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La música, un arma a la que temen los poderosos del mundo

A lo largo de la historia la música ha sido proscrita, por las razones más diversas. Un seminario organizado por Rtvc reunió a un grupo de expertos quienes expusieron diversas experiencias en el mundo a lo largo de la historia.

13 de noviembre de 2012 Por: Ricado Moncada Esquivel Periodista de GACETA

A lo largo de la historia la música ha sido proscrita, por las razones más diversas. Un seminario organizado por Rtvc reunió a un grupo de expertos quienes expusieron diversas experiencias en el mundo a lo largo de la historia.

El 27 de mayo de 1977, en Londres, la banda Sex Pistol, una de las pioneras del movimiento punk, conmocionó a la sociedad inglesa con el lanzamiento de su sencillo ‘Dios salve a la Reina’, justo cuando aquella nación se preparaba para conmemorar los 25 años de la coronación de Isabel II. Se trató de uno de los más grandes escándalos de la música pop en el mundo. La letra de la canción, que contenía versos como “Dios salve a la Reina / Ella no es un ser humano/ y no hay futuro / en el sueño de Inglaterra”, era una crítica al conformismo político de aquella imperial nación, mientras que la carátula, con la imagen de la reina con los ojos y la boca tapados con el nombre de la canción y del grupo en letras recortadas, fue considerada una provocación.Las consecuencias de tal acto de insolencia no se hicieron esperar y la protesta en el Reino fue generalizada. Tanto la estatal BBC como las cadenas radiales independientes se negaron a difundir la canción, mientras que los miembros de la banda fueron agredidos por grupos de personas y detenidos por las autoridades. Sin embargo, la controversial canción fue un éxito de ventas y años después, considerada, literalmente, la ‘joya de la corona’, del género punk. Casi una década antes, en 1968, John Lennon y su inseparable musa, Yoko Ono, aparecieron retratados en la carátula de su álbum ‘Unfinished music No.1: Two virgins’, de pie y de cuerpo entero, uno al lado del otro totalmente desnudos, mientras que en la contraportada aparecían de espaldas igualmente sin ropa. De inmediato la reacción pública no se hizo esperar y el disco fue tildado de obsceno, siendo embargado en algunos estados. Los distribuidores tuvieron que cubrir casi en su totalidad la cubierta con un papel marrón. En respuesta a la censura los artistas imprimieron sobre la contratapa una cita del Génesis de la Biblia: “Estaban los dos desnudos, el hombre y su mujer, sin avergonzarse uno de otro”. Estos son sólo dos entre millares de ejemplos de censura, prohibición, discriminación de las expresiones musicales a lo largo de la historia. Basta con recordar cómo géneros como el tango y el jazz fueron repudiados por su origen popular.En opinión del director de orquesta y compositor Alberto Guzmán Naranjo, esto se debe a que la música siempre ha estado en el centro de la sensibilidad de las culturas, como un elemento esencial para la vida.“En la medida en que la música, como la poesía, significan una indagación sobre el sentido profundo de las cosas, esas indagaciones entran en algún momento en contradicción con el ejercicio del poder o la punción de la dominación. De ahí que en cualquier periodo de la historia encontremos formas de prohibición, estigmatización o satanización de procesos musicales”. El maestro Guzmán señaló además cómo ya en la sociedad de la antigua Grecia se planteaba la doctrina del Ethos en la música, en la que se le atribuía a las diversas expresiones melódicas cierta capacidad para afectar las emociones y el comportamiento humano y según estos estuvieran dentro o fuera de los cánones morales podrían ser aceptadas o rechazadas, generando así formas de discriminación. Con las transformaciones sociales, la música estaba en medio del juego de la aprobación y el rechazo; en la Edad Media, sujeta a las doctrinas de la Iglesia. Luego, con la llegada de la Revolución Industrial, la declaración de los Derechos del Hombre, los derechos políticos y su amplio abanico de ideologías. Pero en muchos casos los músicos, no sólo perdieron sus partituras, sino también su prestigio y hasta sus vidas. En la Alemania nazi, la música expresionista, movimiento que buscaba entre otras cosas que la música expresara el mundo interior de su autor, fue denominada de ‘música degenerada’, un calificativo que llevó al suicidio a Ernst Ludwig Kirchner, uno de los más influyentes exponentes de este movimiento, mientras músicos como los austriacos Franz Schreker y Erich Wolfgang Korngold y el alemán Berthold Goldschmidt, tuvieron que huir a Estados Unidos, perseguidos por los nazis. “Muchos de ellos terminaron componiendo piezas para el cine de Hollywood. Otros simplemente no sobrevivieron y ni siquiera sus nombres quedaron registrados para la historia”, agregó Guzmán. Pero esas formas de censura o marginación de ciertas expresiones musicales persisten, si bien ya no de forma expresa. Por ejemplo, mientras en las emisoras y canales de televisión privada se imponen ciertos tipos de música, en las calles de las ciudades o por los caminos de veredas y pueblos se puede escuchar otra muy distinta.Esa inquietud por conocer qué ha generado que en un determinado contexto histórico y cultural una música sea excluida fue el punto de partida del Seminario Internacional de Músicas Prohibidas, que organizó la Fonoteca de Radio Televisión Nacional de Colombia, Rtvc. “Dado que uno de los ejes de nuestro trabajo en la entidad gira en torno a la inclusión, nos pareció interesante invitar a expertos de diferentes latitudes para discutir con ellos qué circunstancias políticas o culturales hicieron a una música ‘prohibida’, en determinadas épocas, pero también como aún ahora existen expresiones musicales que a pesar de su popularidad no están presentes en los procesos de distribución ni son difundidas por los grandes medios”, señaló Dora Brausin, coordinadora de la Fonoteca de Rtvc.Las dictadurasUn escenario para la prohibición de la música ha sido el de las dictaduras militares, en las que cada régimen actúa de forma particular. “Durante el Seminario se expusieron varias ponencias en torno al tema ‘Dictadura y músicas prohibidas’ y era curioso ver el contraste, por ejemplo, entre el caso de la dictadura chilena entre 1973 y 1989 y la del general Gustavo Rojas Pinilla, entre 1953 y 1957. Mientras en la primera se persiguió la música folclórica, en nuestro país, la dictadura usaba los aires tradicionales andinos para hacerle propaganda al régimen”, señaló Dora Braussin. Caso aparte merece el caso de la dictadura franquista, especialmente en la etapa comprendida entre 1966 y el fin del régimen en 1975 , periodo en el cual la Dirección General de Radiodifusión y Televisión, de ese país, encargó a cuatro censores para que decidieran qué podía o no podía ser radiado. Los detalles de este capítulo de la historia musical del país ibérico están consignados en el libro ‘Veneno en dosis camuflada’, la censura en la producción fonográfica del pop-rock en España durante el franquismo, de Xavier Valiño, periodista, escritor e investigador musical español.Valiño, quien fue uno de los invitados al Seminario de Rtvc, explicó que a partir de 1966 las casas discográficas estaban obligadas a enviar a la Dirección General las letras de las canciones y los diseños de las carátulas, tanto de artistas nacionales como foráneos, para que fueran aprobadas por los censores, so pena de ser multados. Si bien los censores no tenían un código determinado para tomar sus decisiones, estas básicamente giraban frente a la infracción de lo que era moral, social o políticamente correcto para el régimen. “Un informe de un censor que desconfiaba de un cantante y no encontraba nada en sus textos, escribió esto: “En estas y en casi todas las letras de Manuel Gerena hay una sibilina alusión vengativa contra algo: ¿Los políticos? ¿Los que mandan? ¿Los patrones? El veneno va en dosis camufladas”, de ahí salió el título de mi libro”, señaló Valiño.Incluso, por una mala comprensión de sus canciones el cantautor Bob Dylan, fue tildado de “homosexualista”, agregó el experto. Pero la marginación musical también pasa por la misma concepción de nación. Por ejemplo, poco se habla de las músicas que se hacen desde el exilio, como parte de la identidad de un país.Sobre ese aspecto habló en el Seminario Beatriz Goubert, antropóloga y etnomusicóloga de la Universidad de Columbia. En su conferencia ‘Música y exilio’, la experta se refirió al caso concreto de un grupo de músicos colombianos residentes en Nueva York. “Los entes estatales construyen una noción de país, que no tiene en cuenta fenómenos como la migración. En el exterior hay puñados de personas que lejos del territorio también encarnan ese concepto de nación. Esta falta de reconocimiento hace que estos músicos difícilmente puedan presentarse en nuestro país o puedan poner en circulación sus trabajos”, explicó la experta.Beatriz Goubert, señaló que en la escena musical de Nueva York existen al menos unas 20 bandas de origen colombiano y citó los casos de Pablo Mayor, músico palmirano que dirige su grupo Flolklore Urbano; el bogotano, Martín Vejarano, con su grupo Chia’s Dance Party o Lucía Pulido, quien hizo parte del dueto Iván y Lucía. “Ellos tienen en común que son músicos con formación académica, que en su búsqueda profesional encontraron en las músicas tradicionales de su país la fuente para experimentar y desarrollar sus propuestas. Se trata de un movimiento tan fortalecido que ha realizado nueve versiones de un encuentro de músicos colombianos”. Y es que en la actualidad persisten esas formas de censura o marginación, si bien ya no de forma visible. Mientras en la radio y la televisión se imponen Juanes, Shakira o Lady Gaga, lejos de los medios masivos pero en la vida cotidiana en sus casas, en las calles y plazas, la gente puede cantar a coro una rumba o un merengue campesino con las letras de doble sentido del antioqueño Joaquín Bedoya, un ‘corrido prohibido del llanero Jimmy Gutiérrez, o los los fuertes mensajes, de agrupaciones de ‘hip hop’, rap, rock o de ‘heavy metal’.En una intervención en un video foro de la emisora juvenil Radiónica de Rctv, el periodista, Chuqui García, señaló que si bien no se puede hablar de censura, los grandes medios masivos como la radio ejercen un filtro. “En medio de la mayor crisis de valores y violencia del país los grandes conglomerados de lo medios masivos impusieron el tropipop, una tendencia comercial con mensajes que decían que somos felices porque nos vamos de fiesta, nos emborrachamos, dejando de lado otro tipo de mensaje”, expresó este reconocido gestor, promotor y manager de grupos de música independiente.En su intervención en el espacio radial, García acotó que no obstante en el ámbito de las agrupaciones de ‘hip hop’ o de metal, ser filtrado por los medios masivos se puede convertir en un valor agregado. “La crisis del mercado de la música llevó a las agrupaciones a buscar sus propios canales de difusión y uno de ellos ha sido Internet.Esto les permite mantener sus mensajes incluso sus contenidos ‘hardcore’ (violento o duro)”. Esas prohibiciones o marginaciones sesgadas, se perciben en todas las instancias. “En Colombia la música no existe. Mientras todo el mundo sabe quien es en la literatura Gabriel García Márquez, o William Ospina; en la pintura, quién es Fernando Botero o Alejandro Obregón; en el Teatro quién es Enrique Buenaventura, pocos saben quienes han sido los grandes compositores de la música como expresión del arte”, acotó el maestro Alberto Guzmán.

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