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La magia de vivir el teatro en una sala de cine

Asistir a una obra de teatro o una ópera en una sala de cine, bien podría convertirse en una experiencia cinematográfica. Diferente, eso sí, pero llena de sentido dramático y emoción que pueden conectar al espectador sensible que se deja seducir.

9 de agosto de 2015 Por: Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA.

Asistir a una obra de teatro o una ópera en una sala de cine, bien podría convertirse en una experiencia cinematográfica. Diferente, eso sí, pero llena de sentido dramático y emoción que pueden conectar al espectador sensible que se deja seducir.

Cuenta la leyenda que ‘Frankenstein o el Prometeo moderno’ nació durante unas vacaciones que Mary Shelley y su esposo pasaban en casa de un amigo en Suiza. Para hacer más amenos aquellos días de verano de 1816, el anfitrión les propuso a sus invitados que cada uno escribiera una historia de terror. Todos aceptaron el reto y aunque en ese entonces Shelley no terminaría la obra, sí concebiría la idea que años después se convertiría en la famosa novela gótica que, dos siglos después, sigue siendo tan fascinante como entonces. Han sido muchas las adaptaciones que ha tenido la novela, y ahora llega de nuevo al cine, pero esta vez a través de una obra de teatro.

La puesta en escena que tiene una duración de dos horas, está dirigida nada menos que por el inglés Danny Boyle, a quien tenemos presente por películas como ‘Trainspotting’ (1996), ‘¿Quieres ser millonario? (2008) y ‘127 horas’ (2010). Fue justo después de esta última película que Boyle puso su energía en el escenario del Teatro Nacional de Londres para preparar la puesta en escena de esta obra adaptada por el guionista Nick Dear. Esta producción significó su regreso a las tablas, lugar donde empezó su carrera como director.

La cosa se tornó aún más interesante cuando el Teatro Nacional decidió hacerla parte de su proyecto en vivo, National Theatre Live, nacido en el 2009, que graba las funciones de algunas de las obras más relevantes y las distribuye a las salas de cine de varios países, convertidas en películas. En total han sido veinte obras por las que han pasado artistas de renombre como Helen Mirren, y directores como Sam Mendes y Danny Boyle. De esta manera han conseguido que una función de teatro que antes era un privilegio de pocos, se convierta en un espectáculo de millones de personas alrededor del mundo.

Esto de utilizar las pantallas de cine para presentar otro tipo de formatos diferentes a los largometrajes se había dado unos años antes, en el 2006 para ser exactos, cuando el Teatro Metropolitano de Ópera de Nueva York, empezó a trasmitir de la misma manera las óperas en alta definición.

Observar teatro en una pantalla de cine es sin duda una experiencia cinematográfica diferente. Otra cosa muy distinta sería considerar a esto cine. Sin embargo, vale la pena abrir la mente y dejar de lado los purismos que podamos tener alrededor de las salas. Si lo hacemos, podremos acceder a obras que, de otra manera, tal vez no podríamos disfrutar. Es el caso de ‘Frankenstein’, que nos permite acercarnos a la novela de Shelley de una manera diferente.

Teniendo como protagonistas a Benedict Cumberbatch, actor de películas como ‘Hobbit’, ‘12 años de esclavitud’ y la serie ‘Sherlock’ y a Jonny Lee Miller, quien ha actuado en varias series de televisión, Boyle hizo su primera apuesta: preparó a los dos en los dos papeles principales y les pidió que cambiaran de rol en cada presentación. Eso significa que los dos pueden actuar como Víctor Frankenstein o bien como la criatura de su creación. Pero eso no fue lo único, también se acompañó de la banda Underworld, pioneros de la música electrónica y con quienes ya había trabajado en sus películas ‘Trainspotting’ y ‘Trance’.

La primera escena con la que nos encontramos al observar este ‘Frankenstein’ es con el ‘nacimiento’ de la criatura. A través del impactante trabajo de Cumberbatch, quien solo en el escenario recibe la vida a través de descargas eléctricas que lo hacen revolverse en el escenario durante diez minutos, hasta por fin ponerse de pie. Aturdido como está, sin entender qué pasa, quién es y de dónde viene, empieza un recorrido con el que busca más respuestas que reclamos. Así avanza la historia que se desarrolla en un escenario versátil y minimalista que se transforma de laboratorio a lago, de campo a ciudad y en el que caben la lluvia, el pasto, el fuego y las máquinas.

La adaptación realizada por Nick Dear transforma algunas situaciones planteadas por su autora con el ánimo de hacerlo más dramático y teatral pero, sin duda, conserva su esencia. La soberbia, la falsedad y la injusticia, cruzan la obra dejándonos inquietos y cuestionados sobre nuestra naturaleza de hombres. Una verdadera tragedia, en el más puro sentido del género realista, el hombre que se rebela ante su destino.

Asistir a una obra como ‘Frankenstein’ en cine es algo que va más allá de la quedarnos en la historia, que ya reconocemos de la literatura, el cine y el teatro. Es tener la oportunidad observarla de otra manera.

Vale la pena darse la oportunidad de ver teatro en cine, sobre todo cuando de este tipo de obras se trata. Tener la posibilidad de explorar momentos dramáticos desde ángulos diferentes, poder entrar en la diégesis del teatro, sin importar lo distantes que somos, es adquirir otro nivel como espectadores. Eso sí, sin olvidar jamás que ante todo, asistimos a un espectáculo teatral más que cinematográfico. Y como última recomendación: igual que en el ópera vale la pena tomarse su tiempo y de ser posible leer con antelación el libreto, así puede concentrarse más en la experiencia misma de las tablas y no en los subtítulos.

Nota: Entre las obras que se podrán ver próximamente están: ‘Skylight’, ‘De ratones y hombres’ y ‘La isla del tesoro’.  

 

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