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Robert Téllez recolectó decenas de entrevistas de personas cercanas a Barretto y con ellas, apoyado en investigación bibliográfica, escribió el libro que trae a Cali. | Foto: Sandro Sánchez - RTVC/ Especial para El País

LITERATURA

La historia de Ray Barretto se presenta este domingo en la Feria del Libro de Cali

La historia del ‘Manos Duras’ Ray Barretto, escrita por Robert Téllez, este domingo en la Feria.

14 de octubre de 2017 Por: Paola Andrea Gómez / Jefe de Redacción de El País 

Maaaaaaanteeeecaaaaa. El grito retumba al inicio de un tema que luego acaricia el ‘Manos Duras’ en las congas. Corría el año de 1958, cuando un ‘newyorican’ de Brooklyn cristalizaba su eterna ilusión de grabar un clásico del jazz, junto al piano de Red Garland, en un trío glorioso para la música, que llevaba también bajo acústico.

Lo que viene después es una sinfonía donde se siente la fuerza del percusionista que una década atrás había descubierto el ‘Manteca’, mientras era soldado del Ejército americano. Ocurrió una noche en la Munich de la posguerra (1948), cuando al escuchar el tema fue tal su fascinación que corrió a la estación radial para pedirle al locutor que se lo grabara, de manera urgente.

La historia aparece relatada con sumo detalle en el libro ‘Ray Barreto, Fuerza Gigante’, del periodista bogotano Robert Téllez, quien dedicó cinco años de investigación y entrevistas para darle vida a esta obra que presentaremos este domingo a las 3:00 p.m. en la carpa Arcadía de la Feria del Libro.

Téllez, un juicioso conocedor del género —quien realiza el programa ‘Conversando la Salsa’ en la Radio Cadena Nacional, los jueves a las 8:00 p.m.— escuchó decenas de voces antes de escribir la biografía de Barretto, una década después de su muerte.

Finalmente, lo que consigue es mucho más que eso, porque la fascinante historia del músico es la mejor excusa para contar la historia misma de la salsa, desde sus orígenes en las calles de Nueva York, donde germinaron decenas de orquestas que con el tiempo se convirtieron en protagonistas de los años maravillosos de la salsa; los años de la Fania All Stars. Allí estuvo Barretto y todo ese relato de cómo se juntaron los grandes genios, cada uno con su aporte, se va desgranando desde la perspectiva del gigante de las congas, que se alimentó de jazz para construir grandes piezas de la salsa.

Allí aparecen también sus amores eternos con voces como la de Adalberto Santiago el hombre del ‘Alma con Alma’ y ‘Quítate la Máscara’; el paso de Rubén Blades y Tito Gómez en la delantera de temas como ‘Ban Ban Quere’ y ‘Guararé’ en 1975; la era del Watusi, que tantas puertas le abrió, la consagración del ‘Indestructible’, el ‘Tremendo Trío’ que hizo en el 83 con Celia Cruz y Adalberto Santiago la permanencia con el ‘No te quedes sin bailar’ o el ‘Amor de Lujo’, y el sonido colombiano que lo acompañó con los maestros Eddy Martínez, Héctor Martignon, Jairo Moreno y Jairo Rodríguez.

Al final, lo que te produce este libro es un antojo irremediable de hablar y escuchar una y mil cosas de Barretto; de apreciar sus grandes creaciones sin afanes y en silencio; de precisar los detalles de su excelsa musicalidad, conociendo de dónde vino todo, y de entender una vez más el porqué ese golpe nos llega tanto al corazón de los nacidos en esta tierra. Y de ñapa, con el libro también aprendí porqué es que ‘Pastorita tiene Guararé conmigo’.

La voz de Barretto

De sus inicios: “Solía tocar con ollas y sartenes y mi madre me gritaba ‘Deja de hacer ruido’. Noté que aunque los instrumentos de percusión parecen más fáciles de tocar, requieren gran fuerza física”.

De cuando se fueron sus músicos y conformaron La Típica 73: ”Nadie entiende la herida que sufrí en ese tiempo. Es difícil describirlo con palabras. Como dice la canción ‘yo quisiera saber qué yo te he hecho’. Pero analizándolo bien, era cuestión de sus ambiciones”.

Al recibir el premio Jazz Master en 2006 (antes de su muerte)
El jazz ha sido mi nodriza espiritual, desde mi juventud en Harlem y en el Bronx y he pasado mi carrera buscando la manera de retribuir eso. Con gratitud por cada miembro de la National Endowment of Arts, permítanme seguirme considerando un estudiante de jazz”.

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