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La evolución de los cuatro no muy fantásticos

En un tiempo corto nos han ofrecido tres películas que tienen por protagonistas a los superhéroes de Marvel, ‘Los cuatro fantásticos’. Esta nueva versión, que no tiene nada que ver con las dos anteriores pretende ofrecer una mirada diferente al cuento de siempre.

20 de septiembre de 2015 Por: Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA

En un tiempo corto nos han ofrecido tres películas que tienen por protagonistas a los superhéroes de Marvel, ‘Los cuatro fantásticos’. Esta nueva versión, que no tiene nada que ver con las dos anteriores pretende ofrecer una mirada diferente al cuento de siempre.

Dicen los sabios que en la vida no vale mucho la pena preguntarse porqué ocurren las cosas. La pregunta más bien debería ser para qué.  Pues bien, esta máxima, ligera a los oídos y de asimilación lenta resulta provechosa también en el cine.   Aunque a veces no entendemos qué necesidad hay de hacer diferentes versiones de la misma anécdota, otras pensamos que las segundas pueden superar a las primeras.  

Hace varias semanas se encuentra en cartelera una nueva versión de uno de los clásicos de Marvel, ‘Los cuatro fantásticos’. Si hacemos un poco de memoria fue en el 2005 cuando tuvimos  la primera adaptación al cine de la reconocida serie televisiva para dos años después encontrarnos con  su continuación en aquella batalla contra el ‘Silver surfer’.  

La de ahora, sin embargo, parece no tener nada que ver con sus antecesoras, no solo porque omite de su título el artículo ‘los’ sino por  su casting y claro,  también por todo lo demás.

 Pero algo conservan en común sus productores quienes diez años después de su primer fracaso, han decidido reinventarse con esta nueva versión que han confiado a la dirección de Josh Track, un tipo relativamente joven que ha tenido a cargo un par de películas de géneros poco exigentes.   

Así las cosas la primera novedad con la que nos encontramos en esta producción es con la historia  que comienza cuando sus protagonistas son apenas unos niños y se conocen.  

Este nuevo escenario ubica a los espectadores en un espacio novedoso y tal vez viendo las cosas desde allí pueden asumir la anécdota desde otra perspectiva. Ante los ojos de los menos fanáticos del cómic, podría ser bien recibida esta apuesta que promete mostrarnos intimidades de los héroes a las que no accedimos en su versión anterior, que se centraba más en la lucha contra el mal que en el conflicto humano del que se descubre poderoso. 

Viendo las cosas de esa manera, esta versión que ha sido tan mal calificada por algunos, incluso aborrecida por los férreos puristas y, por supuesto, por todos aquellos que se preguntan siempre por qué  no adquiere compromisos extremos de entregar la película llena de efectos, batallas y enemigos horrendos.  

Más bien apunta a mostrar los conflictos internos y externos que tienen  que vivir sus protagonistas para lidiar con sus nuevos y no pedidos poderes.  ¿Por qué a mí? ¿Y ahora qué voy a hacer con mi vida? ¿Estoy condenado a ser el  héroe que se sacrifica por esta mugrosa humanidad? ¿Y si no quiero?  

Las  preguntas que bien cruzan por la mente del protagonista pueden pasar rápido o no dependiendo, claro está, de quién esté detrás de la historia.  Y en el caso de estos cuatro fantásticos que nos atañen hoy, diríamos que en aquella primera versión los científicos no se cuestionan demasiadas cosas, en realidad ninguna. 

Ante el accidente que los dotaba de poderes, casi de inmediato asumían su misión de salvar el mundo sin preguntarse mucho por qué.  Los de ahora, sin embargo, son diferentes, consecuencia apenas  lógica del lado humano que hemos podido conocer gracias a la primera parte de la película.  

Y siguiendo la misma línea no resulta tan descabellado que el accidente del que son víctimas no proceda a bordo de una nave espacial, sino  como resultado de una travesura etílica.  

Tal vez fue este bandazo dramático que muestra a los protagonistas de una manera más sensible, el que  despertó tantas molestias en los seguidores de la serie que siguen reclamando justicia y una buena adaptación.  Sin embargo para los más relajados, la producción ha sido bien aceptada e incluso elogiada. Pero como en todo, es una simple cuestión de gustos.  

Una cosa es cierta, el debate interno que pueden sentir los jóvenes del común que se ven dotados de poderes que no entienden, nos recuerda a aquel ‘Hombre araña’ (2002), en la que el Peter Parker protagonizado por Tobey Maguire, se veía cercado por las circunstancias y tenía que improvisar sobre la marcha la manera como funcionaba aquel poder.  Detalles como confeccionar su propio traje, aprender a lanzar su telaraña y hasta su nombre artístico fueron situaciones que los fanáticos odiaron y mandaron a la película al punto más bajo de la taquilla. 

Sin querer decir que aquella era una obra maestra, lejos estaría de afirmar algo semejante, una parte de mi amó a aquel jovencito que tenía que cambiar su vida de estudiante para asumir la tareita nada fácil de salvar a Nueva York del crimen organizado. 

En ‘Cuatro fantasticos’ la cosa no es tan grave como en aquella pero tal vez un poco de acción le habría venido bien.   Lo cierto es que en esta versión nos presenta una pincelada rápida  de mucho, incluyendo romance, amistad, rabia, celos, paternidad y envidia.  Un poco pero tampoco ahonda en las emociones.

Así las cosas la película que cumple con su propósito de entretener y mantenernos interesados en el qué va a pasar, no  profundiza en ninguno de los conflictos en realidad. 

 Termina siendo una película atomizada con todo, pero que ni siquiera puede contarse con facilidad. Algo parecido a lo que ocurrió con la última película de Superman, llamada ‘El hombre de acero’, que desde su trailer prometía mostrarnos una faceta nueva de la vida del héroe desde su niñez, no terminó cumpliendo.     

Entonces, en pocas palabras, si se decide a ver ‘Cuatro fantásticos’ acuérdese que es mejor no preguntarse ¿por qué? Sino ¿para qué? Y la respuesta sin duda será diversión con palomitas.  Nada más. 

@kayarojas Docente Universidad Autónoma de Occidente

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