tenía otra compañía, creada en los 80, pero la dejé porque sentía que en ella no podía desarrollar muchas ideas que tenía. Käfig significa ‘jaula’ en árabe y en alemán y ese era el tema principal de mis presentaciones de hip hop en esa época.

¿Cómo se gesta ese valioso proyecto que involucra a chicos de las favelas de Brasil?

Eso ha sido como otro cuento de hadas. Fue gracias al director de La Casa de la Danza en Lyon, Guy Darnet, que vive entre Brasil y Francia, que se dio todo. Él me propuso, hace siete años, hacer un montaje con bailarines callejeros de las favelas para, a través del baile, sacarlos de ese entorno. Hoy en día esos 11 jóvenes recorren el mundo gracias a su baile. Eran bailarines que vivían en unas condiciones muy precarias y sin oportunidades.

El poder de la danza para la transformación social...

Sí, es que sin la danza y sin la cultura el mundo estaría enfermo, no iría bien. La danza trae al mundo cosas  buenas. En los países donde la cultura no tiene una presencia muy fuerte se nota que hace falta algo en su sociedad. Pero cuando la cultura es apoyada, las personas tienen  una vida sana y conviven mejor.

Usted ha liderado montajes con compañías de India, China y Taiwán. ¿Cómo se dio eso?

Lo hice movido siempre por el interés de trabajar en países distintos. Cuando me proponen desarrollar el montaje ‘Recital’ en otro país no dudo en aceptar. Más que enseñar, lo tomo como aprendizaje para mí mismo. En Colombia, este montaje será posible gracias al Ministerio de Cultura, Idarte de Bogotá y la Bienal Internacional de Danza.

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