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“La salsa sigue viva en todas partes”: Rubén Blades

El músico panameño decidió llevar once de sus canciones más conocidas a un género rítmicamente alejado de la salsa: el tango. De esa apuesta, que no duda será llamada “sacrilegio” por los salseros más puristas, conversó con GACETA. ¿Cómo suena ‘Pedro Navaja’ a ritmo de bandoneón? La vida te da sorpresas...

20 de julio de 2014 Por: Lucy Lorena Libreros | Periodista de GACETA

El músico panameño decidió llevar once de sus canciones más conocidas a un género rítmicamente alejado de la salsa: el tango. De esa apuesta, que no duda será llamada “sacrilegio” por los salseros más puristas, conversó con GACETA. ¿Cómo suena ‘Pedro Navaja’ a ritmo de bandoneón? La vida te da sorpresas...

Muchos creíamos que el tango tenía ya a su propio Pedro Navaja. Aparecía —estábamos seguros— en ‘Sangre maleva’, ese viejo lamento de arrabal escrito por Alfredo de Angelis e inmortalizado en la voz de Óscar Larroca. Los porteños lo bautizaron Cruz Medina, ese que “fue hombre entre los hombres, fue taita entre matones”...Lo creíamos hasta que este año Rubén Blades nos mostró que su villano había cobrado vida de nuevo para reclamar su lugar. No murió, pues, la noche aquella en que una prostituta lo mató a traición por la esquina del viejo barrio, en Nueva York. El tipo que usa sombrero de ala ancha de medio lao’ y zapatillas por si hay problemas salir volao’ suena ahora en clave de milonga y bandonéon y no escoltado por la trompeta del genial Willie Colón. Blades lo llama un experimento. Uno que se lee en letras blancas sobre la carátula de un álbum reciente: ‘Tangos’. Así, a secas. Era una idea que venía persiguiendo al panameño desde hacía una década y que solo en mayo pasado pudo cristalizar con la ayuda de Carlos Franzetti, productor musical argentino ganador de tres premios Grammy, a quien conoció desde los buenos tiempos de ‘Siembra’, el álbum mítico de 1978 que le regaló a la salsa una nueva sonoridad y varias de sus joyas más preciadas: ‘Plástico’, ‘Buscando guayaba’ y, claro, ‘Pedro Navaja’.El propio Blades está seguro de que los puristas de la salsa acusarán este trabajo de “verdadero sacrilegio”. Pero, cuando uno escucha una a una las versiones de las once canciones que él decidió llevar al tango, descubre que se trata en realidad del Rubén Blades de toda la vida. Que su voz puede romper las fronteras del género. Es el Rubén Blades que todos conocemos. El de siempre. El que a veces se extravía en los caminos de la actuación o la política, pero que a tiempo emprende el viaje a la semilla, a ese lugar donde mejor se siente: la música. El que canta aquí es el Blades auténtico. Cuesta al comienzo, obvio. Cuesta asimilar a ‘Paula C’, ‘Juana Mayo’, ‘Ligia Elena’, ‘Pablo Pueblo’, ‘Sebastián’, ‘Parao’, ‘Adán García’ y ‘Tiempos’ alejados de la percusión y el rebateo feliz de una trompeta para verlos envueltos en notas melancólicas de violín, contrabajo, piano y bandoneón.Pero Blades está acostumbrado a tomar esos riesgos. Cuando grabó ‘Siembra’, los ‘disc jokeys’ de la época solo le auguraban un rotundo fracaso. Que las letras eran muy complicadas. Que más parecían cuentos. Que las canciones eran exageradamente largas. Que la salsa estaba acostumbrada a melodías pegajosas que comenzaban con coros y se regodeaban en ‘soneos’.Rubén Blades quebró esa tradición y ganó. Y entonces comenzaron a llamarlo el ‘salsero intelectual’, el ‘poeta de la salsa’. El tipo que hacía crónicas en lugar de canciones. Como si antes de subir a un escenario, pasara primero por algunas páginas de Kakfa y de Joyce. Se sabe que incluso el propio García Márquez, medio en broma medio en serio, alguna vez le propuso cambiarle a ‘Pedro Navaja’ por ‘Cien años de soledad’. Muchos, sin embargo, no le tuvieron fe cuando en los 80 se separó definitivamente de Colón, con quien había conformado uno de los dúos más inolvidables de la salsa. Entonces fundó, junto a los mejores músicos latinos de Nueva York, ‘Seis del solar’, persiguiendo el sueño de tener algún día una banda a lo Joe Cuba. Tradicionalmente dominada por el bronce, Blades apostó por dejarlo a un lado y presentar una salsa en la que abundan sintetizadores, órganos y pianos. En 1983 ‘Seis del solar’ le muestra al mundo ‘Buscando América’ y a nadie le quedaron dudas de que Blades no concibe la música de otra forma que no sea innovando, tomando riesgos.Por eso ahora el tango. Qué más da. No hay nada qué perder. Lo sabe un tipo que en solitario fue capaz de grabar 17 trabajos discográficos y en cuatro décadas de carrera componer unas 200 canciones, la mayoría convertidas en éxito y memoria. Hoy, con 66 años a cuestas, Rubén sigue vigente y saca adelante tres álbumes al tiempo. Los últimos, asegura. “Todo lo que tenía para decir en la salsa, ya lo dije”. No todo, quizás. GACETA lo entrevistó antes de una gira que lo llevará por varias ciudades del Perú. Maestro Rubén, este álbum fue una verdadera sorpresa para sus seguidores, ¿cuál fue la motivación detrás de ‘Tangos’?Me movió la curiosidad de ver cómo se comportarían las letras de mis canciones bajo un formato musical distinto. Cómo me comportaría yo mismo como cantante. Porque siempre he sentido que la atmósfera que plantea el tango, la manera en que se deben frasear las canciones y la propia instrumentación le iban a dar a mis canciones una dimensión distinta a la que han tenido en la salsa. Porque la salsa es una música pensada para el baile; el tango se baila también, sí, pero es una música mucho más reflexiva.¿Cómo nace su atracción por el este género?Cuando era niño en Panamá, se escuchaba radio todo el día. Y sonaban tangos, claro. El cantante más famoso era Carlos Gardel, entonces para mí nunca ha sido una música exótica o ajena. Hizo parte de mi educación musical, tan universal como la salsa o la samba. ¿Cómo un salsero de quilates, cuya voz ya es marca registrada en este género, decide apostar por una música tan lejana?Es que no estoy abandonando un género por otro. Solo hago un experimento para probar cómo funcionan mis letras ante el tango y cómo reacciono como cantante frente a las demandas que éste plantea. Hay gente que después de escuchar este álbum dice que no sabía que yo cantaba tan bien. Como si me acabaran de descubrir. Eso me causa mucha curiosidad. Y creo que es porque en la salsa importa muchísimo más la melodía y la orquestación. Usted ha dicho que lo más difícil de grabar ‘Tangos’ fue contener la emoción de escuchar sus letras en ese género. Pero, ¿no es acaso el tango un género absolutamente emocional?Lo es. Pero una cosa es imaginárselo y otra experimentarlo como intérprete y más si al fondo está sonando la magistral orquesta de Leopoldo Federico. Las letras adquirieron una dimensión distinta. Le apuesto a que, por primera vez, mucha gente le va a prestar atención a la letra de ‘Juana Mayo’, por ejemplo. O a la de ‘Pablo pueblo’, pues don Leopoldo me hizo descubrir facetas de ese tema que ni yo mismo había considerado en lo emocional.¿Cómo fue el trabajo con Carlos Franzetti, productor y ganador de tres Grammy, cómo se dio esa complicidad entre los dos, tantos años después de haber hecho juntos uno de sus álbumes insignes: ‘Siembra’?Franzetti es esencial. Sin él no habría existido este álbum. Lo conocí en 1974 en Nueva York. En esa época hizo el arreglo de una canción llamada ‘Amor pa’ qué’, grabada con el Conjunto Candela; fue uno de nuestros primeros éxitos juntos. Después, como bien dices, Carlos participa en ‘Siembra’ y hace el arreglo de las cuerdas en ‘Plástico’ y después en ‘Maestra vida’. Es decir, nos conocemos desde hace mucho tiempo y la vida nos hizo excelentes amigos. Ya desde entonces yo le había planteado la posibilidad de llevar mi música al tango. Finalmente hace tres años lo hicimos. Es que siempre tiendo a demorar mis cosas. Seleccionar los once temas de este álbum, cuando se han compuesto 200 canciones en cuatro décadas de carrera, no tuvo que ser fácil... No, para nada, no lo fue. Pero una canción no tiene fecha de expiración. Sin importar bajo qué formato se presente, una canción sigue viva es por su letra. Traté de escoger temas con letras que podían ser ayudadas por la atmósfera emocional que crea el tango y expresar su argumento con mayor profundidad. Otros temas, como ‘Pedro Navaja’, los escogí por ser muy populares y por ende ser más susceptibles a la polémica, a eso de discutir si funcionaban o no para este género. Y lo que creo es que ‘Pedro Navaja’ es una buena milonga también, aunque los puristas de la salsa lo han de considerar un sacrilegio. Bueno, usted nunca le ha temido a la polémica. Como cuando grabó ‘Rosa de los vientos’, ‘Tiempos’ o ‘Mundo’, tres álbumes con los que justamente los salseros más ortodoxos se sintieron traicionados...Y yo no tengo ningún problema con eso. A mí lo que me molesta es que alguien venga a decirme que yo debo sonar de tal o cual manera, o como los empresarios quieren que suene. Eso nunca. Un verdadero artista no funciona así. A mí lo que me gusta, por encima de la salsa, es la música. En ‘Mundo’, por ejemplo, incluí una versión de Danny Boy, una canción popular irlandesa, que en un momento comienza a sonar a ritmo de gaitas y guaguancó. Eso no le cayó bien a la gente de la salsa, porque querían seguir oyendo trombones con campanas. En ese momento yo pensé: “para gustos, los colores”. En ‘Cantares del subdesarrollo’ volvió a sorprender, esta vez tocando usted mismo todos los instrumentos...Sí. Para grabar todos los instrumentos del álbum conté con la ayuda de Walter Flores, un pianista costarricense. Lo grabamos en el garaje de mi casa. Yo había comprado un bajo, él tenía otro y una consola que grababa por varios canales. Y así, uno a uno, fui grabando cada instrumento, las congas, la campana, todo. Eso fue un aprendizaje tremendo. Era, también, de cierta manera, una forma de darle un mensaje a la gente joven, en el sentido de que uno no se puede considerar un intérprete de salsa si no aprende primero de percusión, porque en mi opinión va a tener problemas después para ‘sonear’ o por lo menos lo va a hacer sin mucho peso. El mensaje era también que para grabar un álbum no se requiere una inversión millonaria. Importa más hacerlo con total honestidad. Ese álbum es del año 2009. Y no hace mucho usted confesó que todo lo que tenía por contar en la salsa, ya lo hizo...Como dijo Héctor Lavoe, “todo tiene su final”...Sí, ¿pero qué le hace tener esa certeza? ¿Hace cuánto no compone, maestro?Sigo componiendo. Ahora mismo estoy trabajando en varios temas. Grabando con Roberto Delgado y su orquesta de Panamá. Lo que sí tengo claro es que voy a continuar haciendo giras de salsa. Esa etapa terminará en diciembre de 2016, Dios mediante. Después de eso, no volveré a los escenarios, ni grabaré más salsa. Así que en Colombia tienen estos dos años para invitarme. En lo que queda hasta esa fecha, planeo ir a un concierto, pero no regresar a hacer lo mismo. Esa será mi despedida. Ya que habla de Colombia, en 2010 los caleños tuvimos la fortuna de tenerlo en concierto con ‘Seis de solar’, pero a muchos nos llamó la atención que el público joven no se conectó. Incluso hubo abucheos. Después de cuarenta años en la salsa, ¿cómo ve el género, cómo siente las nuevas generaciones?Bueno, no sé cuál es la obsesión de creer que cualquier tiempo pasado fue mejor. La salsa sigue viva en todas partes, aunque no sea lo que una vez fue. Pero es que nada lo es.¿Qué decirles a esos artistas del género que tienen esa visión tan apocalíptica y creen que la salsa no vive sus días mejores?Lo aprecio desde la perspectiva de la realidad. Habrá días buenos y días malos y no por eso dejamos de vivir. Pero creo que esta discusión de los salseros de si era mejor la salsa de antes es pendeja y estéril. En Israel hay salsa. En Latvia hay salsa. En el Tibet hay, ahora mismo, un tipo con una carreta empujada por ‘yaks’ que está silbando ‘Pedro Navaja’. ¿Para qué seguir con el sonsonete ese de que la salsa murió porque no suena como antes? Es que resulta que ¡nada es como antes! A todos nos pasa el tiempo. Todo cambia, pero el trabajo permanece. La calidad de Celia, de Cheo, de Héctor, de Puente, de Machito y Bauza, de Barreto. ¿Alguien que ame la salsa ha olvidado acaso sus canciones, su música?En lo que sí estamos claros, maestro, es que los salseros de hoy hacen su música de una manera quizás más sana a esa generación en la que usted creció. Porque Rubén Blades es un caso extraño en una generación marcada por los excesos...Bueno, creo que me mantuve al margen por la educación que recibí de mis papás, por la crianza, por el hecho mismo de haber pasado por una universidad donde me gradué de abogado. Cuando yo toqué a las puertas de la Fania, en el 74, Jerry Masucci me dijo sí claro, hay vacantes... en la oficina de correos. Y a mí no me importó empezar por ahí, organizando correspondencia y poniendo sellitos, pues yo lo que quería era ser músico. Recuerdo que, antes de ser un músico de Fania, todos me miraban raro. Se preguntaban: “¿y este muchachito que estudió leyes, qué hace aquí?”.Bueno, pero esos excesos que vivieron tantos artistas habla mucho de lo que es la salsa misma: el barrio, la dureza de la calle...Es que el gran aporte de la salsa fue mostrar el argumento de la calle ante el mundo. ‘Siembra’ fue un álbum que trascendió porque fue más allá de la esquina, del barrio como tú dices. Vendió cerca de 500 mil copias en distintas ciudades de América Latina, a pesar de haber sido grabado en Nueva York. Porque no tenía el argumento de Nueva York, sino de la esencia de un barrio de cualquiera de esas ciudades. Por eso terminó comprándolo gente que en ese momento ni siquiera gustaba de la salsa. Más que un asunto musical, fue un asunto de identidad: la salsa como terreno urbano de expresión. Maestro, hay una canción con la que nos hemos arrullado un par de generaciones: ‘El cantante’, escrita por usted, pero inmortalizada por Lavoe. ¿Cuál es la verdadera historia detrás de ese tema? Unos dicen que usted la hizo pensando en él y otros que Johnny Pacheco prácticamente lo obligó a entregársela...‘El cantante’ fue una canción que había hecho para mí. La quería utilizar como una especie de retrato de la situación personal que vivimos los artistas. Las personas suelen creer que nosotros no atravesamos dificultades personales; solo ven una figura, una persona famosa, que tienen lo que ellos no y que por eso, necesariamente, somos personas muy felices. Yo imaginaba que esa canción me podía servir para abrir y cerrar mis conciertos. Pero resultó que Pacheco nos pidió a Willie Colón y a mí una canción para ayudar a Héctor que por esa época no atravesaba un buen momento. No vendía pues atravesaba justamente problemas personales y llegaba tarde a los conciertos. Con el tiempo esa canción acabaría convertida en su himno. Hoy sigo creyendo que él la cantó mejor de lo que yo hubiese podido interpretarla.Le cambio ahora de tema. Y pasamos a uno que a usted le ha inquietado siempre: la política. No hace mucho confesó su deseo de querer aspirar nuevamente a la presidencia de su país, Panamá...Lo que he dicho es que si en cinco años, en 2019, tengo salud y energías y un programa político detallado, y si encuentro el apoyo popular necesario, participaré como candidato independiente. No voy a crear un partido, ni a hacer parte de uno existente. Esa es mi posición.¿Y qué pasó con ‘Papa egoro’, el partido que lo arropó en sus aspiraciones presidenciales de 1994 y con el que quedó en tercer lugar?Se fue diluyendo. Lo que pasa es yo que era mucho más joven y sin experiencia administrativa, no tenía los cinco años de experiencia como ministro que ahora tengo. Por eso cometí muchos errores de apreciación, fui ingenuo y además irresponsable al no entender la verdadera dimensión de lo que es participar en política. Hay que estar en eso las 24 horas del día, 7 días de la semana. Mucha gente dudaba de mi voluntad para salir de la música y del cine y dedicar mi esfuerzo exclusivamente a Panamá. Pero lo hice y los convencí.Pero, ¿si en 1994, y siendo mucho más joven no lo logró, qué le hace pensar que en el 2019 y con 71 años a cuestas puede funcionar?Sí, soy consciente de que tengo más pasado que futuro, pero la posibilidad existe en la medida en que exista la necesidad. Lo que quiero es liderar un proyecto político que después podrá retomar una generación más joven para mejorarlo y proyectarlo a futuro. Es mejor intentarlo que resignarse a la mediocridad y la corrupción. Es decir que cree aún en esa “Latinoamérica unida, la que Bolívar soñó”, como canta en ‘Plástico’...Sigue siendo una necesidad postergada por nacionalismos mal fundados y por una clase política que no entiende la necesidad de crear un nuevo argumento político, económico y administrativo. Porque una cosa es administrar un país y otra cosa, reformarlo. Seguimos utilizando ideas y paradigmas del Siglo XIX para construir una sociedad que está bastante alejada de esas ideas...Usted, que le ha cantando tantos años a la realidad de América Latina, ¿con qué ojos ve ese viraje que ha tenido el continente hacia la izquierda con gobiernos como los de Ecuador, Uruguay y Venezuela?Son el resultado de un pueblo cansado de ser ignorado por intereses de una derecha sin proyecto social inclusivo y a largo plazo. Pero ese giro podría moverse de nuevo a la derecha si los gobiernos de izquierda cometen ese mismo error. Usted dice eso y uno piensa en ese tema suyo donde canta “te estoy buscando, América, y temo no encontrarte”. ¿La sigue buscando?En la medida en que persista nuestra falta de solidaridad, la corrupción y el apego a lo material por encima de lo espiritual, no hallaremos a América. Para encontrarla y crearla, debemos primero encontrarnos a nosotros mismos y, sobre ese encuentro íntimo, buscar una América para todos, no la de unos cuantos sinvergüenzas.

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