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La historia detrás de ‘Rojo y más rojo’, la nueva exposición del Museo La Tertulia

En el Museo La Tertulia, la muestra curatorial ‘Rojo y más rojo’ recupera la experiencia del Taller 4 Rojo, colectivo que en los años 70 volcó toda su labor en las artes gráficas al servicio de los movimientos sociales de la época.

23 de marzo de 2014 Por: Ricardo Moncada Esquivel | Periodista de El País

En el Museo La Tertulia, la muestra curatorial ‘Rojo y más rojo’ recupera la experiencia del Taller 4 Rojo, colectivo que en los años 70 volcó toda su labor en las artes gráficas al servicio de los movimientos sociales de la época.

Mensajes combativos, coloridas imágenes de personas con rostros exaltados, que agitan banderas o llevan sus brazos en alto constituyeron buena parte de la iconografía de las movilizaciones sociales que se realizaban en el país en la década de 1970.Eran tiempos en los que el país vivía una gran agitación social, especialmente en los grandes centros urbanos, en donde los movimientos sindicales de obreros, campesinos, estudiantiles, indígenas y partidos de izquierda hacían marchas, editaban publicaciones, elaboraban pancartas y afiches, generando una amplia comunicación visual para expresar y difundir sus ideologías.Detrás de buena parte de esa producción visual estuvo el Taller 4 Rojo, un colectivo de artistas que tuvo su mayor apogeo entre los años 1972 y 1974, pero cuya labor se extendió por buena parte de aquella década, y dejó también un legado en el campo de las artes visuales.Fundado por los artistas y docentes Nirma Zárate y Diego Arango, al colectivo se sumaron el italiano Umberto Giangrandi, Carlos Granada, Jorge Mora y Fabio Rodríguez Amaya, quienes de manera individual y con trabajos en conjunto desarrollaron en este espacio su labor visual.A poco más de cuatro décadas de su creación, el equipo curatorial TRansHisTor(ia), conformado por María Sol Barón Pino y Camilo Ordóñez Robayo, se dio a la tarea de recuperar la memoria de este taller, reconstruyendo su historia y recogiendo una amplia muestra de ese acervo que se encontraba disperso en los archivos personales de algunos de sus integrantes o entre algunas de las organizaciones sociales que todavía funcionan desde aquellos agitados años.Ese es el cuerpo de la exposición ‘Rojo y más rojo Taller 4 Rojo producción gráfica y acción directa’, que actualmente se encuentra en el Museo La Tertulia. Este proyecto fue ganador del IV Premio de Curaduría Histórica de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño en el 2010 y su propósito fue “desplegar las diferentes instancias creativas, pedagógicas y de circulación propiciadas por el Grupo Taller 4 Rojo”.La exposición revela la producción individual de sus integrantes, previo a la conformación del colectivo; los trabajos que hicieron para espacios de arte convencionales como museos y galerías; lo realizado para los movimientos sociales de circulación abierta, y la huella que dejaron en la producción visual en el país, luego de su disolución.María Sol y Camilo, recorrieron con GACETA la exposición para conocer los orígenes y el devenir de este taller, que representa una experiencia singular de arte y política en la historia visual del país. La curadora explicó que antes de fundar el grupo sus integrantes ya venían desarrollando una importante labor. Incluso, Nirma Zárate, Diego Arango y Humberto Giangrandi, habían coincidido como docentes en la Universidad de los Andes y en la Universidad Nacional. Nirma, quien inicialmente se caraterizó por sus obras más inclinadas al expresionismo abstracto, luego de viajar por Suramérica y los Estados Unidos, comenzó a realizar sus trabajos con gran influencia del Pop. Posteriormente, ella y Diego Arango se hicieron pareja y Nirma obtuvo una beca para estudiar, en 1969, en la Royal Academy de Londres. A su regreso, en 1970, se comenzó a gestar la creación del Taller 4 Rojo, que funcionó en inmediaciones del barrio La Candelaria. El taller se creó con la idea de ser un espacio de investigación y producción de los intereses artísticos de sus integrantes, pero también buscaba realizar grabados y artes gráficas en general para instituciones como medio de autogestión.Incluso, participaron en la creación de la revista Alternativa, fundada en 1974 por Gabriel García Márquez y un grupo de destacados periodistas e intelectuales de izquierda en el país. Desde Taller 4 Rojo sus integrantes realizaron obras artísticas, como el cartel para la exposición de Auguste Rodin en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y para participar en eventos como la Exposición Panamericana de Artes Gráficas y la Primera Bienal de Artes Gráficas, en Cali, o el XXII Salón Nacional y la Segunda Bienal de San Juan de Puerto Rico.En estos certámenes participaron con piezas de carácter testimonial y de denuncia de la realidad social y política del país: la pobreza extrema, las políticas educativas y las movilizaciones políticas de izquierda.“Ellos, como colectivo, creaban imágenes de contrainformación. Recopilaban la información de los grandes periódicos y los articulaban con imágenes contradictorias cuestionando con ironía y humor temas sobre la pobreza y la situación social del país”, explica María Sol Barón. Arte marginal.Uno de los aspectos que muestra la exposición es la manera como el grupo se vio permeado por el movimiento artístico que se daba en ese momento en el contexto latinoamericano. “Ellos participaron de encuentros realizados en Chile y Cuba, fundamentalmente, desde donde se comenzaba a gestar una red de artistas que proponía sacar el arte de los circuitos convencionales y trabajar al lado de los grupos y movimientos sociales. El grabado en su carácter de original múltiple era además un vehículo ideal para el desarrollo de esos propósitos”, explicó Camilo Ordóñez.De esta manera, el grupo comenzó a marginarse de las exposiciones y eventos promovidos por entidades privadas y a desarrollar su trabajo al lado de las agremiaciones campesinas, obreras y estudiantiles.Otro de los postulados del Taller fue crear escuelas populares de artes gráficas, tarea que también desarrollaron y terminaron volcados, apoyando los procesos de estos gremios que incluían la defensa de los derechos de presos políticos.Dado el carácter marginal de su campo de acción, mucho de este material quedó disperso o incluso perdido. Para los curadores hallar y recopilar parte de ese material, fue uno de sus grandes retos. “Uno de los aspectos que nos interesaba era encontrar evidencias de los procesos de creación de sus trabajos, como fotografías, clichés, referencias de prensa que fueron apropiadas y reutilizadas, que fue una operación común dentro del trabajo del grupo. Entonces fue sorprendente encontrar estos materiales”, agregó Ordóñez. Los curadores hallaron además pancartas y otros materiales impresos del Taller 4 Rojo que estaban en algunos de estos gremios sociales. “En otras investigaciones sobre este Taller habían menciones respecto a que sus trabajos habían circulado en manifestaciones, reuniones y marchas, pero no había evidencias de ello y sentíamos que era como una especie de mito. Entonces fue una verdadera fortuna hallar algunos de estos materiales, e incluso otros que estaban grabados en la memoria de muchos sindicalistas de la época que recordaban aquellas imágenes con mucho afecto”, dijo el curador.El legado.De acuerdo a los investigadores, hasta cierto punto la experiencia del Taller 4 Rojo fue singular. En parte por que hacia la segunda mitad de la década de 1970 los movimientos sociales comenzaron a ser ahogados por políticas gubernamentales, como el Estatuto de Seguridad promovido en el Gobierno de Julio César Turbay Ayala. En opinión de Camilo Ordóñez, no hay que olvidar que algunos de sus integrantes, como Nirma Zárate, Diego Arango Umberto Giangrandi, fueron docentes y seguro dejaron huella en varias generaciones de estudiantes. “Pero también habría que revisar la huella de su legado en escenarios no artísticos. Seguramente, si uno observa muchas de las pancartas que hoy en día hacen las organizaciones sociales tienen elementos de lo que hizo el Taller 4 Rojo”. En la exposición, por ejemplo, se exhiben carteles del Instituto Nacional Sindical, realizados en la década de 1980, ya sin la influencia del colectivo y se puede observar cómo repiten estructuras de composición, de fuentes, de posturas corporales de los personajes, gestos combativos. “Es otro tipo de herencia, un legado para el imaginario de las acciones directas de los movimientos sociales de aquella época que se perpetúa hasta hoy”, agrega el curador. Y ese es uno de los logros de esta exposición. Si bien en el ámbito artístico se conocían algunos trabajos realizados por el Taller 4 Rojo, de cierta manera eran solo la punta del iceberg de una historia mucho más profunda y amplia. “Poder ver reunido todo este material en un espacio como un museo es una experiencia diferente, algo ficcional hasta cierto punto, pues fueron materiales producidos en circunstancias y con intenciones muy diversas en las que participan de forma individual y colectiva los integrantes del taller” agrega María Sol. Otro aspecto de la muestra es señalar cómo los temas que fueron tratados por el Taller 4 Rojo, hace cuarenta años, siguen teniendo vigencia. “Todos estos temas de reivindicaciones campesinas, estudiantiles y obreras en su mayoría no han tenido solución y parecen que fueran sacadas de las páginas de los periódicos de ayer”, reflexiona la curadora. Desde el punto de vista ideológico, el Taller se proponía apoyar el movimiento de izquierda en el país, sin privilegiar ninguna de sus múltiples tendencias. “Pese a esas preferencias particulares, ellos intentaron evitar ser dogmáticos o fundamentalistas”, dijo la curadora Pero esas diferencias políticas que se radicalizaban en el contexto del país en esos años provocaron, finalmente, la ruptura del grupo Sucedió en la primera mitad de 1974. Luego de haber sido expuesta en las sedes de la Fundación Alzate Avendaño en Bogotá y en Medellín, la exposición se ha encontrado con dos tipos de públicos, según observa Camilo Ordoñez. Por un lado, personas entre los 65 y 80 años que vivieron aquellos años del movimiento obrero y que recuerdan ese periodo de forma apasionada y aportan muchos testimonios directos de esa época. “El otro grupo son los más jóvenes. Estudiantes universitarios, para quienes este lenguaje visual les resulta muy familiar, que de alguna manera tienen preocupaciones parecidas, que están pensando en cómo el arte apoya sus preocupaciones sociales y políticas. Entonces se genera una empatía directa con algo que se dio hace 40 años”. Para los curadores, resulta gratamente sorprendente conocer la experiencia de un grupo de artistas tan preocupados y comprometidos con una dimensión real de la producción gráfica, la cual les interesaba llevar más allá de los espacios expositivos convencionales, como museos y galerías, para llevar estas expresiones a otras instancias.

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