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Mario Vargas Llosa y Julián Barnes, bajo el hechizo de Emma

Heroínas de la literatura universal ha habido muchas. Pocas, sin embargo, han ejercido tal fascinación como Madame Bovary, protagonista esencial de la obra de Gustave Flaubert. Dos grandes de las letras contemporáneas, Mario Vargas Llosa y Julian Barnes, reflexionaron sobre Emma en el Hay Festival, en Cartagena.

4 de febrero de 2013 Por: Redacción Gaceta

Heroínas de la literatura universal ha habido muchas. Pocas, sin embargo, han ejercido tal fascinación como Madame Bovary, protagonista esencial de la obra de Gustave Flaubert. Dos grandes de las letras contemporáneas, Mario Vargas Llosa y Julian Barnes, reflexionaron sobre Emma en el Hay Festival, en Cartagena.

Con cierto aire de nostalgia por esa Francia de finales del siglo XIX y principios del XX que, con su efervescencia creativa influenció política y culturalmente a Occidente, los escritores Mario Vargas Llosa y Julian Barnes, devotos incondicioanles del novelista Gustave Flaubert, protagonizaron no solo una de las charlas más largas en la pasada edición del Hay Festival en Cartagena, sino una de las más entretenidas. El tema: Madame Bovary. Vargas Llosa, a la defensa de Emma... Como un adolescente enamorado, el Nobel peruano no perdió la oportunidad para salir en defensa de Emma, esa bella muchacha a quien se negó a tildar de frívola cuando la moderadora, Marianne Ponsford, así lo sugirió. “Protesto”, dijo en tono enérgico, en medio de una carcajada del público. “Madame Bovary era una muchachita que leía novelas rosa y creía que la vida era como la pintaban allí. Su tragedia, su drama, fue querer convertir esa ficción en realidad, así como el Quijote quiso convertir en realidad las novelas de caballería”.Autor de ‘La orgía perpetua’, un ensayo sobre Flaubert en el que dedica un capítulo al personaje de Madame Bovary,- esa mujer que combina la rebeldía, la violencia, el melodrama y el sexo- Vargas Llosa dejó en claro que su amor por esta heroína de la literatura está lejos de extinguirse. Por eso no la culpa, todo lo contrario, la justifica: “Madame Bovary quiere que la vida esté llena de pasiones extraordinarias, de grandes aventuras, de grandes placeres. Quiere el derroche de la sensualidad, el exceso sentimental. Y todo eso lo quiere materializar con las cosas que hace. Pero ¿con qué se encuentra? con mediocres, pobres diablos, todos incapaces de vivir a la altura de la sensibilidad, educada en ella por la ficción”, aseguró.Finalmente, remarcó que es ese el maravilloso simbolismo de la novela: la incapacidad de los seres humanos de aceptar la realidad tal como es. “Es por ello que leemos ficción”, dijo. “El mundo ha cambiado, hemos salido de las cavernas y hemos llegado a la luna gracias a estos locos insensatos como el Quijote, como Madame Bovary. Por eso ella no era una frívola, era una gran soñadora”, afirmó. El público estalló en aplausos. Barnes, admiración y respeto a Emma Aunque menos apasionado en su defensa, el escritor británico Julian Barnes, ganador de los premios Booker Prize y Prix Fémina, y autor de ‘El loro de Flaubert’, defendió también este personaje fundamental, aunque, aseguró, “la respeto, la admiro, le tengo mucho afecto, pero el amor se lo dejo a Mario. Es más, lamentó informarles que él lleva 50 años enamorado de ella”, dijo con una sonrisa sutil en su rostro. Sobre Flaubert y la novela contemporánea El tema de ‘Madame Bovary’ sirvió de pretexto para profundizar en varios aspectos de la obra del escritor francés, nacido en 1821. Uno de ellos: la transformación de la novela a como la conocemos hoy en día. Ambos coincidieron en que es Flaubert quien le entrega a la novela la dignidad, luego de haberse considerado por años como género plebeyo, un estilo de narración menor. “Con Flaubert descubrimos que la novela puede ser un género tan precioso, tan bello y tan estético como la poesía”, anotó Vargas Llosa. En medio de una audiencia conectada con sus conferencistas, Vargas Llosa agregó que uno de los grandes aportes del escritor francés, también autor de ‘La educación sentimental’, fue entender que para que una acción sea más persuasiva y convincente ante el lector, debe parecer autosuficiente, y por tanto en la historia alguien debe ser como un dios. “Él crea una técnica para la invisibilidad del narrador y eso entroniza una manera de leer la novela; es la modernidad de la novela”.El autor de ‘La ciudad y los perros’, que vivió en París entre 1959 y 1966 y que escribió justamente allí su novela más universal, exaltó el lenguaje del francés, que raya con la perfección. “Flaubert se pasaba horas y horas escribiendo, buscando la perfección, esas frases donde la música debía ser absolutamente armoniosa, donde nada chillaba. Si algo no encajaba, había que rehacerlo todo. Y eso lo tuvo que haber llevado a una neurosis, pero era necesario un lenguaje en el que nada falte y nada sobre, la palabra justa, la palabra medida. Son esa concreción, y la precisión en la historia, los que crean la novela que nos conmueve, nos intriga, nos deslumbra, nos fascina”, dijo. Es, en suma, la novela contemporánea. Casi al final de la conversación, Mario Vargas Llosa recordó al público un episodio de ‘Madame Bovary’ que nunca deja de asombrarlo. Es el episodio del suicidio de Emma, dijo. “Por una extraña razón, que seguramente un psicoanalista podría explicarme, siempre lo leo en momentos de profunda depresión o de tristeza. Es el momento cuando ella se traga el veneno. Es una descripción estremecedora: lo que ocurre con su cara, con su boca, con su lengua, es un episodio que me saca de la tristeza y me produce una inmensa reconciliación con la vida. Porque es tanta la perfección, la maestría, la belleza con que está descrito ese horror, que siento como una inyección de entusiasmo y una justificación de la vida: la vida vale la pena de ser vivida aunque solo sea para leer semejante maestría que hay en estas páginas”.De nuevo el público reventó en aplausos. Barnes, por su parte, con su humor fino, tan británico, aseguró que era magistral esa descripción, pero que, por el contrario, procuraba no leerla en momentos de depresión. “Las últimas cinco o seis páginas de la novela son una maravilla. Una obra de arte, una perfección absoluta. Quien quiera aprender a terminar una novela las tiene que leer y releer una y otra vez”, aseguró Barnes.Para concluir la charla, ambos recordaron el final de Monsieur Bovary quien, tras quedar viudo y descubrir que Emma le era infiel, que llevaba una vida secreta que él desconocía por completo, fue incapaz de odiarla. Por el contrario, ese amor se acrecienta y comienza a imitar las extravagancias de su mujer. Es entonces, dice Vargas Llosa, cuando aparece esa frase extraordinaria del narrador que dice “lo corrompía desde el otro lado de la tumba”. Y eso, claro, para entonces, no lo pudo haber hecho otro que Flaubert.

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