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Lina Marcela González, la batuta caleña que marca el compás en Boston

En Boston, la ciudad con mayor número de ensambles musicales per capita, una joven caleña se abre camino como directora de orquesta. A los 27 años, Lina Marcela González ya puso a prueba su batuta en una prestigiosa ópera, ‘Der Vampyr’, del compositor Heinrich Marschner, y actualmente se prepara para asumir el reto de ser la directora asistente del Cambridge Symphony Orchestra.

10 de agosto de 2014 Por: Redacción de GACETA

En Boston, la ciudad con mayor número de ensambles musicales per capita, una joven caleña se abre camino como directora de orquesta. A los 27 años, Lina Marcela González ya puso a prueba su batuta en una prestigiosa ópera, ‘Der Vampyr’, del compositor Heinrich Marschner, y actualmente se prepara para asumir el reto de ser la directora asistente del Cambridge Symphony Orchestra.

Nunca, ni siquiera de niña, la música fue un hobby para ella. Así se lo enseñaron sus padres y así lo asumió ella, hija única, con rigurosidad y seriedad. Es que al piano, a las clases de piano, decían ellos, había que “sacarles el jugo”. Entonces se propuso dominarlo. Lo hizo con los acordes y con las escalas. Ensayó largas horas y estudió partituras hasta que pudo tocar algo de Brahms, algo de Beethoven, algo de Mozart. No, la música no era un hobby. Mucho menos ahora, eso está claro, cuando Lina Marcela González, caleña, 27 años, se puede dar el lujo de tener en su haber una ópera dirigida en Boston, quizá la ciudad en el mundo con la que todos los músicos sueñan. Sucedió el mes pasado. O mejor, sucedió hace siete meses cuando la OperaHub le pidió que dirigiera ‘Der Vampyr’ (‘El vampiro’), una obra del compositor alemán Heinrich Marschner, escrita en 1828. Durante un largo semestre esta caleña, exalumna de la prestigiosa The Juilliard School de Nueva York, se preparó junto a un elenco de 13 cantantes para llevar a escena un aquelarre de vampiros. Se trata de una obra romántica salpicada de elementos sobrenaturales que ha sido reinterpretada por distintas compañías, incluida una adaptación para televisión realizada por la BBC de Londres. Las presentaciones dirigidas por Lina Marcela se realizaron en junio pasado en el teatro del Boston Center for the Arts’s Plaza. Y los comentarios de la crítica llegaron cargados de buenas noticias. El Boston Globe, por ejemplo, tituló la reseña de la obra como “Maravillosamente moderna” y la calificó como “uno de los eventos teatrales más gratificantes de la temporada” bajo la “nítida dirección de Lina Marcela González”. Otros blogs especializados en música exaltaron su trabajo de dirección como “excelente”. El primer contacto formal con la dirección de orquesta lo tuvo Lina Marcela a los 16 años cuando ingresó a la Universidad del Valle a estudiar música. Y si bien allí permaneció tan solo tres semestres, sería en esa alma máter donde experimentaría una especie de hallazgo que definiría su camino en la vida. Sucedió en una jornada académica normal, una cualquiera, cuando asistió a la presentación de un coro. Los cantantes entonaban ‘Cantique de Jean Racine’, de Gabriel Fauré, y entonces sucedió algo inesperado. Lina Marcela quedó maravillada con el trabajo que hacía la directora, María Claudia Ferreira. “Me fascinó ver cómo alguien tenía el poder artístico sobre algo a gran escala; ver cómo ella trataba de concertar a tantos seres humanos para que hicieran algo musicalmente correcto. Desde entonces supe que lo que yo quería hacer en la vida era ser directora de orquesta”, cuenta.Ante la imposibilidad de estudiar dirección en Cali partió hacia Bogotá y se matriculó en la Fundación Universitaria Juan Corpas, para entonces una de las escuelas de música más sólidas del país. Y allí - cuestiones del destino- pasó algo aún más curioso. Si bien no existía la carrera de dirección de orquesta en categoría de pregrado -solo postgrado-, cuando Lina Marcela explicó que eso era lo que ella quería estudiar, abrieron la carrera. “Fueron increíblemente flexibles y me permitieron estudiarla como carrera. Lo bueno fue que cuando yo salí el pensum siguió y ya muchos otros se han graduado”. Su primera experiencia como directora invitada fue justamente en su ciudad natal, Cali, en 2009, cuando Esteban Rodríguez la llamó a dirigir la Orquesta Filarmónica Juvenil del Conservatorio Antonio María Valencia. “Fue la primera persona que me dio la oportunidad de dirigir, porque en Bogotá no había tenido nada aún, y allí empezó ese camino de adquirir las herramientas necesarias para empezar mi camino en la dirección”. Pero su mira estaba puesta más lejos. En el exterior. En Juilliard concretamente, una de las escuelas más prestigiosas de música en Estados Unidos. ¿Cómo llegar? ¿Cómo ganarse un cupo? ¿Cómo alcanzar las grandes ligas? Aún faltarían meses para esa meta. Mientras tanto, con la misma rigurosidad y seriedad con que asumió sus lecciones de piano en la adolescencia, Lina Marcela se dedicó a grabar videos con su trabajo para enviarlos a cuanto profesor de música se encontraba allí. Hasta que alguno contestó. Y no cualquiera. Nada menos y nada más que James DePriest, considerado uno de los mejores afroamericanos en haber dirigido orquestas en Estados Unidos. Como persiguiendo el sueño americano, Lina viajó a Nueva York en pleno invierno con el tiquete en mano y dos maletas llenas de abrigos y bufandas. Y se dedicó a lo que siempre se ha dedicado: a estudiar. El paso siguiente, estaba claro, era aplicar a Juilliard. Y pasó. “En ese momento la vida me sonrió”, recuerda Lina. Estando en Juilliard se presentó su primera oportunidad como directora asistente en la Orquesta Filarmónica de Las Américas. Su directora era mexicana y, además de las cualidades profesionales de Lina, vio en ella la posibilidad de tener cercanía con composiciones latinoamericanas. “Eso fue increíble porque a puestos como esos se presentan fácilmente 250 personas. Más en Nueva York. Eso sí, me tocó hacer de todo, desde mover atriles y servir el café, hasta dirigir”. Con esta orquesta Lina realizó varias giras, muchas de ella a México, siempre dirigiendo todos los ensayos. “Mirando para atrás puedo decir que fue allí que verdaderamente se inició mi carrera profesional como directora”. Allí permaneció un par de años hasta que la orquesta se trasladó a México. Entonces Lina acudió a un llamado para preparar una orquesta infantil en Harvard. En esas andaba cuando recibió la oferta de OperaHub para montar ‘Der Vampyr’. Y el resto de la historia ya lo conocemos. Ahora, sin embargo, el reto para esta amante de Brahms (por su profundidad filosófica) y de Mahler (por su sentido lírico) es aún mayor. Acaba de ser elegida como directora asistente de la Cambridge Symphony Orchestra en donde estará encargada de todos los conciertos dirigidos a públicos especiales como niños y adultos mayores, además de todos los conciertos comunitarios. “Se trata de un trabajo que requiere destrezas distintas a las de simplemente dirigir, porque al estar ante este tipo de público se requiere casi que preparar guiones de todo lo que se va a hablar. Son conciertos muy humanos y muy educativos que predisponen a la apreciación musical”, explica Lina.Mientras se prepara para asumir este reto en los próximos días, Lina, seguirá soñando con su concierto ideal, aquel que tenga un solista para violín y para piano, y en el que pueda tocar alguna composición de algún colombiano, como por ejemplo a Luis Carlos Figueroa, a quien admira profundamente. Sueña, también, con consolidar ese proyecto que viene rondándole en la cabeza desde hace años: el de crear una orquesta de música latinoamericana y dirigirla. “En los últimos meses hemos venido trabajando en la idea con un grupo de amigos de la universidad. Porque esa es mi gran ilusión. Que en Boston, una de las ciudades más fascinantes para la música, un grupo se dedique a nuestra música y estamos a punto de poderlo lograr”, dice. Seguro. Porque ya lo sabemos, la música nunca ha sido, ni será, un hobby para esta mujer.

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