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La artista Alicia Barney, pionera del arte ecológico, regresa con su obra a Cali

Pionera del arte ecológico en Colombia, la obra de Alicia Barney vive un feliz resurgimiento. Dos de sus piezas acaban de ser compradas por el Museo Nacional y este año es una de las invitadas a la Bienal de Mercosur en Brasil. Pero la mejor noticia, sin duda, es la compra de ‘Río Cauca’, 30 años después de haber sido creada. Alicia está de regreso.

6 de septiembre de 2015 Por: Catalina Villa| Editora de GACETA

Pionera del arte ecológico en Colombia, la obra de Alicia Barney vive un feliz resurgimiento. Dos de sus piezas acaban de ser compradas por el Museo Nacional y este año es una de las invitadas a la Bienal de Mercosur en Brasil. Pero la mejor noticia, sin duda, es la compra de ‘Río Cauca’, 30 años después de haber sido creada. Alicia está de regreso.

Es jueves al medio día bajo un cielo atípicamente soleado en Bogotá. Alicia Barney aparece con un suéter de colores y una mochila al hombro. No se parece en nada a la mujer que está en las dos únicas fotos suyas que se encuentran en Google al escribir su nombre. Pero es ella, la pionera del arte ecológico en Colombia.

- Agradezca que tenemos saco de manga larga porque si no nos moríamos ahora mismo de cáncer de piel con este sol, dice sin reírse.

Desde 1979 cuando llegó a Cali tras una larga estadía en Nueva York donde estudió arte, su obra se caracterizó por un fuerte contenido político y ambiental. Fue la primera en denunciar a través de obras la polución en el aire y la contaminación de las aguas en el Valle del Cauca en un momento en que proliferaban en el país los pintores paisajistas y los retratistas, ajenos a la realidad nacional. De esa época datan ‘Yumbo’ y ‘Río Cauca’.

Tenía 25 años y a Alicia Barney ya le preocupaban la sobre población en la Tierra y las toneladas de basura que diario producimos los seres humanos. Hoy la desvelan las bolsas plásticas, el consumismo, los procesos de desalinización para potabilizar el agua y la destrucción de la capa de ozono, cada vez más incapaz de atajar los rayos ultravioleta.

-¿Se toma una Campari con hielo para este calor?, me pregunta.

 

***

Alicia Barney nació en Cali en 1952. Fue la quinta de cinco hijos; la única que fue dada a luz en una clínica. “Que tal lo elegante; a mis hermanos les tocó nacer con partera, en la casa”, dice. De aquella época tiene recuerdos difusos. Pero tiene intacta la imagen de su padre construyendo la casa en la que ella crecería. Tendría 4 o 5 años para entonces. Muchos años después le preguntaría por qué había construido esa casa allí, en ese sitio.

- Me respondió que cuando él tenía 17 años, había visto una manada de 40 dantas. Yo tengo 63 años y nunca he visto una danta en mi vida. Las conozco en fotos, pero no más. Creo que ese es el mejor ejemplo de por qué me interesa mí este tema, dice.

Con tan solo 15 años Alicia se fue de su casa paterna para estudiar en Estados Unidos, porque sus padres la matriculaban en todos los colegios que para entonces había en Cali y de todos la echaban. Hasta que ya no hubo más colegios y se fue a Nueva York.

Fue una de los pocos artistas de su generación formados en el exterior. Estudió en el College of New Rochelle primero, y luego hizo una maestría en Bellas Artes en el Pratt Institute. Y su máxima influencia fue Claes Oldenburg, un artista sueco pionero del arte pop cuya obra ‘La tienda’ la inspiró a realizar una de sus primeras obras, ‘Diario objeto I’, con la metodología de la recolección de objetos.

Basta ver las imágenes de ambas obras en Google -- la de Oldenburg, la de Barney-- para entender esa frase del primero que ella ha repetido una y otra vez a lo largo de su carrera: “Lo que hoy es llamado un objeto de arte es un entendimiento degradado de un objeto mágico”.

El curador y crítico de arte Miguel González recuerda muy bien esa obra. En 1978 recibió una llamada del arquitecto Benjamín Barney, para entonces profesor de la Universidad del Valle, quien le contó que tenía una hermana escultora.

- Yo quedé aterrado del susto de que fuera una señora que hiciera muñecos moldeados. Pero cuando me mostró el portafolio le dije: hacemos lo que usted quiera cuando usted quiera; yo estoy listo.

Sus obras, que habían sido realizadas en Pratt, hacían parte de un proceso de desmaterialización del arte que era tendencia en Estados Unidos. Es decir que no usaba materiales tradicionales --nada de yeso, nada de pintura-- sino materiales alternativos. Eran unos objetos encontrados que había dispuesto como móviles colgantes, de una vanguardia poco frecuente por esos días en Cali. Pero el público no lo entendió así. Muchos dejaron papelitos con insultos escritos. Otros los escribieron directamente sobre la obra.

-Si se fija, todos los jóvenes artistas hacen eso, recogen basura, pero ella lo hizo hace 30 años. Esa pieza tiene mucho que ver con los ‘ready-mades’ y marcó el talante que ha tenido Alicia a lo largo de su carrera. No es equivocado llamarla una pionera, dice Miguel González.

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Sentada en un café de Usaquén mientras toma un sorbo de su Campari en las rocas, Alicia intenta recordar lo que fue ‘Yumbo’, una de sus obras más emblemáticas. Entonces se ve a sí misma viajando hacia la finca de la familia, más allá de Palmira, en un pequeño Renault 4, dándole vueltas a la misma pregunta: ¿De dónde viene ese olor nauseabundo?

La respuesta era siempre la misma: “Es que Yumbo huele así”. Si eso era Yumbo, se dijo, entonces esa sería su próxima obra.

-Contacté a una señora campesina que tenía una casa en Yumbo y le dije que si me dejaba hacer una estructura para poner unas cajas. La señora tenía cerdos y gallinas, así que hice la estructura alta con 29 cajas de vidrio abiertas sobre un tablón largo para construcción.

Alicia quería capturar en esas cajas el aire de Yumbo. Así que cada día tomaba su carro o se iba en bus, en lo que fuera, para cerrar una de las cajas. Eran 29 en total. Un febrero de año bisiesto.

Cada caja que iba tapando con silicona se la traía para Cali. Y a medida que pasaban los días el contenido de las cajas se hacía más turbio. Al final, en las últimas, cuando Alicia ponía su mano por debajo de la caja no podía ver su silueta a través del vidrio.

- Ese era el aire que respiraba la gente allí, la señora campesina, sus cerdos... ¿Cómo es posible que nadie dijera nada?

‘Yumbo’ fue expuesta por primera vez en el Museo de Arte Moderno La Tertulia en 1980 a donde, asegura Alicia, le enviaron unos agentes de DAS a hablarle en tono amenazante.

- Uno los reconocía por la ropa que llevaban, las camisitas y los pantalones de dril. Eran tres tipos y empezaron a rodearme y a atacarme. La única salida que tuve fue decirles que ese aire contaminado no era solo de Yumbo sino que el aire circula y que toda esa polución se iría viajando hacia las islas de los dueños de Cementos del Valle. De repente se callaron y se fueron. Es que ser ambientalista es un acto subversivo para muchos. Más en esa época. Por eso se habla de ambientalistas radicales. Yo no lo soy, pero estoy a punto de serlo.

‘Yumbo’ fue expuesta en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y allí permaneció varios años almacenada en una bodega donde muchas de las cajas terminaron rotas, ante la indignación de la artista.

Por eso, 28 años después, cuando del 41 Salón Nacional que se realizó en Cali la llamaron para participar, ella propuso volver a hacer la obra. Se llamó ‘Yumbo 2’.

La hizo con el artista Wilson Díaz y su equipo de Helena Producciones, quienes viajaron a Yumbo una vez más para hacer la recolección del aire y constatar que, como lo temían, la contaminación seguía igual. O peor.

***

Un año después de la versión original de ‘Yumbo’ vendría ‘Río Cauca’, una obra que la artística califica como un parto difícil.

- Creo que en general era una obra muy ambiciosa, por eso me molesta que se hubieran demorado tanto en comprarla. Es una obra que en su momento, mientras la gente estaba haciendo la pintura y el grabado, era un proyecto super ambicioso.

Durante 1981 la artista viajó a distintos puntos del Río Cauca para tomar muestras de su agua y denunciar así su contaminación. Invitó entonces a un fotógrafo y a un biólogo a que se unieron al proyecto, además de invitar a algunos de sus alumnos de la Universidad del Cauca donde entonces era docente.

Pero una vez más ese hecho --arte en grupo, ¡cómo es posible!-- fue tachado de subversivo y Alicia fue llamada a juicio académico.

- Fueron los mismos alumnos que me denunciaron en la Universidad. Y fue miedosísimo. Me llevaron a una sala en donde ellos estaban arriba y yo abajo, sola. Eran 12: médicos, sicólogos, historiadores, abogados. No había ni un artista. Al final, cuando les expliqué porqué sí se podía trabajar en grupo, pues salí bien librada. Pero fue un sinsabor muy grande. Se suponía que ‘Río Cauca’ tendría que ser un trabajo en grupo, pero al final el fotógrafo desertó y el biólogo no ayudó mucho.

‘Río Cauca’ es hoy considerada una de sus obras más impactantes y contundentes. Pero cuando se expuso en 1981 el silencio que hubo a su alrededor desconcertó a la artista. Tras un trabajo de investigación y visibilización realizado por la curadora María Wills desde el Instituto de Visión, el año pasado, la obra acaba de ser adquirida para la colección de La Sucursal.clo una entidad que está empeñada en reunir las piezas más importantes del arte contemporáneo del Valle del Cauca a partir de 1980.

- Hay artistas que han tenido más suerte que otras en la manera en que su obra ha sido involucrada en los circuitos tradicionales. Aquí la sociedad no es consciente de los artistas que han surgido en el país. Hay muchos cabos sueltos en la historia del arte en Colombia. Algunos porque su obra era demasiado arriesgada o compleja para la época o por discriminación de género o del medio del arte mismo que está lleno de intrigas. Por eso ha sido nuestro interés visibilizar a algunos artistas como Alicia Barney que han producido un trabajo contundente pero que han quedado un poco marginados de la historia oficial.

***

- Siempre me pareció poco ético que todas esas nuevas generaciones que se han inspirado en esta obra estuvieran vendiendo su obra y ‘Río Cauca’ no se vendiera. Yo me acuerdo que con Miguel González estábamos en una Bienal y de pronto nos tropezamos con una obra, no me acuerdo de qué artista, y dentro de un cuadrado en el piso estaba la geografía del río Magdalena. Entonces Miguel me dice: ¿Sí ve? Todos esos son sus hijos, cuenta Alicia.

Uno, tan solo uno de esos hijos, es su amigo el artista Wilson Díaz (1963), quien ha mantenido una estrecha relación de admiración y colegaje con Barney. Él mismo se encarga de dejar claro que la influencia de Barney sobre muchas de las generaciones que la siguieron ha sido tremenda hasta llegar incluso a la copia.

- La mazorca hecha de dientes de Carlos Castro en ‘Buscando lo que no se le ha perdido’ es apenas un ejemplo. Yo mismo me he inspirado en Alicia al usar los árboles como soporte, lo que ella hizo en su obra desde los setentas. Es innegable su influencia sobre muchos que hemos venido después. Pero quizá no todos hemos logrado lo que ella y es que, aparte de su denuncia, de su posición política, pocos han logrado resolver plásticamente sus ideas como ella lo hace. La formalización de su obra es impecable. Una de las obras que se expondrán ahora en Cali ‘Estratificación de un basurero utópico’ se materializa con una precisión tal que casi se podría hablar de una pintura expandida, aunque lo que ella hace es escultura. Por eso, hoy todo artista que quiera hablar de la naturaleza, de medio ambiente, necesariamente, quiéralo o no, tiene que pasar por la obra de Alicia Barney, dice Díaz.

La artista lo sabe. Y toma su último sorbo de Campari.

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