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Las memorias de los libros prohibidos de Gabriel García Márquez

‘Relato de un náufrago’ lo llevó al exilio. ‘Cien años de soledad’ y ‘Memoria de mis putas tristes’, fueron vetadas por “inmorales”.

17 de abril de 2014 Por: Redacción de El País

‘Relato de un náufrago’ lo llevó al exilio. ‘Cien años de soledad’ y ‘Memoria de mis putas tristes’, fueron vetadas por “inmorales”.

La publicación del ‘El relato de un náufrago’, en 1955, por entregas, en el diario El Espectador, fue censurada por el régimen de Rojas Pinilla, ocasionó la clausura del periódico, la caída en desgracia del protagonista y el exilio de Gabriel García Márquez en París.El escritor reconstruyó, en primera persona, el relato del único sobreviviente de un accidente en que ocho marinos de la Armada Colombiana cayeron al mar Caribe, Luis Alejandro Velasco.‘Gabo’ narró la odisea ‘macondiana’ del que pasó diez días a la deriva en una balsa, sin comer ni beber, fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza, se hizo rico por la publicidad y luego aborrecido por el gobierno y olvidado. Pero detrás de la impecable técnica literaria y del estilo noticioso de García Márquez había una denuncia. El 28 de febrero de 1955, ocho miembros de la tripulación del destructor Caldas cayeron al agua, debido, según el gobierno del dictador colombiano Rojas Pinilla, a una tormenta en el Caribe. Lo cierto, o, mejor, lo que ‘Gabo’ dejó al descubierto es que no hubo tal tormenta y que la negligencia fue la única responsable de la catástrofe: el buque estaba sobrecargado de contrabando.Censurado por Pinilla y amenazado por los contrabandistas, el futuro Premio Nóbel, tuvo que arreglárselas en París, escribiendo novelas de noche, luchando para conseguirse una botella de vino y un plato de spaghetti. En marzo de 1970 se publicó en forma de libro ‘Relato de un náufrago’, y García Márquez le relegó los derechos de autor a Velasco, con el argumento: “Hay libros que no son de quien los escribe sino de quien los sufre”. Así que desde marzo de 1979 hasta diciembre de 1982, los derechos de la edición castellana le llegaron puntualmente al náufrago.Sin embargo, en 1981, García Márquez entró en cólera, al leer en un diario sobre una posible película sobre su ‘náufrago, sería una coproducción colombiana-italiana, y daba como director al italiano Francesco Rossi y como protagonistas a Arnold Swazeneger y Kim Bassinger. “Esa película yo nunca la he autorizado, ni la autorizaré, jamás”, dijo entrado en cólera. Y detuvo los derechos de Luis Alejandro Velasco con un argumento: “En un momento en el que todavía no podía vivir de mis libros, decidí -por una razón humanitaria- entregarle a Velasco el dinero producto de la venta del libro. Así se hizo hasta que un abogado instó al marino a pelear por los derechos. Es decir, a tener la propiedad intelectual del relato, para poder negociar a su antojo con él, y venderlo, por ejemplo, a un productor de cine o a uno de teatro. Me pareció una respuesta poco cortés a la generosidad que había tenido con él. Fue un abuso que no estuve dispuesto a aceptar y, por eso, suspendí la publicación del libro”, dijo. Velasco alegó: “Me da tristeza ver cómo la palabra de un hombre tan importante como García Márquez no se cumpla. Gabo no hubiese podido escribir el libro sin mi concurso, pues en el libro hay léxico mío en un 60 o 70 por ciento”. Y demandó al escritor, pero en febrero de 1944 los jueces fallaron a favor del mismo, como único dueño de los derechos de autor del libro.El náufrago, que duró diez meses postrado en una cama, a causa de un tumor, antes de morir en agosto del 2000, se excusó: “Pido perdón a Gabo porque perjudiqué su imagen. Por eso me quitó los derechos. Espero que sea el momento para que las regalías que me has cobrado por tantos años me ayuden en los gastos que no sufraga la sanidad de las Fuerzas Militares”.Otra obra de ‘Gabo’ que originó una pelea en los tribunales fue ‘Crónica de una muerte anunciada’. Miguel Reyes Palencia exigió el 50% de las ganancias de la novela y de otra sobre el mismo hecho, escrita por un hermano del escritor. Según el demandante, el personaje de Bayardo San Román era él y nunca se le consultó si quería o no aparecer en el relato, lo que le causó “perjuicios morales”. El hecho que inspiró la novela ocurrió el 22 de enero de 1951 en Sucre, donde Reyes, el demandante, descubrió que su esposa, Margarita Chica Salas, no era virgen, lo que desató el crimen contra Cayetano Gentile, llamado allí: Santiago Nasar. Sin embargo, el Tribunal Supremo de Barranquilla negó, el año pasado, el recurso de apelación de Miguel Reyes Palencia, y dijo en la sentencia: “Cientos de obras literarias, artísticas y cinematográficas han tenido como historia central hechos de la vida real, siendo adaptados a la perspectiva de su creador, sin que esto sea óbice para reclamar derechos económicos sobre las mismas”.Inmoral y pedófiloPor muchos años en Irán estuvo prohibida ‘Cien años de soledad’, aunque sus copias en el mercado negro no dejaron de venderse. La historia se repitió con ‘Memorias de mis putas tristes’. Dicha novela cuenta en primera persona los fantasmas eróticos de un periodista jubilado, que al cumplir 90 años, decide regalarse “una noche de amor loco con una adolescente virgen”. Así conoce a Delgadina, de 14 años, a quien termina por amar sin poseerla ni hablarle. El libro, de 125 páginas, que fue traducido al persa y publicado en Irán. Pero el éxito de la versión en farsí se convirtió en su condena. Después de que la primera tirada casi se agotara en tres semanas, el Ministerio de Cultura prohibió su reedición, despidió al censor y anunció medidas contra el editor. El Ministerio no permitió que el libro fuera reeditado, pese a que en la traducción al persa llevó el título ‘Memorias de mis tristes cariñitos’ y la palabra “putas” se cambió por “bellas”. También el anuncio de un filme basado en la novela, suscitó que la ONG Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe, amenazara con demandar al escritor, a los productores y a las autoridades mexicanas, por promover la “pedofilia” y la prostitución infantil. El productor y codirector de la cinta, Ricardo del Río, dijo que el gobierno de Puebla, México, donde iba a rodarse el filme, retiró su apoyo financiero al proyecto por la polémica.

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